Opinión

La defensa del voto, de Santa Cruz hacia el país

El Deber logo
22 de febrero de 2018, 4:00 AM
22 de febrero de 2018, 4:00 AM

Santa Cruz volvió a parar. Ya son dos paros en solo cuarenta días, en un proceso que tiene como delicada matriz de conflicto la confrontación por la candidatura a una nueva reelección del presidente Evo Morales, impedida en la propia Constitución  Política del Estado que él mismo promulgó hace casi una década. Que el motor de la economía boliviana se detenga por un día tiene un alto costo, mucho más en pleno ciclo de desaceleración. Sin embargo, no es el camino placenteramente escogido por los ciudadanos de la región más poblada del país, sino que la gente y sus líderes se han visto empujados a ese escenario de enorme sacrificio para defender el pilar básico de la democracia, que es el voto.

No habríamos llegado a este momento tan crítico si el Presidente cumplía su mandato en el tiempo establecido por la Constitución. Fue el propio Gobierno el que involucró a los bolivianos en el embrollo del referéndum del 21-F con el propósito de intentar alargar la permanencia de Morales en el poder. Como no pudo conseguir en las urnas el respaldo suficiente para que el jefe del MAS busque otra reelección, metió a Bolivia en otro embrollo peor como fue el fallo de los cuestionados exmagistrados del Tribunal Constitucional. Consiguientemente, no son los ciudadanos los responsables de este momento difícil para el país, sino el Gobierno que los metió en el complejo enredo. Por lo tanto, salir de él solo depende de una decisión presidencial, no de la gente.

El problema mayor ahora es que el Gobierno se resiste a facilitar esa salida y que no lee o no quiere leer lo que sucede en la nueva realidad nacional. Por ejemplo, interpreta que tanto el primer como el segundo paro de Santa Cruz, ambos contundentes, obedecen a la lógica de la constante confrontación oficialismo-oposición, por lo que su respuesta es la misma de hace años: la descalificación, la satanización y hasta el hostigamiento a los que piensan diferente.

En esa vieja línea, enfrentó este nuevo 21-F con la fórmula repetitiva de medir fuerzas en las calles, minimizar o burlarse de las movilizaciones contrarias y estigmatizar públicamente a los que reclaman un derecho ciudadano como es el respeto del voto. 

Una respuesta, la del Gobierno, que ya no encaja en el nuevo contexto político nacional que tiene a Santa Cruz ahora como su mayor protagonista. En ese sentido, el paro contundente de ayer ha ratificado que la región cruceña comanda la defensa del No y ha contagiado el sentimiento y las nuevas formas de movilización ciudadana a otras urbes importantes del país, que parecían dormidas o atemorizadas. La ciudad  de La Paz es un claro ejemplo de ese despertar colectivo, que también ha vuelto a sacar en las recientes horas a las calles a muchos vecinos de Cochabamba, Tarija, Trinidad, Sucre, Cobija y Potosí.

Como era previsible, la efervescencia social ha ocasionado algunos focos de violencia, pero por fortuna sin secuelas aún graves. La confrontación irá en ascenso y en niveles muy peligrosos si la matriz del conflicto no se desactiva. El único que tiene el poder de hacerlo es el presidente, con una decisión: respetar la votación del 21-F.

Tags