Aquí, el discurso que dio el profesor Kempff el 14 de mayo de 1986, cuando fue recibido como miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Bolivia. Su relevancia es la vigencia de la preocupación por el deterioro de los recursos naturales

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3 de septiembre de 2018, 3:00 AM
3 de septiembre de 2018, 3:00 AM

Aunque nuestro país es uno de los más privilegiados en cuanto a la abundancia de recursos naturales renovables, estamos haciendo mal uso de ellos, sin tener en cuenta la fragilidad de los ecosistemas, cuya ruptura se traduce en una funesta secuela de daños que van desde la erosión de los suelos y la consecuente pérdida de las tierras de cultivo, hasta la extinción de valiosas especies forestales y animales. En la medida en que se reducen las áreas forestales se reduce la vida animal, porque es en ellas donde la fauna se desenvuelve. En otras palabras, como ya muchos ecólogos lo han señalado, nos estamos empobreciendo aceleradamente debido al mal manejo de nuestros recursos naturales.

Resulta imperativo que los encargados de formular la política de gobierno, así como las instituciones rectoras del país a nivel de academias y ciencias, universidades, corporaciones de desarrollo, concedan especial importancia a desarrollar las perspectivas de un desarrollo armónico, orientando sus programas específicos hacia planes integrados de política conservacionista.

En el país existen muchos estudios sobre el deterioro de nuestros recursos naturales renovables, pero cuantas veces se lo ha señalado y se han hecho recomendaciones para evitar que continúe, desgraciadamente no se han puesto en práctica las recomendaciones. En la zona que se conoce como región integrada de Santa Cruz, cuando los suelos son destinados a la agricultura de especies anuales, sin rotación de cultivo, pierden su fertilidad al cabo de pocos años. Este empobrecimiento ha determinado que en esa región se destruyan grandes superficies de bosques, con el resultado de que extensas áreas en las que se practicó una agricultura intensiva por muy corto tiempo, han pasado ya a convertirse en campos pobres de pastoreo; en otros casos, los suelos se han abandonado por erosión eólica.

En las grandes praderas naturales de las sabanas de Chiquitos y el Beni, se presenta otra forma de pérdida de la fertilidad de los campos naturales de pastoreo debido a la quema que allí se realiza anualmente para provocar el rebrote; esta mala práctica de manejo de pasturas ocasiona que los nutrientes contenidos en las plantas sean arrastrados en forma de cenizas, con la consecuente pérdida de la fertilidad de los campos, cenizas que a su vez al ser arrastradas por las primeras lluvias a los arroyos, lagunas y los ríos de cauce mediano, provocan enorme mortandad de peces.

Como se puede advertir en estos pocos ejemplos, los ecosistemas son vulnerables cuando la acción del hombre es persistente en términos de malas prácticas de explotación de estos recursos naturales.

Los bosques son el pilar en que descansa el equilibrio ecológico del ecosistema. En los últimos años se han destruido aceleradamente en el país grandes áreas boscosas. En el altiplano estos daños han sido más visibles, la destrucción de la tola y de la yareta para ser utilizada como combustible ha sido notable. En la zona del Chaco, las especies forestales más explotadas siguen siendo las variedades de quebracho y palo blanco; en la Chiquitania, el morado y el soriocó o roble americano, y en el subtrópico y trópico húmedo la mara o caoba, por ser la madera de exportación más valiosa que muy pronto terminará desapareciendo.

Por otra parte, la destrucción de nuestros bosques se viene acelerando por los errores de la ‘colonización’. El trasplante de campesinos de zonas empobrecidas con suelos improductivos a las ricas áreas forestales del oriente boliviano, ha resultado una experiencia poco afortunada en la mayoría de los casos. Estos asentamientos no se los ha realizado con un criterio técnico o racional y estos mismos campesinos han invadido las reservas forestales, que son un patrimonio de la nación, realizando una agricultura extensiva, destructiva y nómada, pese a las disposiciones legales que protegen estas reservas, destruyendo estos bosques maderables que pudieron ser fuentes permanentes de ingresos al país, explotados racionalmente. Podemos afirmar, sin equivocarnos, que en los últimos 15 años se han destruido más bosques que en los doscientos años anteriores.

Los problemas de la fauna

Desde hace tiempo somos testigos de la caza indiscriminada y exagerada de muchas especies y de las alteraciones negativas que ocurren como consecuencia del desequilibrio biológico que se está produciendo debido a la disminución y desaparición de algunas especies. Cuando una determinada especie desaparece por completo, o cuando por su persecución alcanza niveles críticos para su sobrevivencia, la parte menos visible y de más difícil interpretación es la secuela negativa que deja la desaparición o disminución de la especie cuestionada al aumentar otras.

Las especies que han sufrido la mayor persecución en el país por el alto valor de sus pieles han sido la londra y el lobito de agua, los felinos, caimanes y yacarés, y últimamente les ha llegado la hora a los zorros y las boas, todas ellas especies valiosas por el importante papel que cumplen en el equilibrio de la naturaleza.

La caza comercial de los caimanes se inició por el año 1942, hace más de 40 años y se inició con esta especie por tener el cuero más grande, menos osificado y que se aprovechaba íntegramente; varios años después, cuando comenzaron a escasear los caimanes, se continuó con los yacarés de cuya piel solo es aprovechable un 20%. Esta cacería tomó proporciones de gran empresa y se llegó hasta los lagos desconocidos, último refugio de estos saurios, que fueron localizados desde avionetas y una vez conocida su ubicación se mandaban a los ‘caimaneros’ por tierra, arrastrando canoas y exterminando de esta forma poblaciones enteras.

