El Deber logo
14 de marzo de 2018, 4:00 AM
14 de marzo de 2018, 4:00 AM

Así lo plantea el periodista Daniel Lozano su artículo publicado en La Nación de Buenos Aires el 10 de marzo. Se trata de una buena relación de cómo se va terminando la era castrista -la de la familia del caudillo de Sierra Maestra- y la apertura de la incógnita sobre la continuidad o no de su política, luego de la sucesión presidencial. Lozano destaca que en las elecciones -no hubo otros candidatos fuera de los oficialistas- “los ocho millones de electores cubanos pueden votar a uno de los candidatos (a la Asamblea Nacional del Poder Popular), a varios o a todos (eran 605). Ninguno pierde; todos ganan”. Y todos fueron electos.

Estas elecciones en Cuba, pese a no ser democráticas por negar la participación de la oposición -que la hay-, han sido la antesala de un cambio generacional que puede resultar en una nueva orientación política, luego de las casi 60 años del monopolio de los Castro. En esta transición se podría encontrar alguna similitud con lo que ocurrió en Ecuador, cuando el hombre fuerte, Rafael Correa, resolvió encomendar la silla presidencial a su vicepresidente, el que pronto advirtió que no era sensato insistir en un modelo autoritario que, con el tiempo, llevaría a su país a la misma situación de Venezuela, ahogada por una terrible crisis.

Por supuesto que Cuba no es Ecuador. En Cuba, el presidente saliente Raúl Castro (86) conservará su influencia como primer secretario del Partido Comunista. Pero también es verdad que hay otros precedentes, como  el de Mihail Gorbachov, con el  lanzamiento de la Perestroika y el Glasnost que marcó el comienzo del fin de la Unión Soviética. 

Se asegura que el actual vicepresidente cubano,  Miguel Díaz-Canel, un ingeniero nacido en 1960, después de la toma del poder por Fidel, será electo por la nueva Asamblea Legislativa como sucesor de Raúl. Mientras tanto, “junto al actual presidente, figuran otros hombres fuertes del Cuba que ven que se les acabó el tiempo: empezando por el canciller Bruno Rodríguez, o Marino Murillo, el responsable de la economía” y “los jefes del ejército, Leopoldo Cintra Frías y Ramón Espinosa, el escritor Miguel Barnet, la jefa política de La Habana, Mercedes López de Acea, y Mariela Castro, hija de Raúl”.

Aunque parezca imposible, no sorprenderían cambios en la política cubana y, luego, un efecto dominó en el continente. Ojalá veamos el advenimiento de una era de libertad en la tierra de José Martí.

Tags