Creció en el hogar paterno, rodeado de adultos que no solo interpretaban varios instrumentos, sino que además le alimentaban el sueño de convertirse en un artista famoso en un escenario en México

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28 de junio de 2019, 4:00 AM
28 de junio de 2019, 4:00 AM

“No se trata solo de abrir la boca y cantar, hay mucho esfuerzo”, decía Leo Rosas (20) a su abuela paterna, ‘Charito’ Mendoza, cada vez que hablaba en casa de su sueño de ser artista.

Millones de personas ven las luces que encandilan en cada presentación en La Voz México, la magia de la televisión y disfrutan la potencia del timbre de Leo y su ascenso al éxito. Nadie tiene por qué saber que poco antes de imitar a Alejandro Sanz estaba afiebrado y escupía sangre, mientras pedía consulta virtual a su tío, padrino y médico de cabecera, Alejandro Suárez. Su familia sí sabe todo, fue testigo del modo en que el sueño compartido se ha ido dibujando.

Leo nunca había salido del país, y su primera parada fue en México, hace tres años, cuando viajó gracias al apoyo de su manager Tito Monasterio, y por primera vez pasó clases de canto, porque hasta entonces sus logros eran resultado del talento innato, con una dosis de herencia por el lado paterno. Su abuela ‘Charito’ Mendoza toca el arpa, la mandolina y el charango. Su tío Robin Mendoza es compositor y cantante y su tía Jenny Mendoza toca una decena de instrumentos.

Desde niño decía que sería famoso, recuerda ‘Charito’, a quien las amigas le decían que era una abuela ‘chiflada’ con su nieto. “Se imaginaba en un escenario en México”, rememora su padre, Álvaro Rosas.

El inexplicable gusto por la música arrancó a los tres años, cuando tarareaba temas, a los ocho años ya había grabado su primer disco en el estudio de un tío. Participó en muchos festivales musicales escolares y en 2014 abrió el concierto de Juan Gabriel y también fue una voz muy esperada en las retretas municipales. “Su fuerte siempre fueron las baladas y rancheras, y sus favoritos eran Vicente y Alejandro Fernández, Luis Miguel y Marc Anthony”, dice Álvaro.

Leo salió bachiller del colegio San Agustín y cualquier estudio universitario ha sido pospuesto, al menos temporalmente, mientras acaricia sus aspiraciones de infancia, a pesar de los pedidos de algunos familiares de que continúe con la formación académica. “Tiene talento, pero sin duda, si Leo no fuera como es, persistente contra viento y marea, si no hubiera tenido esas fuerzas, esto no sería posible”, valora ‘Charito’. con quien creció Leo y a quien agradeció públicamente en un programa televisivo por darle su apoyo siempre.

Los allegados sostienen que aun pasando por grandes escenarios, Leo sigue siendo un poco tímido, un caballero, un ‘alma vieja’, como le dicen en casa, pero sobre todo humilde. “Nunca dudé de su talento, pero La Voz México es un escenario mundial”, dice el emocionado padre.

Por ahora, lo único que piden los familiares es que todos voten por Leo, el niño que la tuvo clara casi desde el vientre. “Él sigue dependiendo de las redes sociales, necesitamos que toda la población vote. Leo se ha ganado el sitio donde está punto a punto”, pide el abuelo Germán Rosas.

Y desde México, Leo saludó: “Ahora estoy más tranquilo luego de una noche llena de emociones, me siento muy feliz, pero la verdad es que no he tenido tiempo de seguir las reacciones de la gente en las redes sociales porque estoy muy ocupado con los ensayos”.

“Su pasión es el canto y a eso se abocará ahora. De niño me decía ‘voy a estar parado en un escenario, no lo dejaré, voy a ser famoso’, y sus palabras ahora resuenan más en mis oídos”, dice una estremecida abuela.

Su abuela ‘Charito’ toca el arpa, la mandolina y el charango. Junto a ella creció Leo Rosas