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16 de junio de 2018, 4:00 AM
16 de junio de 2018, 4:00 AM

“Conocías el mundo, eras exitoso, tenías dinero. No eras feliz. ¿Qué te faltó Bourdain?”. Este fue uno de los miles de mensajes en redes sociales tras la muerte del chef y presentador Anthony Bourdain. El tuit era breve, pero lo decía todo. Fuimos colegas en CNN y su decisión me sorprendió.

En los últimos meses también se han producido otros ‘suicidios mediáticos’. Por ejemplo: Avicii, de 28 años, posiblemente el Dj más famoso del mundo, quien, según su familia, “ya no podía más”. Aparentemente lo tenía todo: fama, dinero, excesos. Luego, la diseñadora Kate Spade e Inés Zorreguieta, hermana de la reina de Holanda.

Ante las alarmantes cifras globales, una investigación universitaria apeló hace unos años a la responsabilidad social de los medios de comunicación. De acuerdo con el estudio, las noticias sobre suicidios deben regirse por los parámetros sugeridos por la OMS, entre ellos “no dar explicaciones únicas y simplistas” y “ofrecer siempre ejemplos creativos, de personas en circunstancias similares que lo han superado”.
El tema me toca de cerca, porque vengo de una familia de suicidios en serie. La gente invierte demasiado en lo externo. Estamos construyendo únicamente riqueza hacia afuera, pero no nos damos tiempo para encontrar la semilla escondida en la divinidad que tenemos dentro. Por ello, defiendo la práctica del ‘mindfulness’, que nos permite cambiar el estado de consciencia. Alguien que se ve conectado con el resto del mundo, se percibe como un todo, y no decide quitarse la vida, pase lo que pase. El autocultivo nos permite forjar una siquis más sana y feliz, orientado a las prácticas de la gratitud y la meditación. De lo contrario, las personas solo se sentirán exitosas cuando son reconocidas por cuestiones externas o cuando le funcionan las relaciones con otros. Pero la relación más importante que debemos desarrollar es con uno mismo.

No pretendo condenar los suicidios, sino alertar sobre la importancia de la salud mental. En las escuelas debería ponerse énfasis en la inteligencia emocional, la sicología positiva, la neurociencia y la epigenética, materia prima para comenzar a transformar la conciencia de muchos individuos. Quien no se encuentra dentro, se pierde fuera.

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