20 de abril de 2024, 8:50 AM
20 de abril de 2024, 8:50 AM

Por el momento, Luis Arce y Evo Morales están distanciados. Ambos dirigentes políticos disputan duramente la posibilidad de ser candidatos del MAS en las próximas elecciones generales, pero es más lo que los une que lo que les separa. Un ejemplo de ello es el manejo de las relaciones internacionales.

Desde que Evo Morales accedió al poder, en enero de 2006, se dio un giro radical en la política exterior de Bolivia. Indiscutiblemente, China, Rusia, Irán,Cuba y Venezuela comenzaron a gravitar en las decisiones del gobierno masista porque, ajeno a la importancia de las políticas de Estado o a la necesidad de una diplomacia profesional, Evo Morales optó por privilegiar sus afinidades ideológicas.

Y es tanta la obsecuencia que a veces se incurre en declaraciones polémicas. Por ejemplo, en septiembre de 2023, el Viceministro de Relaciones Exteriores, Freddy Mamani, se declaró admirado por “la capacidad del Gobierno Chino para sacar de la pobreza a millones de sus habitantes, expandiendo el bienestar y el desarrollo a una escala poco conocida por la humanidad, lo cual demuestra con creces que el desarrollo y la prosperidad sin exclusiones es posible”.

Pero es de público conocimiento que en China rige un solo partido, no hay independencia de poderes ni libertad de asociación, no existen medios independientes ni voto universal. Mucho más: no existen derechos laborales y los derechos humanos son simple y llanamente una entelequia. Por eso, de acuerdo a los estándares internacionales, se considera que el régimen de Pekín es autocrático.

Lo mismo pasa con Irán. De acuerdo con el último informe de Amnistía Internacional, el régimen iraní trata a las mujeres como ciudadanas de segunda clase y les restringe todo tipo de derechos: no existe libertad de reunión, asociación ni expresión; son frecuentes las detenciones, torturas y tratos crueles e inhumanos, y persisten la ejecuciones públicas de personas condenada a la pena de muerte; pero el Gobierno de Bolivia se esmera por tener fuertes lazos con el régimen de Teherán.

No en vano, el ministro de Defensa, Edmundo Novillo, en julio de 2023, firmó un acuerdo de ampliación de la cooperación bilateral y declaró que es “un modelo” para las naciones que buscan la libertad y que es un referente de progreso en ciencia, tecnología, seguridad e industria de defensa”.

Precisamente, el último acuerdo suscrito entre Novillo y su par iraní ha desatado muchas susceptibilidades en la región, particularmente en Chile y Argentina por la vocación belicista de Irán que, por cierto, es considerado como un país que patrocina el terrorismo y tiene sanciones internacionales por desarrollar un programa de desarrollo nuclear más allá de los límites establecidos por la comunidad internacional.

En ese contexto, recientemente, Patricia Bullrich, ministra de seguridad de Argentina denunció la presencia de militares iraníes en Bolivia y Chile. La declaración motivó una airada protesta de los gobiernos aludidos. Bullrich se disculpó con Chile pero no hizo lo mismo con Bolivia y el Gobierno nacional tampoco hizo más para reivindicar la imagen del país ante la comunidad internacional.
A ello se suma el hecho de que los convenios firmados con Irán no han sido explicados ante la Asamblea Legislativa, como corresponde de acuerdo a la Constitución. Y en materia de relaciones internacionales ese tipo de secretos solo sirven para ocultar acciones reñidas con el bien común. El Gobierno tiene pendiente una explicación clara y transparente porque los acuerdos con Irán involucran la fe del Estado boliviano. En diplomacia, la transparencia es una regla fundamental.