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13 de enero de 2018, 4:00 AM
13 de enero de 2018, 4:00 AM
Paró Santa Cruz
prácticamente en su totalidad y sin lamentar incidentes graves. Esta vez nadie se atrevió a romper la movilización ciudadana, que trascendió la esfera de influencia cívica. La posición antiparo no tuvo la suficiente fuerza para amenazar la convicción de muchos vecinos que salieron desde la medianoche a vigilar calles y avenidas o que se quedaron en sus casas para asegurar el acatamiento de la medida, que exigió la abrogación del Código Penal y que se respete la votación del 21-F.  Aunque no hay una respuesta favorable e inmediata del poder a las demandas, la demostración ciudadana de ayer marca un punto de inflexión en un escenario que le fue cómodo al Gobierno algunos meses atrás. Nuevos actores sociales han emergido en Santa Cruz para la legítima acción política. Son actores más críticos e irreverentes, tanto en su relación con las élites locales como con el poder nacional. Será muy difícil contenerlos con represión y con ideas desfasadas. Santa Cruz ha ingresado a una nueva etapa de su historia, ya que no es ajena a la dinámica mundial de  rápida transformación de la comunicación, de la política, de la cultura y de la economía. 

 

El Comité pro Santa Cruz
se ha revitalizado con el paro. Su desafío para no desaprovechar este capital que le entregó la ciudadanía es la modernización de sus ideas y de su relación con la gente. Debe leer y acoger inteligentemente los cambios de la nueva Santa Cruz. 

 
Parece que el  Gobierno
perdió la calma al apelar peligrosamente al recuerdo de la confrontación regional-racial de años pasados, que se suponía ya superada. Reavivarla es volver a jugar innecesariamente con fuego. 
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