El músico Carlos Rosso Orosco deja la UCB y con ello su legado: una visión humanista de la cultura, de las artes y de la vida. Hacer arte es ir contra la corriente

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13 de mayo de 2018, 4:00 AM
13 de mayo de 2018, 4:00 AM

En un mundo materialista, orientado a los resultados, a la tecnología y a lo superfluo, hacer arte es ir contra la corriente. Ya en 2014, Carlos Rosso Orosco convocaba: “Sigamos juntos en esta época vacilante en la que, aparte de la clásica dualidad entre la cultura erudita y la popular, ha irrumpido la cultura de masas; que unida a la urgencia de vender más ha puesto en juego la moral de la cultura, del buen hacer trascendente que nada tiene que ver con la casualidad y mucho menos con el espectáculo”.

La mirada del maestro Rosso de la cultura, y más específicamente de la música desde el humanismo, ha sido determinante en su labor de formación. Desde esta postura, en la que el arte ocupa un lugar central, es que Rosso ha realizado, según el músico Cergio Prudencio, “la acción educativa más importante de los últimos cincuenta años (2014)”.

El padre Hans van den Berg, exrector de la Universidad Católica Boliviana San Pablo, ha subrayado, en diversas ocasiones, que la labor de Rosso en el Departamento de Cultura en la UCB La Paz se ha destacado por la creación de programas de formación a nivel de licenciatura en música, literatura y cine. Tomarse tan en serio a la dimensión artística de la existencia humana, algo tan poco usual en nuestro medio, fue lo que motivó, sin duda, la creación de estos programas con los estándares más altos y, por ello, sin precedentes, con los mejores docentes y estudiantes. El primero (1974-1978) fue dirigido  por Rosso y Alberto Villalpando, uno de los compositores más importantes de música contemporánea del país. Varios extraordinarios músicos, hoy reconocidos, estudiaron en el taller, como Prudencio, fundador y director de la Orquesta Experimental de Instrumentos Nativos, o Agustín Fernández, catedrático de composición de la Universidad de Newcastle, Inglaterra, para nombrar algunos. 

Con el Programa de Dirección de Cine (2006-2010) también surgió una generación que ha renovado y señalado otros derroteros para el cine nacional. Varios de sus graduados cuentan con premios internacionales, entre los más recientes, mencionamos a Mauricio Ovando y Carlos Piñeiro -por sus reconocimientos en el Bafici-. Se trata de un grupo de profesionales que se han involucrado en la creación de espacios clave para la difusión de un cine alternativo como son el Festival de Cine Radical, el colectivo Socavón Cine y Casa Espejo. No es de relevancia menor la contribución a la renovación de la cultura, investigación y formación que vienen realizando los graduados de las licenciaturas en música (1999-2003) y literatura (2000-2004) del Departamento de Cultura.

La revista Ciencia y Cultura -otro de los legados del maestro Rosso al Departamento de Cultura de la UCB- es evidentemente una publicación única en Bolivia tanto por su duración, como por su calidad. Es una de las pocas revistas académicas de Bolivia indexada en Scielo y Redalyc, bases de datos de publicaciones científicas, en las cuales se han publicado artículos arbitrados sobre cultura, arte, música, literatura e historia de Bolivia, entre otros temas, que están a disposición online. No es un hecho menor el que la revista se haya abocado obstinadamente a temas de poca relevancia en la sociedad boliviana, como son el arte y la cultura, y que, hace unos años, haya dedicado un número al humanismo.

En el acto de reconocimiento que la UCB le hizo al maestro Rosso, con motivo de su retiro de la institución, el 19 de abril, el padre Hans lo describió como “un verdadero humanista”, motivo por el cual le dedicó una disertación y obsequió una compilación con los mejores artículos que pudo encontrar sobre el tema. En el mismo acto, Rosso compartió su particular visión de la cultura: “La palabra cultura tiene mucho en común con la palabra culto, ambas se refieren al alma humana y tiene que ver con lo que es noble, elevado, con la naturaleza ética y  estética de las personas.

La cultura, no en su concepto antropológico, sino más bien en referencia al enaltecimiento del espíritu a través de las artes, las humanidades […], el culto entendido como la observancia honesta de los valores morales como son la amistad, la lealtad, la compasión y el respeto a la verdad. Cultura y culto tienen que ver, por lo tanto, con nuestra existencia misma, con nuestro talante honorable de hacer el bien a los demás y nosotros mismos. Los humanos creamos cultura y damos culto, y así es como podemos entender no solo lo trascendente y lo simbólico, sino también lo elemental, lo primigenio de nuestra condición humana”.

Se puede apreciar esta dimensión humanista en Rosso, no solo en su dedicación a la música, a las artes y a la formación, sino en sus lecturas filosóficas, meditaciones y reflexiones de larga data sobre una vocación que, en sus palabras, “le permite acercarse a la bienaventuranza en un mundo de impostura, tiranía, vacío y desaliento y (…) ante la pena de ver tanto oprobio (2014)”. La música, vista de esta manera espiritual y existencial (su razón de vida, en sus palabras), es una vocación a cultivar, con rigor y compromiso ineludible, un llamado a resistir a la banalidad. En las palabras de Rosso: “No es mejor lo que más público atrae. No hay por qué rendirle culto a lo banal, a la vulgaridad de expresiones fáciles y multitudinarias, sin contenido, donde no hay que pensar, ni reflexionar.  […] Que sean otros a los que no les importa la forma y menos el contenido, que sean otros los que se alegran y regocijan con la simpleza sin sentido, con lo trivial que no trasciende, con lo ramplón que no transforma o lo chabacano que embrutece (2014)”.

En la visión humanista de la cultura y las artes de Rosso se trasluce además un componente crítico, ético y un reconocerse en el momento histórico en el que vivimos. De ahí surge una propuesta de formación para la UCB, de nuevo a contracorriente, que subraya el saber ser, en contraposición a la tendencia global de solo atender al saber hacer, el ahora, la competitividad y los resultados; un mundo huérfano de pensamiento crítico y solidaridad en el que la vida y la dignidad de los seres humanos y de la naturaleza pareciera tener cada vez menos importancia.

Reconocerse en el momento histórico y en un país de gran diversidad cultural ha sido otra de las reflexiones que ha definido la filosofía del Departamento de Cultura y Arte desde su fundación en 1997, a la cabeza de Rosso. Así desde esta mirada analítica y sensible de la realidad, Rosso ha abordado el desafío de hacer, pensar y formar en arte y humanidades en un país donde “había mucho que hacer, había todo por hacer (2014)”.

Ante su partida de la UCB, el maestro Carlos Rosso Orosco nos deja la pregunta: ¿cómo continuar y contribuir a su legado?