Se calcula que 480.000 viven en el departamento oriental, donde se dedican al comercio, a la ganadería, a la gastronomía, a la industria y a otros oficios. Miles de residentes celebraron ayer en el cambódromo con comidas típicas, bailes y jolgorio

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14 de septiembre de 2018, 4:00 AM
14 de septiembre de 2018, 4:00 AM

Dicen que cochabambinos hay en todas partes. Si uno los busca en la China, los hay; en la luna y hasta debajo de las piedras también los hay, se exagera para graficar el espíritu errabundo del cochala, que hoy recuerda 208 años de la gesta libertaria de Cochabamba, por lo que sus habitantes festejan en varios puntos del país e incluso en el exterior.

En Santa Cruz se calcula que viven unos 480.000 cochabambinos, en la ciudad capital y sus provincias, donde muchos han prosperado en el sector del autotransporte, del comercio, de la agricultura, de la gastronomía, de la industria, de la ganadería, entre otros oficios.

A decir de José Quiroz, presidente de los residentes cochabambinos en Santa Cruz, un 80% de sus paisanos (incluido él) trabaja en el sector del transporte y el resto en los campos de la gastronomía, la agricultura, el comercio, la ganadería, en espectáculos, etc.

“En el sector de la venta de hidrocarburos le digo que un 70% de los propietarios de los surtidores en Santa Cruz son cochabambinos. Nosotros hemos aportado mucho y lo seguimos haciendo a Santa Cruz”, manifestó Quiroz, ayer en el cambódromo, donde se armó la fiesta de los residentes.

Muchos cochalos se han levantado de la nada en tierra cruceña. Eso sí, con mucho esfuerzo. Es el caso de Tita Dora Villarroel (74), quien llegó a Santa Cruz a sus 31 años de edad. Empezó haciendo pan para vender en la zona del barrio 4 de Noviembre y en el mercado La Ramada. Al poco tiempo se compró un lote en el barrio Los Chinos y su negocio floreció hasta convertirlo una gran panadería, la San Nicolás, que ahora funciona en su casa, en los mercados La Ramada, en el Abasto central y en el sur y en el km 6 de la ruta a La Guardia.

Su pequeño imperio, apuntalado por su esposo, le permitió criar y sacar profesionales a sus cuatro hijos, dos de los cuales han ensanchado el negocio abriendo sus propias panaderías.

Gastronomía y folclore

La celebración empezó ayer al mediodía en el cambódromo con una feria gastronómica en la que se ofrecieron a la venta una variedad de platos cochabambinos: chanka de conejo y de pollo, pampaku, silpancho cochabambino, jaka lawa, chajchu, habas pecktu, charque taka, pique a lo macho, chicharrón cochabambino, jankakipa, k’allu, matambre, y otros.

Carlos Bayá, uno de los cochabambinos conocidos en nuestro medio, se mostró orgulloso de la culinaria de su pago, pues tiene mucha reputación incluso a escala internacional, como es el caso del silpancho y pique a lo macho que han rebasado fronteras.

También hubo a la venta diversos tipos de panes, empanadas, rosquetes, bizcochos, el famoso pan de Arani y la marraqueta. Una de las tradicionales panaderas cochabambina es doña Edelfrida Ferrel Vidal (61), que llegó de la Llajta acompañada de su esposo, Carlos Vidal, exclusivamente para vender una variedad de masas y la infaltable chicha punateña en la fiesta de los residentes, donde la cerveza también corrió a mares.

En la serenata, que se inició alrededor de las 19:00, se realizó el tradicional desfile de teas y, posteriormente, cuadrillas de caporales y de salay rindieron homenaje a Cochabamba con la entrada folclórica que puso ritmo y un tono multicolor a las danzas para el deleite de los miles de espectadores que se dieron cita en el escenario para gritar: “¡Viva Cochabamba mayllapipis!”.

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