Opinión

La economía, en un año difícil

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18 de febrero de 2018, 20:10 PM
18 de febrero de 2018, 20:10 PM

El inicio de 2018 ha sido muy complicado para las actividades productivas. Los desastres naturales han causados pérdidas importantes, sobre todo a los agropecuarios del oriente, y costosos daños a la infraestructura de varios municipios. En el plano político y social hemos tenido un comienzo de año inestable, con huelgas y paros que buscaron la abrogación del Código Penal y, ahora, el respeto al referéndum del 21-F. A estas grandes dificultades se suman los casos de inseguridad ciudadana, como el de las trágicas explosiones en Oruro, que rompen la calma y ahuyentan a los inversionistas.

La economía siempre es la mayor afectada por este conjunto de problemas, si es que además no se encaran decisiones urgentes. En su mensaje del 22 de enero, Evo Morales se mostró optimista con los indicadores y proyecciones económicas, pese a la desaceleración que se siente desde hace dos o tres años por el desplome de las exportaciones de gas y por la caída de los precios de las materias primas. Un motivo del optimismo presidencial es el ligero repunte de la cotización del petróleo, que puede ayudar a mejorar los ingresos por gas, pero no como en los años de bonanza. Morales dijo incluso estar seguro de que se volverá a pagar el doble aguinaldo, ya que el PIB crecería encima del 4,5 por ciento.

Sin embargo, el propio exministro de Hacienda Luis Arce duda del cumplimiento de la meta de crecimiento por las pérdidas que provocaron las inundaciones. Según cálculos de la CAO, hasta la semana pasada había 50.000 hectáreas de soya, maíz y arroz afectadas por las lluvias, que no cesan. Los productores de oleaginosas ya perdieron 120 millones de dólares.
Antes de producirse estos daños económicos había incertidumbre en los empresarios por la conflictividad social. Varios esperan el desenlace de la creciente confrontación para encarar sus proyectos, como ocurre en tiempos de definiciones electorales. En consecuencia, como la economía se mueve con expectativas, se siente en este inicio de año la cautela y preocupación de productores y de consumidores.

En ese contexto, el Gobierno intenta medidas como la liberación de las exportaciones, pero con dificultades, ya que solo los azucareros concretaron ventas. También insiste en la alianza de públicos y privados y en acelerar el plan de empleos para jóvenes, que resulta un paliativo. No obstante, los avances en la diversificación de la matriz productiva son irrelevantes, ya que se sigue dependiendo demasiado del gas. Tampoco se ajustan los gastos estatales y hay pocos resultados en la captación de inversión extranjera y en la apertura de nuevos mercados. En consecuencia, la economía volverá a depender este año del aumento y ejecución de la inversión pública, en medio de la urgencia de renegociar los contratos de gas y de evitar la inestabilidad social y política por la pugna preelectoral.

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