Opinión

Tranqueras afuera

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9 de diciembre de 2017, 4:00 AM
9 de diciembre de 2017, 4:00 AM

El vendaval político que vivió el país y el sector ganadero en particular, en los últimos 10 años, provocó grandes cambios. Los productores se ‘refugiaron’ del temporal, tranqueras adentro. A lo largo de estos años concentraron sus esfuerzos en la parte productiva. Como consecuencia de su trabajo al interior de sus potreros, hicieron crecer la frontera ganadera; lograron la especialización en cría, recría y engorde; la incorporación de técnicas de alimentación, como la henificación o el ensilaje, o el confinamiento o feedlots para el acabado de los animales; la mejora de índices productivos, como la menor edad de abate, el mayor peso de faena, el mejor grado de acabado de la carne, etc., han sido resultados tangibles de esa etapa.

En el país la oferta de carne vacuna en cantidad y calidad está garantizada; sin embargo, el frágil equilibrio entre la oferta y la demanda de la carne roja ha llegado a un punto de no retorno. La producción ha superado el consumo y se iniciará una tendencia decreciente en el precio para el productor, con los respectivos desincentivos para seguir produciendo al mismo ritmo. El mismo efecto que se puede observar en sectores vecinos como la avicultura y la cría de cerdos.

De aquí en más, los retos que toca abordar ya no son prioritariamente los productivos. El ganadero de ahora en adelante deberá combinar la inseminación de sus vacas con ver el comportamiento del precio en Brasil; luego de planificar su calendario ganadero deberá interesarse del impacto en su negocio del brote de aftosa en Colombia, ver sus índices de natalidad al mismo tiempo que averigua cómo van las negociaciones de exportación con Rusia o China; la ganancia de peso de sus novillos tendrá similar importancia que los resultados de habilitación para nuevos mercados.

Los ganaderos deben volver a pensar en las instituciones productivas como generadoras de mejoras para el sector y para ellos mismos. Les corresponde generar nuevas propuestas a los Gobiernos central y departamental, y demandar de ellos resultados, generar estadísticas productivas y de consumo, promoción del consumo interno de proteína roja, promoción de la exportación de carne, apertura de mercados, implementación idónea de programas sanitarios, profesionalización y capacitación de instituciones públicas, entre otras muchas.

Queda mucho por hacer en la parte productiva, pero se debe aplicar en lo institucional el dicho “el ojo del amo engorda el caballo (el novillo, en este caso)”. 

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