Morales parecía encaminado a una tercera reelección, pero debió salir de su zona de confort. Mesa agarró un segundo aire y el siniestro coincide con su crítica mayor a Evo. Ortiz debió detener la regionalización de su campaña. Es el tema a debatir

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9 de septiembre de 2019, 6:15 AM
9 de septiembre de 2019, 6:15 AM

Antes de que ardiera la Chiquitania, todo parecía encaminado a una victoria de Evo Morales en las elecciones de octubre. En las encuestas de intención de voto le sacaba entre un 11 y un 17% a Carlos Mesa, lo suficiente para ganar en primera vuelta aún sin alcanzar el 50%. Su discurso de estabilidad iba en concordancia con el clima país, en el que la mayoría de los bolivianos expresaba un optimismo moderado sobre el futuro de su economía.

Ahora, tras más de un mes de quemas, la campaña electoral está totalmente trastocada: las principales fuerzas políticas, las que encabezan todas las encuestas de intención de voto, se vieron obligadas a suspender parcialmente sus campañas y comenzar a discutir el modelo de desarrollo, un tema que era cuestionado solo por la candidatura de Comunidad Ciudadana. Así lo confirman Manuel Canelas, ministro de Comunicación; Gustavo Pedraza, candidato a la Vicepresidencia por CC, y Vladimir Peña, vocero de campaña de Bolivia Dice No.

A eso se suma el escenario del desastre: Santa Cruz, el departamento más disputado electoralmente. También hay incendios en Beni, pero el peso del mercado electoral cruceño obligó a las tres fuerzas a centrarse en las tierras grigotanas: Mesa necesita una buena elección regional para llevar a Morales a segunda vuelta, mientras que el MAS debe asegurar al menos su voto duro y acercarse al 30% si no quiere sorpresas. Óscar Ortiz debe cuidar su patio, su núcleo electoral, si quiere un futuro político para él y su partido. El fuego ya cambió el juego electoral. Lo que resta por ver es si consigue imprimirse en la papeleta electoral.

 

Concierto de dudas

Los incendios en el Bosque Seco Chiquitano comenzaron a mediados de julio, pero no fueron de interés político hasta un mes después, cuando la situación se comenzó a desbordar. Entre el 10 y el 15 de agosto, cuatro municipios y la Gobernación se declaran en emergencia y el Gobierno central fue entrando de a poco en el tema. Ya había mandado un par de helicópteros y al viceministro de Defensa para encargarse de la situación, pero no fue suficiente.

El 18 de agosto, Morales puso a Javier Zavaleta, ministro de Defensa, a cargo del operativo, justo el mismo día que la Gobernación declara desastre departamental y cede la administración. Ya habían ardido medio millón de hectáreas. Ahí se descubre a Zavaleta como un vocero que no convence: dice que los focos de calor bajan, justo cuando un temporal de viento aviva los fuegos y Morales se encontraba en una bicicleteada en Cochabamba. Las quemas se acercaban al millón de hectáreas y el presidente suspendió su campaña.

Esa semana fue de ardua disputa política. Primero, el Comité Pro Santa Cruz suspendió el paro cívico, dejando huérfana a la protesta nacional por el 21-F. Luego, el 20 de agosto, Mesa y Pedraza fueron hasta Roboré a remover las cenizas del incendio como quien mete el dedo en la llaga. Acusaron a Morales de provocarlo con un decreto promulgado en junio, pero cosecharon críticas en las redes sociales por considerar que su forma de hacer política era oportunista.

Ortiz se mantuvo en todo momento lejos de la Chiquitania. Según Peña, el presidenciable y sus candidatos se dedicaron a recolectar ayuda y enviaron decenas de toneladas a la región afectada. El postulante cruceño politizó la etiqueta #SOSChiquitania.

Según Canelas, las prioridades se volvieron otras y dejaron de lado la campaña, y ve con buen ojo que el resto de los partidos siguiera los pasos del MAS. Admite que hay una afectación profunda a los planes proselitistas del oficialismo por el carácter de la emergencia.

