Del Ciudadano Kane al Ciudadano Byte, la permanente transformación de la generación humana

Por: Juan Carlos Peña Gutiérrez

Registro Profesional 024

Jefe de Carrera Comunicación Estratégica y Digital UTEPSA

Con la entrada en escena del Covid–19, muchos analistas afirman que tuvieron que pasar 20 años para que la humanidad inicie el despegue final del siglo XXI, un siglo que inició tarde, que nos obligó a reinventarnos y a pensar de un modo mucho más acelerado acerca de nuestro futuro y del futuro de nuestras generaciones.

El mundo de la Comunicación no fue la excepción, con la gran avalancha de tecnologías emergentes y procesos de digitalización que han marcado las maneras de comunicarnos en las distintas áreas de nuestra vida cotidiana, tanto personal como profesional. A partir de la década de los años cuarenta en pleno siglo XX, existieron dos personajes que son fieles exponentes de la transformación permanente de la humanidad, los “Ciudadanos Kane y Byte”. Tanto “Kane” como “Byte” son casi gemelos, aunque “Byte” no se llamó originalmente así, pues nació con el nombre de “Bit”.

El “Ciudadano Kane” nació de un Papá muy ingenioso, el famoso y creativo cineasta Orson Wells, que a los 25 años inspirado en la vida real del magnate norteamericano de la prensa William Randolph Hearst, creó en la película “Ciudadano Kane” a Charles Foster Kane, dueño de la cadena de periódicos (Inquirer), de una red de emisoras, de dos sindicatos y de una colección de obras de arte. Como director de la cadena de medios, “Kane” recibía más de 2,000 informaciones diarias, las que revisaba personalmente. De éstas solo escogía 300 según su criterio, expresando que solo aquellas 300 su público merecía conocerlas, pues las sobrantes eran echadas a la basura, dando a entender sobre la influencia que los medios de comunicación tenían ya en la sociedad de aquella época y que tendrían en el futuro.

Por su parte, “Bit” tuvo como Papá a John Tukey, matemático y estadístico, quién mientras trabajaba con John Von Neumann en los primeros diseños de computadoras, lo bautizó como una contracción de la frase "binary digit"; es decir, digito binario, la unidad pequeña de información almacenable en una computadora o dispositivo periférico, expresada en forma de unos y ceros (1 y 0). Más adelante Werner Buchholz, lo rebautizó como “byte”, una agrupación de ocho “bits”, que es la medida de almacenamiento de datos más pequeña con la que trabaja la memoria de un computador.

Unos años antes, Claude Shannon, sentaba las bases de la Comunicación y el mundo digital con la “teoría Matemática de la Comunicación”, que estudia la transmisión y procesamiento de datos, como la capacidad de los sistemas de comunicación para procesar y trasmitir esa información. Surgían también la radio, la televisión y el cine, que volvían a la comunicación instantánea y global, permitiendo la conexión entre culturas y la difusión de ideas a gran escala, transformando la forma del entretenimiento y la entrega de información al público.

Hoy en día, como en la novela escrita por Robert Louis Stevenson, “El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde”, en la que una misma persona tiene dos o más identidades con características únicas; el “Ciudadano Kane” se ha convertido en “Ciudadano Byte”.

El “Ciudadano Kane” ha transitado desde la generación de los 'niños de la Posguerra'; quienes fueron grandes trabajadores, muy sacrificados, perseverantes, austeros, nostálgicos y muy realistas, a la actual generación 'Alfa'; muy hiperactivos, menos emocionales, la primera generación de la “realidad virtual”, con menos amigos reales y más virtuales, productores y consumidores de plataformas on line y redes sociales, convirtiéndose en la generación del “Ciudadano Byte”, o la del “Ciudadano Zettabyte”, que equivale a mil millones de terabytes, tomando en cuenta el cambio generacional de la tecnología.

Se hizo realidad la propuesta de Norbert Wiener, padre de la “Cibernética” y la “inteligencia artificial” que junto a otros científicos dieron lugar al nacimiento de las ciencias de la computación. “Wiener” influenció con sus ideas cibernéticas de la retroalimentación. Hoy, con la irrupción de internet y las tecnologías digitales, se ha iniciado una nueva era en la comunicación, pues las redes sociales, los blogs y los mensajes instantáneos han democratizado la producción de contenido creando una sociedad hiperconectada.  

La inteligencia artificial ha revolucionado la forma en que interactuamos con las máquinas y entre nosotros; siendo el metaverso el próximo gran escalón de internet que nos lleva a la comunicación inmersiva, entornos 3D y realidad virtual en la comunicación del futuro. Ese futuro es desafiante y lleva a preguntarnos ¿Ya no nos comunicaremos cara a cara? ¿Hablaremos idiomas distintos, pero nos entenderemos? ¿Podremos comunicarnos telepáticamente algún día? ¿Las máquinas podrán entender nuestras emociones? ¿qué deparará el futuro al “Ciudadano Byte”?

¿Cómo podemos estar preparados y ser parte de las respuestas?

En UTEPSA, la carrera Comunicación Estratégica y Digital se encuentra un paso adelante en los desafíos que redefinirán el presente y futuro, capacitando al nuevo profesional con habilidades, competencias y roles en el liderazgo de equipos, motivándolo a ser el constructor de relaciones de confianza y autenticidad con un enfoque ético en estos tiempos inciertos, impulsándolo a utilizar de manera eficiente las nuevas tecnologías y el uso de datos, en el diseño, planificación y ejecución de estrategias para alcanzar e impactar en audiencias hiperconectadas, garantizando así la reputación y sostenibilidad de las organizaciones. Nuestra carrera, responde a los retos del presente y a los desafíos del futuro, tanto en la modalidad presencial como en semipresencial plan-trabajador, con un plantel de docentes altamente especializado y el laboratorio audiovisual digital más completo de Bolivia.

En esta nueva era que la hemos denominado “era de la “verdad”, se deben establecer en nuestras vidas de manera categórica, la resiliencia, la flexibilidad, agilidad, el pensamiento creativo, analítico, sistémico y el aprendizaje permanente, con la seguridad de que la necesidad de compartir ideas, emociones, experiencias y sobre todo la creencia en Dios, seguirán siendo el motor que impulse la evolución de la generación humana.