El historiador francés Claude Schopp ha reunido las piezas de un puzzle que desvelan que se trata de Constance Quéniaux, una antigua bailarina convertida en cortesana, que amasó fortuna y que acabó sus días entregada a la filantropía

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26 de septiembre de 2018, 12:30 PM
26 de septiembre de 2018, 12:30 PM

"El origen del mundo", la polémica vagina pintada por el francés Gustave Courbet en 1866, encerraba un misterio que ha alimentado este tiempo su leyenda: la identidad de la modelo que posó para el pintor.

El historiador francés Claude Schopp ha reunido las piezas de un puzzle que desvelan que se trata de Constance Quéniaux, una antigua bailarina convertida en cortesana, que amasó fortuna y que acabó sus días entregada a la filantropía.

Especialista en la vida y la obra de Alejandro Dumas, padre e hijo, Schopp se topó "por casualidad" con la pista que aclaraba el misterio y que, además, saca a la luz a un personaje digno de "El conde de Montecristo" o "La dama de las camelias".

"A veces trabajas duro para encontrar algo y encuentras poco y, en este caso, encontré mucho por azar", explica a Efe el experto que, tras su hallazgo, dedicó "meses" a trazar la vida de Quéniaux.

La resolución del enigma estaba escondida en un error en la transcripción de una misiva que en 1871 Dumas hijo envió a la escritora George Sand criticando a Courbet, firme defensor de la Comuna de París que los dos primeros consideraban una amenaza para sus bienes.

Atrás quedan, a su juicio, "teorías muy hipotéticas", como la que insinuaba que se trataba de una amante irlandesa de Courbet, que se caía por su propio peso porque la dama era pelirroja, en clara contradicción con el color del vello púbico del cuadro.

El cuadro fue pintado por Courbet para un diplomático turco, adepto de la vida mundana, llamado Khalil Bey. Schopp asegura que Quéniaux fue amante de Bey, que poseyó el cuadro durante año y medio pero que por su osadía apenas lo enseñaba.

A mediados de los 90, el Gobierno francés aceptó este cuadro como liquidación del impuesto de sucesión por parte de sus herederos y desde 1995 cuelga de las paredes del Museo de Orsay.