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18 de febrero de 2018, 4:00 AM
18 de febrero de 2018, 4:00 AM

Las recientes tragedias causadas por los desastres naturales en varias regiones del país deberían estimularnos a pensar en la necesidad de construir políticas públicas sobre desastres naturales. De forma particular, algunas élites políticas, gobernantes y opositoras, deberían renunciar a la frustrante insidia de acusaciones múltiples, y apuntar su atención a nuevas formas de prevención de desastres, control, mitigación y atención de sus consecuencias dolorosas.

Las pérdidas de vidas humanas y materiales de bienes, casas y vehículos, el dolor y llanto de tantas familias deberían obligarnos a reflexionar e identificar las causas naturales y humanas.  ¿Los políticos de antes y de ahora  hemos construido políticas territoriales y de urbanización que controlen la demografía de la urbanización? ¿Qué hicieron los municipios para mejorar los servicios y la infraestructura urbana? ¿Y los gobiernos nacionales y subnacionales contra la creciente deforestación? ¿Alguien intentó construir  políticas de manejo de cuencas o evitar la progresiva erosión de suelos?

Es indignante ver autoridades actuales haciendo show, un uso político de las tragedias, declaraciones inefectivas pero no la reflexión de políticas serias sobre riesgos de desastres naturales. Nuestras autoridades aún tienen acciones reactivas y de emergencia frente a los desastres y sus consecuencias. Hay algunas acciones positivas aisladas de algunos municipios y gobernaciones.

Es una deficiencia estructural la ausencia de una visión nacional o un enfoque sectorial donde este tema se articule con educación, salud, políticas territoriales, infraestructura y medioambiente, menos un enfoque transversal al Estado y sus instituciones.

Los gobiernos nacional y subnacionales deben encarar de forma urgente el análisis, la prevención, la reducción y el control de los riesgos y efectos de desastres. Deben sentar las bases de una política nacional sobre los desastres naturales y promover la creación de una  red institucional que soporte y desarrolle  acciones efectivas ante los riesgos de desastres naturales. Este tema debe inscribirse en las políticas de desarrollo, en los enfoques de adaptación al cambio climático y en el desarrollo sostenible. Bolivia, en 2015, firmó el compromiso mundial de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en las Naciones Unidas. Quedaron atrás los Objetivos de Desarrollo del Milenio pero, al parecer, algunas autoridades aún no se enteraron. Urge la construcción de una política de manejo de cuencas, con sistemas de monitoreo y seguimiento para facilitar la adecuada información y prevención de desastres.  Estas reflexiones y políticas concertadas entre Estado y sociedad, entre oficialismo y opositores deben cristalizar en normas que consagren estos enfoques y acuerdos.

Una sociedad activa y con iniciativas debe coadyuvar con acciones de filantropía y los gobernantes concentrarse en políticas públicas, normas y criterios generales, no en una mediática y electoral distribución de alimentos, ropa, frazadas, colchones, etc. Deben crear un sistema de prevención y actuación sobre los desastres con  acciones administrativas, técnicas, políticas,  comunicacionales y de motivación a la sociedad. En el corto plazo, se requiere crear  equipos o unidades de reacción inmediata, ágil y efectiva, integrados por personas de diversas profesiones y especialidades.

El show y las fotos no son de gobernantes serios sino la construcción de políticas públicas.

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