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16 de noviembre de 2017, 4:00 AM
16 de noviembre de 2017, 4:00 AM

La democracia, en su ya larga historia, ha tenido avances y retrocesos. Como toda obra humana necesita ser ajustada, a la luz de los nuevos tiempos, y a las nuevas formas de dictadura.
La Venezuela que vemos hoy, subyugada por el tirano Maduro, es una Venezuela que nos duele. Su brutal crisis política, económica y social, es inadmisible para la conciencia humana en el Tercer Milenio. ¡Que cruel ironía de la historia, la mismísima patria del libertador de América, ha perdido su libertad!

La aparición del populismo SS XXI significó un fuerte retroceso para la democracia latinoamericana. Una región empeñada en reconstruirla, después de la historia negra del Plan Cóndor. La OEA, luego de arduo trabajo, logró aprobar la Carta Democrática Interamericana en 2001. Este documento define con claridad la verdadera democracia. 

Esta Carta era el faro que los políticos de la región venían soñando y fue el avance cualitativo más importante. Con ella, la democracia quedó definida, dejando de ser la entelequia que solo entendían los políticos
La aparición de Maduro, y otros autócratas en el continente, nos hizo ver que necesitamos consolidar la democracia dándole fuerza coactiva a la Carta Democrática. No podemos tener presidentes que piden el voto democrático con una sonrisa y después pelan los dientes de la dictadura. 

El paso siguiente que la OEA necesita dar es la creación del Consejo de Defensa de la Democracia. Tendrá por finalidad hacer respetar la Carta Democrática, aplicado métodos diplomáticos, económicos e incluso la acción militar, como lo hace la ONU. 
Otra función sería, dando cumplimiento al artículo 26 de La Carta: “desarrollar programas y actividades para promover los principios y prácticas democráticas”. La cultura democrática es el antídoto contra las dictaduras.

Los presidentes, al contrario de las sugerencias de Maquiavelo al Príncipe medieval, tienen que ser amados no odiados. Al fin y al cabo, son nuestros empleados, no nuestros patrones.
Necesitamos una democracia del siglo XXI, y la Carta Democrática es el camino correcto, demos el necesario paso que falta.

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