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5 de diciembre de 2017, 4:00 AM
5 de diciembre de 2017, 4:00 AM

El pueblo boliviano luchó por la democracia. Y a quienes ya éramos ciudadanos en la década del 80, nos correspondió, en medio de canciones y poemas, lograr que los militares volvieran a ser ciudadanos de uniforme, como diría José Ortiz Mercado, y que el voto y nunca más las botas, definieran nuestro futuro. El 10 de octubre de 1982, estuvo precedido del perfume de los gases lacrimógenos. 

“Si te quiero es porque sos/mi amor, mi cómplice y todo/y en la calle codo a codo/somos mucho más que dos…” cantábamos con Benedetti. La referencia histórica es para poner en contexto una situación que ni las mentes más futuristas hubieran podido imaginarse, que en nombre de la democracia y con artilugios cada vez más canallescos, se nos intente convencer que nuestro futuro depende de una sola persona.

Esta sin razón, está logrando que la capacidad creativa de los ciudadanos, deba encaminarse a agudizar el ingenio para contrarrestar la voluntad de continuismo que ha echado raíces en el discurso oficialista, en límites que están perdiendo la serenidad. El recurso planteado para lograr la reelección indefinida, y lo que es más llamativo, el que hubiera sido aceptado y reconocido, lo demuestran.

En un momento en el que la situación económica está siendo reconocida como del final del periodo de bonanza, y en que debiéramos estar debatiendo las soluciones a la crisis, el Gobierno se está encargando de plantearnos un camino equivocado y riesgoso al abrir el periodo electoral más largo de nuestra historia. Entre el 21F y las elecciones generales del 2019 pasarán más o menos 3 años. Frente a esta realidad, estamos exigidos de ingenio y compromiso.

No serán suficientes las fundamentaciones jurídicas formales. Somos testigos de la manera que el poder ha logrado organizarse para que el sistema legalice cualquier entusiasmo, por más febril que este sea. Pareciera que ningún recurso legalista podrá lograr lo que el sentido común y la racionalidad demuestran a gritos como equivocados. Sin embargo, como nuestra apuesta es por la democracia, tendremos que ser más inteligente que el desvarío para no caer en sus provocaciones, campo de altísimo riesgo. Ellos son los inventores de los bloqueos, de las movilizaciones y ahora en uso de la violencia legal, de la judicialización de la política en la que hasta los malos pensamientos, son incriminados.

De buen genio, con ironía, con ternura y con la firmeza de una nueva generación política que está emergiendo, y está empezando a reconocer el perfume del gas lacrimógeno que impone el orden, necesitamos dar la respuesta que el año 2018 nos demandará a todos. El camino viene largo y no hay opción para dejar de ser auténticos.

El poder se ha jugado con todo en dos opciones equívocas, unas elecciones judiciales intragables y un fallo libidinoso, todo junto y con solo cinco días de separación. La estrategia por la provocación es clara y los tiempos que se vienen, son parte de una ruta crítica inexorable. Benedetti viene en nuestro auxilio: “Tus manos son mi caricia/mis acordes cotidianos/te quiero porque tus manos/trabajan por la justicia…”

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