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18 de febrero de 2018, 4:00 AM
18 de febrero de 2018, 4:00 AM

Bruce Springsteen es un gigante del rock, pero además un poeta, un activista de muchas causas, un juglar, un trovador, en fin, uno de los íconos inmortales de mi generación. Hablar de Bruce es hablar de Streets of Philadelphia, Dancing in the dark, The river, Born to run y muchas otras canciones que han dejado huella en quienes de alguna manera hemos compartido algún tramo de su viaje, que ha sido mucho más que solo rocanrol.

Para el mundo millennial puede que sea un desconocido o uno de esos viejos representantes del ‘decadente’ rock, de hecho Bruce debe estar por los 68 años, aunque su guitarra sigue hablando y muy fuerte. Pero qué de especial tiene Bruce entre decenas de gigantes del rock: la respuesta concreta, es su corazón. Bruce nunca llegó a ser una estrella de esas galácticas, porque no se alejó, Bruce esculpió una música vivencial, cotidiana y sencilla que entre batallas personales proyectó algo muy genuino y humano que trasmite algo más elevado que solo rock y quizás ese es uno de sus logros más grandes de su revolución personal.

Su música no solo es adrenalina, es de hecho: inspiración. En muchos de sus conciertos suceden ciertos milagros que quizás el mismo no advierte, y es que Bruce es Bruce. Ya sea bailando con alguien del público, cantando a dúo con su esposa, bailando con su madre, cantando con jóvenes, cantando con niños o simplemente cantando a una pareja que decidió casarse; al final Bruce dialoga a su modo y deja algo positivo en la gente.

En uno de esos conciertos con miles de espectadores, alguien tenía un cartel en el que le pedía a Bruce que cante You never can tell. ¿Esa era una de las canciones de Bruce? ¡No! Es un tema de uno de  los grandes pioneros del rocanrol Chuck Berry. Con todo lo que implicaba improvisar un tema así, hizo los ajustes con su banda y con mucho respeto, Bruce convirtió esa circunstancia en una oportunidad para recordar y hacer un tributo humilde al gran Chuck con quien compartió escenarios.

El corazón de Bruce, a través de su música y acciones, ha tocado e inspirado a toda una nación y generaciones como la mía. Basta escuchar a quienes han compartido escenarios de manera improvisada con él y sintieron que por un momento había alguien ayudándoles a empujar sus sueños y demostrarles que era posible. Ese baño de motivación y entusiasmo fue una constante para miles de personas a quienes inspiró, convirtiéndose en un legado como lo fue su lucha a favor de la democracia, su lucha humanitaria en desastres naturales y contra distintas enfermedades, sus posturas contra la injusticia, contra el poder… y el idilio romántico con las calles de su Nueva Jersey natal.    

Bruce Springsteen ha recibido un sinfín de galardones y reconocimientos a lo largo de su carrera y los más de 120 millones de discos vendidos hablan por sí solos. Pero Bruce pese a todo el ruido y fama; ha sido consecuente y ha permanecido en tierra, por eso no es una estrella sintética. Todo lo contrario, hay dos palabras que definen a Bruce y lo hacen grande de verdad: humildad e integridad.

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