Opinión

¿Sabrá de lo que habla?

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5 de agosto de 2018, 4:00 AM
5 de agosto de 2018, 4:00 AM

En lo que él llama “Día de la Revolución Agraria...” (y otras ñañacas), confirmó ser de los que creen que cambiando el nombre de algo se hace revolución; ahí se refirió a los campesinos con la idea de que habían dejado de ser indígenas por ser campesinos ¡Caramba!

El campesino, en marxismo, tiene valoración o categoría económica y, como tal, de clase y no tiene que ver con lo racial. El hombre necesita a alguien que le diga “al marxista” que hay campesinos indígenas y que hay indígenas no campesinos; háganle el favor al marxista de que, por lo menos ‘parezca’ que sabe sobre lo que predica o se precia de ser.

Como comediante marxista tampoco es bueno… ¿comediante marxista? Sí, de la corriente seguidora de Groucho Marx, ese que decía: “Tengo mi moral; si no le gusta, tengo otras”… (¡qué casualidad!).

“Marxismo” aparte (tache el que no corresponda), pude ver partes de ese discurso que también tuvo una introducción a la festividad patria; el mismo estuvo cargado de una peligrosa violencia simbólica.

A ver, explíquenos eso de: “Saben hermanas y hermanos, ellos (la derecha) están buscando muertos para echarnos la culpa, como siempre. Respetamos porque es su derecho, pero también nos veremos en el voto” ¿Eh? ¿Es “derecho de la oposición buscar muertos para “echárselos a él”?

Está tan mal el hombre que no dijo que él no quiere muertos, que el gobierno no está dispuesto a ponerlos desde su lado; muy por el contrario, atizó el evento al que, por lo dicho, parece confundir como el inicio de campaña a partir de “quién lleva más gente”.

Pero como para él, nunca nada es suficiente, habló de golpes de Estado y cosas tan incoherentes, como si estos hubieran ocurrido el año pasado, cuando este país lleva 35 años de democracia ininterrumpida; incluyo en esa “ininterrupción” el gravísimo momento de peligro para la misma, cuando se sorteó la presión minera cooperativista en las puertas de Sucre, impulsada por el masismo, para impedir la llegada de Hormando Vaca Diez al Gobierno y luego de Mario Cossío, quienes tuvieron un gesto de renunciamiento en la intención de preservar la paz y la continuidad democrática.

Hablar de golpes, después de 35 años de democracia, ante un público que no pasaba en su mayoría los 45 años es un despropósito, si consideramos que esa gente no tiene memoria de aquello; salvo si, como parte del “relato político” se pretende hacer creer que la democracia es un logro de “él” y sus movimientos sociales, tan poco afectos a respetar las expresiones democráticas de los que piensan y ven diferente las cosas.

Pensar que tres palabras son las causantes de semejante desesperación: Bolivia dijo no, frase que se multiplica en diversas formas de expresión, de manifestación.

El gobierno le teme a la calle porque no la conoce, porque se dedicó a encerrarse y revolcarse con adeptos pagados, con gente lista a seguir órdenes. La calle es libre, no necesita que le paguen, además.

Esa cualitativa diferencia con la que deben lidiar.

El mensaje a lo mejor es un “fin en sí mismo”: que se respete el 21F, simplemente, y ahí está su valor, no tienen “segundas intenciones”.

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