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5 de enero de 2018, 4:00 AM
5 de enero de 2018, 4:00 AM

Se abre un año de nostalgia por los aniversarios que se cumplirán en estos 365 días, cuya actualidad hace pensar que al final nada cambia, que las injusticias y perversidades siguen inamovibles; aunque, al mismo tiempo- como escribió José Martí- “hay siempre otros hombres que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad”. 

Son 50 años del asesinato del ex Fiscal General estadounidense Robert Kennedy, terco servidor público que intentó desentrañar y desbaratar a las mafias incrustadas en los pasillos del Estado más poderoso. Sucedió igual más tarde con los jueces italianos de Manos Limpias. Ahora el equipo de Sergio Moro en Brasil devela la descomposición de la izquierda y cuanta porquería envuelve a dirigentes del continente.

También fue baleado el 68 Martín Luther King, un predicador bautista, seguidor de los métodos de la no violencia. Parece increíble que medio siglo después continúen los dramas motivados por razones étnicas, como el abominable caso de los rohinyas, asediados por los budistas. El racismo es cotidiano en todo el mundo; sin embargo, suman más los activistas, muchos jóvenes, en defensa de los migrantes y del “otro”, como el hermano soñado en el Himno a la Alegría.

De esos acontecimientos, sin duda será de gran debate el caso del llamado “Mayo del 68”, o “Mayo francés”, que a la vez se cumplió en fechas similares a la famosa Comuna de París de 1871, cuando los guardias patriotas, los obreros y muchos jóvenes tomaron el poder por unos meses. La imagen de la Comuna libertaria es aún una referencia para quienes luchan contra lo opresión, aunque también hay otros que la usan para sus propios intereses mezquinos. 

Seguramente en los próximos meses tendremos otros foros sobre la gran movilización estudiantil de 1968. Ya en enero sobresale como un preludio el parecido de las imágenes del mayo parisino con los rostros y los mensajes de los nuevos movimientos juveniles en diferentes lugares del mundo.

En Bolivia, el año que acaba de concluir fue el de las plataformas juveniles, bien reconocidas por varios anuarios periodísticos. Esos movimientos, espontáneos, sin jefes ni estructuras, sin ambiciones personales, son resonancias en el tiempo y el espacio de aquellos comuneros adolescentes asqueados del manejo de la cosa pública.

Entre ellos, una vez más, el grito femenino es tan atrevido en la plaza de Santa Cruz de la Sierra, como el de esa muchacha emblemática que bandera al viento y camiseta rayada cruzaba el Sena para decir ¡basta! No buscaba el poder, ni siquiera la confrontación contra las fuerzas policiales. Quería mostrar que no estaban rendida, que no estaba cansada, que el consumismo no había aturdido su entendimiento.

Las pancartas, los grafitis de entonces, las flores en la oreja, los largos cabellos son ahora originales memes, creativos afiches, artes sutiles donde las burlas contra el presidente del Estado Plurinacional, su vice y sus ministros no son por maldad sino por esperanza. Un gesto simple, la universitaria subida a la tarima en plena casona del centro paceño, para defender al Tipnis, es tan fuerte como “tomar el cielo por asalto”.
Las protestas genuinas comienzan casi siempre así. La pregunta usual es, ¿cómo seguir? El transcurrir del 2018 dará las respuestas.

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