La cárcel cruceña es la que más sufre de hacinamiento en el país. A escala regional, Bolivia ocupa el cuarto lugar de superpoblación en Latinoamérica.

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1 de abril de 2018, 4:00 AM
1 de abril de 2018, 4:00 AM

Palmasola es el penal con los peores índices estadísticos en el sistema carcelario boliviano. La cárcel cruceña es la más poblada del país y es la que más hacinamiento sufre debido a su capacidad de albergue. Le sigue el centro penitenciario de San Pedro, en La Paz. La única cárcel que no sufre por superpoblación en la actualidad es el complejo carcelario femenino de Miraflores, en la sede de Gobierno.   

El reclusorio de Palmasola fue creado en 1989. Tiene una capacidad para 600 varones. En ese sector ahora están recluidos 5.294, lo que implica una superpoblación del 782%. En el espacio para mujeres hay 385 reclusas, a pesar de que fue concebida para 200 personas. 

“Las cárceles hacinadas generan dinero, generan cobros millonarios, pronto saldrá una investigación de este problema. En el caso de Palmasola, es la cárcel más superpoblada del país y por eso hay corrupción”, destaca Ramiro Llanos, exdirector de Régimen Penitenciario. 

El departamento de La Paz aglutina cinco centros penitenciarios. El más hacinado es el de San Pedro, en pleno centro paceño. Este panóptico fue construido en 1895 y tiene una capacidad de albergue para 400 personas. En la actualidad están recluidos 2.512 presos, lo que representa un 528% a más.

Chonchocoro, la cárcel más segura del país que fue edificada en 1992, tiene una capacidad para 103 reos, pero ahora habitan 384, lo que provoca un 273% de superpoblación carcelaria. 

La cárcel más moderna es la de Qalauma, creada en 2011 en el altiplano paceño. Este penal tiene una capacidad para 150 personas, pero en la actualidad están recluidos 245. En este caso hay un 63% de hacinamiento.       

Solo una con nivel positivo

El caso de las cárceles de mujeres en La Paz tiene cifras agridulces. En el penal de Miraflores no existe hacinamiento, ya que en ese espacio ahora habitan 65 internas en un complejo construido para 100 recluidas.   

Sin embargo, en la cárcel de Obrajes, en el sur de la ciudad de La Paz, se detectó un 29% de hacinamiento, ya que existen 317 reclusas en un penal diseñado para 245 mujeres. 

Cochabamba tiene seis reclusorios. Y todos sufren de hacinamiento. El penal de El Abra, creado en 1999, fue diseñado para 360 reclusos, pero ahora hay 762 reos, lo que significa que tiene un 112% más de su capacidad.

En la cárcel de San Sebastián (varones) se encuentran 744 reclusos en un espacio para 250; mientras que en el sector de mujeres hay 221 en un espacio concebido para 130 privadas de libertad. Los otros complejos carcelarios de San Antonio, San Pablo y San Pedro también sufren de hacinamiento.

Una de las estrategias del Gobierno para reducir el hacinamiento consiste en la aplicación de manillas electrónicas para personas con detención preventiva, que hasta 2017 alcanzaba a 16.000 en todo el país. 

En la gestión pasada, el ministro de Gobierno, Carlos Romero, detalló que estos artefactos electrónicos están contemplados en el marco del Plan de Seguridad Ciudadana BOL-110. Las manillas electrónicas serían aplicadas este año. 

Romero, en esa oportunidad, consideró que este sistema podrá descongestionar los 63 centros penitenciarios del país. Se estima que el 70% de los privados de libertad no cuentan con sentencia condenatoria, es decir están con detención preventiva. 

Otra posibilidad para reducir la población carcelaria consiste en la construcción de nuevos complejos penitenciarios. Según el ministro Romero, actualmente se encuentran en proceso de estudios de prefactibilidad para edificar nuevas cárceles en La Paz, Cochabamba y Santa Cruz.  

La situación de Bolivia

Bolivia se encuentra entre los 10 países con mayor sobrepoblación carcelaria en el mundo y es el cuarto a escala latinoamericana. El país superó la escala crítica y el año pasado se llegó al 256% de hacinamiento. Y a eso se le suma que la situación de los reos es precaria e infrahumana en todos los penales.      

La Defensoría del Pueblo elaboró un documental en el que muestra la realidad de los 56 centros penitenciarios de Bolivia. Las imágenes  duelen por el nivel de vida que llevan los reos, que en realidad sobreviven en condiciones desalmadas e inclementes. 

“La situación es precaria, en su mayoría, infrahumana, como en la mayoría de los países del mundo. Lo más negativo es el hacinamiento, que excepcionalmente no existe en algunas cárceles de mujeres; asimismo, se evidencia la falta de condiciones para las terapias de estudio y trabajo en términos generales, aunque en una parte de las cárceles un número importante de personas puede acceder”, relata el defensor del pueblo, David Tezanos-Pinto. La cifra de privados de libertad sobrepasó los 18.000 y las cárceles del país solo pueden albergar 5.600. La sobrepoblación es del 256% y la cifra sigue siendo una alerta para las autoridades. 

Bolivia es el cuarto país en Latinoamérica con mayor cifra de hacinamiento carcelario, después de Haití, El Salvador y Venezuela. A escala mundial, 115 países se encuentran por encima del 100% de su capacidad carcelaria; 79 naciones superan el 120% de su capacidad, lo que se denomina un hacinamiento crítico; y 51 países están por encima del 150% de su capacidad, con un hacinamiento extremo. Bolivia se encuentra en este último peldaño, con porcentajes variados en las distintas penitenciarías, con un 256% de hacinamiento promedio. 

Las carceletas en Santa Cruz tienen niveles infrahumanos

En Montero la situación sobrepasó los límites normales. Existe hacinamiento en los dos penales y la Defensoría del Pueblo llama al Gobierno central y gobiernos subnacionales a emplear métodos de solución. 

Las carceletas de Montero quizá tengan niveles de vida peores que en Palmasola. La Defensoría del Pueblo identificó en estos recintos “niveles dramáticos” de supervivencia, lo que provoca las condiciones con las que se maneja y el hacinamiento.    

Según datos del ministerio de Gobierno, en la cárcel de Montero hay 419 recluidos, 389 varones y 30 mujeres. Mientras que en la carceleta Montero C.R.P. hay 364 privados de libertad. Ambos centros representan el 12% de población carcelaria del departamento de Santa Cruz. 
El defensor del pueblo, David Tezanos-Pinto, explica que la capacidad en las carceletas de Montero sobrepasó los límites y lo que aumenta el problema es la condición en las que se encuentras los reclusos. 

“El nivel es dramático. Hay hacinamiento crónico (en Montero) y lo que aumenta la preocupación es que los reclusos viven en condiciones infrahumanas. Esto es lamentable y se debe tomar cartas en el asunto”, reclama Tezanos-Pinto. 

El penal modelo de Montero, inaugurado en 2013, fue pensado para una población de 150 internos, cifra que ya se triplicó y ha hecho que para dormir en un pequeño espacio en el piso se tenga que pagar al menos Bs 350.

El también conocido como Centro de Readaptación Productiva Montero, que está a 10 kilómetros de la capital norteña sobre la vía que va hacia Okinawa, tiene 364 internos hombres, que llegan con detención preventiva y sentencia condenatoria por delitos cometidos en el norte.
En Beni, las carceletas de Guayaramerín y de Riberalta pasan la misma situación que Montero.