Opinión

Estrategias envolventes para olvidar lo urgente

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19 de noviembre de 2017, 4:00 AM
19 de noviembre de 2017, 4:00 AM
¿Cuáles son los temas que realmente preocupan a la mayoría de los bolivianos? ¿Cuáles los problemas que les afectan día a día, que les quitan el sueño e incluso las ganas de vivir y creer en un presente más digno? ¿Tendrán que ver esos temas y problemas con ranking de seguidores en las redes sociales o con la agenda de visitas que cumplen algunas figuras destacadas de la política, de los medios de comunicación o de la diplomacia en Bolivia? La respuesta a cada una de estas interrogantes es fácil de deducir: nada de trascendental en la vida de la mayoría de los bolivianos tiene un ranking de popularidad o cualquier agenda personal de visitas y reuniones entre amigos o simplemente conocidos.

Eso es lo obvio. ¿Por qué, entonces, aparecen de pronto como cuestión de Estado para el Gobierno unos temas intrascendentes como esos? Voceros del Ejecutivo y del oficialismo en el Legislativo han llegado incluso a convocar a conferencias de prensa para abordar al menos un par de esos temas, dejando en evidencia dos rasgos preocupantes: el primero, ya recurrente, de intolerancia en su máximo nivel; y el otro, de cinismo cada vez mayor. Ambos rasgos parecen tener un propósito común: distraer la atención ciudadana y evitar el interés de la opinión pública sobre el desenlace de las graves denuncias de corrupción que surgen en la administración estatal. Son tácticas envolventes para olvidar lo urgente.

Uno de los escándalos más reciente es el desfalco al Banco Unión. Es muy grave lo que ha ocurrido en el banco que administra el Gobierno y a través del cual se mueven sumas millonarias generadas por los sectores público y privado. Aparte de lo dicho sobre Juan Pari, señalado hasta hoy como el responsable principal del desfalco, poco o nada se sabe de la cadena de responsabilidades que hay detrás del robo, dentro y fuera del banco. No se necesita ser experto en banca para saber que es imposible que un solo funcionario sea capaz de mover los millones que dice haber movido Pari, sin que ningún superior perciba, ni siquiera en las auditorías. Peor si en las operaciones figuran cajeros inexistentes.

Eso, por citar solo un par de datos absurdos en un escándalo que está lejos de dilucidarse. ¿Alguien cree que es casual que de pronto el Gobierno polemice sobre el ranking de tuits en Bolivia, defenestre una publicación porque informa que Mesa tiene más seguidores que el presidente Morales en Twitter y hasta haga gira de medios para decir que el propio Morales escribe sus tuits? ¿O que trate de forzar una denuncia porque Mesa y otros más sostuvieron reuniones con el encargado de negocios de la embajada de Estados Unidos en Bolivia? No solo no es casual. Es, además, patético ver cómo funcionarios de Gobierno pierden el tiempo tratando de justificar lo injustificable, como es el tema ranking tuitero.

No menos patético es comprobar que esas tácticas envolventes del Gobierno logran gran impacto en algunos sectores de la sociedad boliviana. A comenzar, en el de los políticos en ejercicio partidario, en el de los canalizadores de corrientes de opinión y en el de los medios de comunicación. Caen en la trampa y se dejan envolver, entrando en la disputa de sus propios lugares en el ranking tuitero, como si se tratara de un asunto de vida o muerte. Lo mismo ha pasado con el tema Brennan: muchos siguieron el discurso oficial, sin cuestionar el tema de fondo que, en este caso, no es otro que el del irrespeto a las libertades y la inteligencia ciudadanas. ¿Desde cuándo hay que pedir permiso al Gobierno de turno para sostener reuniones con quien bien a cada uno le venga en ganas?

Pero no es solo eso. Hay otra estrategia envolvente a la que varios funcionarios públicos le están echando mano, para zafarse de denuncias en su contra. Es la contradenuncia, a la que han recurrido antes exministros como Quintana, en el caso contrabando en Pando, y otros más, en la arremetida contra los dirigentes del Tipnis; y ahora, la de la Policía contra familiares y abogados de una de las víctimas fatales en el asalto a Eurochronos, en Santa Cruz de la Sierra. Una estrategia similar a la que hace años utiliza el Ejecutivo para tener contenida a buena parte de su oposición política, contando para ello con la venia de no pocos administradores de justicia. 

Mientras tanto, los temas y problemas reales de la mayoría de los bolivianos siguen bajo el tapete. A saber: educación y salud de calidad, empleos y oportunidades de negocios lícitos y formales, seguridad y justicia para todos.

 

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