Mientras Mesa y Ortiz limitaban sus participaciones a unas pocas apariciones en prensa y en redes, miraban de palco cómo el Gobierno se desgastaba a sí mismo. El Gobierno reforzó a Zavaleta con Juan Ramón Quintana, ministro de la Presidencia, sociólogo y exmilitar, pero la política es la guerra por otros medios, y cuando Morales, el domingo 25, se abrió a la ayuda internacional y anunció que la Chiquitania ya era una zona de desastre y no se escatimarían recursos para atender la demanda, Quintana salió con un discurso de guerrero a denunciar la mano de ‘la derecha’ en incendios intencionales. Había pasado el fin de semana con imágenes dantescas de fuego en la carretera y protestas en Roboré, pero no fue leída como oportuna por la opinión pública dicha acusación.

Esas contradicciones discursivas caracterizaron el manejo de la crisis por el lado del Gobierno. Por ejemplo, el 28 de agosto, luego de la reunión de gabinete, la mayoría de los ministros salieron a pedir que no se politice el tema, que con unidad se canalice la ayuda, y Morales decía que no se iba a ahorrar un peso para el posincendio, pero Zavaleta llamaba ‘tipejos’ a sus críticos. Cuando Morales decidió tomar el toro por las astas y trasladarse a la Chiquitania, lo vistieron de bombero y lo llevaron a un lugar donde había poco fuego y pocas personas trabajando. Las imágenes fueron carne de memes en las redes.

Ante una nueva arremetida de Mesa, Canelas lo acusó de hacer de la ‘amnesia una virtud’ y le recordó que durante su gestión se quemaron 4 millones de hectáreas. En toda la crisis, el oficialismo no usó a Carlos Romero, titular de Gobierno, el único ministro que conoce realmente el campo en Santa Cruz y que tiene una relación de larga data con los sectores, indígenas, campesinos y colonizadores y el núcleo empresarial.

 

El posincendio político

El fuego no se ha apagado aún, pero en la campaña política ya es posincendio. El 3 de septiembre, la cúpula de CC se reunió en Sopocachi para definir el resto de su campaña. Según una fuente que participó del encuentro, dos estrategas aseguraron que los ánimos han cambiado y hay una fuerte convicción de ganar en segunda vuelta, que hasta dos semanas estaban algo bajoneados, pero los incendios y los rumores de nuevos hijos de Evo han dado un segundo aire. Pedraza no negó esta situación, esquivó la respuesta y aseguró que su campaña es distinta, que son un ‘no partido’ y que pelean en condiciones de inferioridad frente al aparato estatal y la Gobernación.

Esa pelea, sin embargo, está cambiando. En esa reunión se anunció que Mesa dejará la campaña puerta a puerta para centrarse en actos masivos -marchas y concentracionesy ha cambiado de tono. De a poco se deshace del lema “Ya es demasiado”, por “Una Bolivia mejor” y en las últimas semanas tratará de ‘comerse’ a Ortiz con el voto útil.

La materialización de ese plan comenzó el viernes en Santa Cruz, cuando Mesa mezcló un acto de masas con una transmisión en FB Live bien organizada. “La enemistad de Evo Morales con el medioambiente, con su discursito demagógico-pachamamista es algo que no se lo va a perdonar”, dijo en un tono mucho más enérgico que el que acostumbra.

De momento, Morales y Ortiz parecen atrapados en el fuego. Los candidatos de Bolivia Dice No comienzan con su proceso de regionalización de la campaña tres semanas tarde, mientras que Peña se prepara para comparar con el Gobierno a quién se le quemaron más hectáreas mientras estuvo a cargo de la situación. Dice que en julio fueron 250.000 hectáreas de quema, que, hasta el 17 de agosto, cuando la Gobernación declaró desastre departamental, se sumaron otras 300.000, pero que al Gobierno en estas tres semanas se le han quemado más de un millón.

Canelas dice que paulatinamente están retomando la campaña, que tienen que definir de buena manera el posincendio. Morales el sábado recibió a parlamentarios iberoamericanos, justo luego de volver de Colombia, donde se reunió con Iván Duque y habló por teléfono con Jair Bolsonaro, los presidentes que supuestamente iban a interponer sus oficios para apurar una sentencia contra la reelección en la CIDH. Morales busca normalidad, pero el viento y el fuego no se lo permiten. Para Franz Flores, doctor en Ciencias Políticas, el tema medioambiental se volverá obligatorio de aquí al 20 de octubre, pero advierte de que quizá no todo el electorado sea permeable a él.