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1 de diciembre de 2023, 3:00 AM
1 de diciembre de 2023, 3:00 AM

Soy autor del libro “ Adiós a las drogas y a la adicción”, y me preocupa sobremanera este tema y cuando continúo sin respiro en el seguimiento de las investigaciones, aunque no faltan las voces difamantes que, con la aparición de mi libro, con tres ediciones, una en Buenos Aires, me endilgan haber escrito este libro porque salí de las drogas, cuando mi organismo jamás probó droga alguna, debido a mi formación  moral que mi madre  cuidó prolijamente en acuñarme, por haber sido atleta y buen estudiante.​

Apartándose de la maledicencia que reside, sin solución de continuidad, en algunos humanos, es  más importante abordar este tema que ensombrece la vida futura de los jóvenes adolescentes que fuman marihuana, porque si lo hacen antes de los  diecisiete o dieciocho años, es altamente posible que se inflijan voluntariamente, por moda, imitación o por falta de personalidad ante la presión de sus propios amigos o amigas, daños irreparables en sus cerebros.

La célebre Universidad de Yale, ha publicado un estudio sustentado en una muy seria investigación, trasuntando  con el consumo de mariguana, específicamente, el cerebro de los jóvenes se verá seriamente afectado por constantes deficiencias en la inteligencia, la memoria y la atención en todo proceso que requiera intelección, más grave aún, cuando estos jóvenes inicien  la adicción a la marihuana regularmente, el tamaño del cerebro y la propia conectividad con otros centros del organismo, estarán sujetos a cambios y una de las consecuencia terribles es que tendrán un menor volumen de materia gris en la región de la corteza frontal del cerebro, y este lóbulo es determinante para el procesamiento cognitivo en la toma de decisiones.

Después de fumar marihuana se incrementa el riesgo de sufrir un ataque al corazón, durante la primera hora, cinco veces más altos que el riesgo normal de sufrirlo. La marihuana aumenta la presión arterial y el ritmo cardiaco y disminuye la capacidad  de transportar, mediante la sangre, oxígeno. Los síntomas son mareos y vértigos y una proclividad a desplomarse súbitamente.

Otro aspecto que no agradara a los jóvenes es la disminución de la potencia sexual debido a que los cuerpos cavernosos del miembro viril no reciben la necesaria cantidad de sangre en la excitación, entonces, hay que intentar excusas a la pareja.

Adicionalmente causan inflamación a los pulmones convirtiéndose en susceptibles a bronquitis crónicas y cuando se es mayor (tercera edad), la posibilidad de neumonías es considerable. También se puede padecer psicosis, esquizofrenia, depresión y ansiedad por los componentes químicos del cannabis que distorsionan la actividad de las neuronas y por tanto, esto es grave, el coeficiente intelectual del joven que consume marihuana y,  sobre las neuronas se confirma que la marihuana  afecta  a estas que son responsables de suprimir el apetito e impone el ejemplo de pisar el freno en un motorizado y que en lugar de frenar y parar, acelere.

El cerebro posee un circuito natural de recompensa y este no debe ser trastornado, disminuido o aniquilado por ninguna circunstancia. Se debería, como norma de cuidado, amarlo, por ser una creación perfecta, inimitable e irremplazable.

A los jóvenes y padres que leen esta columna debería producirles una sensata reflexión al conocer estos datos a la hora negra de decidir fumar marihuana, a sabiendas del daño real que ocasionan a su cerebro, el órgano más maravilloso infundido por Dios  y por las degradaciones de la memoria y daño  que se harán inexorablemente fehacientes a los  doce meses de exponer al cuerpo a esta sustancia.

Confieso que no me es agradable escribir sobre este tema, sin embargo, es imperativo por solidaridad a los magníficos jóvenes del país y del mundo.

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