Opinión

Inversión extranjera en Bolivia

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11 de abril de 2019, 4:00 AM
11 de abril de 2019, 4:00 AM

El presidente acaba de retornar de Emiratos Árabes y de Turquía con la sonrisa en el rostro y el entusiasmo de quien cree haber encontrado probables inversionistas para Bolivia. Sin duda, esa sería una excelente noticia. No obstante, es importante mirar cómo está la casa, para que los que la visitan, con la intención de vivir en ella, se sientan cómodos y tengan una estadía provechosa.

Según datos del Banco Central de Bolivia, la inversión extranjera directa ha sido de 1.553 millones de dólares en 2018; esa cifra es la más alta de los últimos años. En 2015, al país llegaron 555 millones de dólares por este ítem y en 2016 solo ingresaron 335 millones de dólares. En contrapartida, a América del Sur le ingresaron 111.000 millones de dólares en 2017.

Cuando el presidente presenta a Bolivia ante inversionistas extranjeros, les habla de que el país puede tener un acceso directo al Atlántico; de que está en el corazón de Sudamérica y puede ser el nexo de un corredor bioceánico que beneficie a todo el continente en su relación con ultramar; también les dice que hay un salar gigante para explotar litio o que el oriente tiene un potencial increíble de producción y exportación de alimentos. Entre otras cosas, también menciona que hay reservas de gas esperando ser exploradas y explotadas; o que hay minería variada.

Lo que el primer mandatario no comenta es aquello de lo que se quejan los empresarios y economistas bolivianos. Hay una ley de inversiones poco clara, que mantiene al Estado en el centro de la toma de decisiones para orientar la inyección de dinero. Tampoco menciona que el Banco Central cobra una comisión del 12,5% a los capitales extranjeros para sacarlos del país. A lo anterior se suma la excesiva burocracia, que determina que haya el doble y hasta el triple de trámites con relación a naciones vecinas.

Quizás tampoco se ha mencionado que hay cupos para exportar soya y otros alimentos; que existe una banda de precios o que algunas empresas del Estado compiten con otras del sector privado.

El presidente estuvo en Emiratos Árabes y en Turquía promocionando al país para atraer inversiones. ¿Por qué esa tarea no es encarada a diario por los embajadores que tiene Bolivia en el mundo? Las representaciones diplomáticas tendrían que buscar recursos frescos para la economía nacional, mientras abren mercados para las exportaciones. Esa es una falencia que debe ser corregida.

Todos los bolivianos quisiéramos sonreír y creer que pueden llegar capitales extranjeros a invertir en Bolivia. No obstante, es preciso que se apruebe una normativa adecuada que, a la vez, nos haga competitivos con otros países de la región que sí tienen estrategia y que generan crecimiento a partir de recursos privados nacionales e internacionales. Parece que, para ellos, la palabra ‘privado’ no es antagónica con Estado.