En el país existen leyes de protección de estos saurios; la caza comercial del caimán está ya completamente prohibida, y para la caza de los yacarés o lagartos existe una época de veda de caza que corresponde a la época que procrean y en la misma ley se establece el tamaño mínimo de 1,50 metros para la comercialización de sus cueros y obliga a las empresas curtidoras a instalar criaderos artificiales bajo la supervisión del Ministerio de Agricultura y Asuntos Campesinos, pero la realidad es que las épocas de veda no se respetan, no se toma en cuenta el tamaño mínimo establecido para los cueros, ni existen los criaderos artificiales. Los ‘criaderos’ que mantienen las curtiembres autorizadas que benefician cueros de saurios en el país, no son en la mayoría de los casos más que pantallas para encubrir la comercialización de la caza clandestina de estas especies.

Abdulio Mengghi, supervisor técnico de la Convención Internacional de Protección de Especies en Peligro de Extinción (Cites), reportó que en Bolivia hay una falta de infraestructura administrativa y de zoólogos. Todos los funcionarios del Centro de Desarrollo Forestal (CDF) en La Paz son ingenieros forestales y conocen apenas los nombres vernáculos de los animales. El CDF expide los permisos de exportación, pero también lo hace el Ministerio de Industria y Comercio. Según la legislación vigente, la cuota anual para la caza comercial es de 120.000 piezas. Sin embargo, se estima el contrabando en 350.000 cueros.

Los grandes y pequeños felinos durante muchos años han sido objeto de intensa persecución por el alto valor de sus pieles. No obstante que estas especies se encuentran protegidas, su caza continúa. En menor número se cazaron también especies aún más valiosas por su rareza, por ser de áreas más restringidas, propios de la faja subandina, como el gato lince (Orealiurus jacobita) y el gato andino (Felis garleppi) con piel de tinte rojizo y el gato de las Salinas de Chiquito (Oncifelius salinarum), estos últimos posiblemente ya extinguidos.

La londra (Pteronura brasiliensis) y el lobito de agua (Lutra platenses) fueron tan abundantes hasta hace pocos años en los ríos y lagunas amazónicas, han sido objeto de una persecución tan exagerada que son las especies de mamíferos en la actualidad más disminuidas. Antes de su persecución, las londras y lobitos de río se encontraban en grupos numerosos que se acercaban confiados a las embarcaciones jugueteando y haciendo escuchar sus ladridos de protesta, siendo hoy una especie rara de ver.

Las exportaciones de aves

En estos últimos años se han exportado grandes cantidades de aves y animales vivos, principalmente pariguanas o flamencos andinos, tucanes, gallitos de la roca, parabas, loros, cotorras y variedades de monos, exportaciones que se han realizado principalmente con destino a los mercados de Estados Unidos, Japón y Europa, en cantidades que nunca se podrán conocer.

Los permisos de exportación de fauna se los ha venido extendiendo con una prodigalidad las más de las veces interesada sin que dejen beneficios al país, y sirvieron para que algunas empresas no solo exportaran las cantidades asignadas a sus cupos, sino cantidades mucho mayores que las autorizadas, incluyendo rarezas y especies de exportación prohibidas.

El contrabando de aves y animales vivos ha alcanzado proporciones de escándalo; continuamente se ha denunciado este tipo de contrabando y las voces que se han levantado contra ese proceder ilícito casi nunca fueron escuchadas por los poderes del Estado, pues no pocas autoridades se hallaban comprometidas en estas irregularidades.

Los permisos de exportación de fauna se han otorgado sin conocer las más de las veces la realidad, al amparo de una legislación de vida silvestre defectuosa en la que, vergüenza es confesarlo, se protegen especies que ni siquiera existen en el país y por otro lado se protegen especies comunes depredadoras, con un desconocimiento que asombra. Aprovecho hoy esta magnífica oportunidad para presentar a consideración de esta ilustre Academia Nacional de Ciencias de Bolivia el proyecto de una nueva Ley de Vida Silvestre.

El desequilibrio producido

Dentro de todo ecosistema, cada especie cumple un importante papel en el delicado equilibrio de la naturaleza, la disminución o exterminio de una especie trae como consecuencia una serie de alternaciones imprevisibles, las más de las veces con resultados desastrosos. Al desaparecer o disminuir una determinada especie, otras aumentan, y esto es lo que ya está pasando en el país con la disminución de la londra, el lobito de agua, saurios, félidos y cánidos.

El desequilibrio producido por la disminución de los grandes y pequeños felinos es cada día más visible, las poblaciones de todo tipo de roedores han aumentado considerablemente y los daños que las ratas del monte están causando a los sembradíos revisten caracteres alarmantes.

Lo cierto es que hasta hoy hemos seguido una política errada en el manejo de nuestros recursos naturales renovables y de su futuro manejo dependerá la conservación de las especies en peligro de desaparecer y la preservación de las riquezas naturales que constituyen el patrimonio de la nación.

Muchos casos más podríamos señalar ocasionados por el desequilibrio provocado por el mismo hombre que unas veces por ignorancia e imprevisión y las más de las veces por su desmedido afán de lucro, han determinado serios perjuicios que ya están sintiéndose en el país. Lo cierto es que hasta hoy hemos seguido una política errada, en el manejo de nuestros recursos naturales renovables y de su futuro manejo dependerá la conservación de las especies en peligro de desaparecer y la preservación de las riquezas naturales.