Los sectores ven que la mayoría de los miembros del gabinete no hacen trabajo político con las bases. Pero, además, cuestionan su bajo nivel de ejecución presupuestaria. Estiman que solo se alcance un 78%.

El Deber logo
13 de noviembre de 2017, 7:00 AM
13 de noviembre de 2017, 7:00 AM

Evo Morales ingresó molesto al gabinete ampliado y sin su peculiar sentido del humor. Se limitó a saludar a su entorno y luego disparó un duro discurso por la baja ejecución presupuestaria en los 21 ministerios del Estado. Pero no solo cuestionó la gestión, sino que también reprochó la labor política de los ministros; esto por las quejas de los sectores sociales. Ahora, las autoridades corren contra el reloj para salvar la gestión.   

El presidente no guardó su rabia. En la reunión, desarrollada el 28 de octubre -por primera vez- en Palacio Quemado, acusó a sus ministros de “lavarse las manos” por la baja ejecución presupuestaria y, mientras hablaba, incluso llamó la atención al titular de Hidrocarburos, Luis Sánchez. “¿Me está escuchando?  ¡Está soñando, cuidado ministro!”, le reclamó.

Evo también protestó por el casi nulo trabajo político que realizan los ministros en las regiones asignadas. “Este es un gabinete político (...) Les voy a revisar su credencial del Movimiento Al Socialismo (MAS) a cada uno y cada una, registrado no solamente en un libro, sino inscritos en el Tribunal Supremo Electoral (TSE)”, exclamó Morales. 


Los ministros solo miraban al mandatario. No hablaban y no se animaban a voltear sus cabezas. Al lado de Evo, el vicepresidente,  Álvaro García, no ocultaba su enfado y no movía su mirada. Durante nueve horas -tiempo que duró el gabinete ampliado- se estudió caso por caso y Morales instruyó terminar el año con el mejor porcentaje de inversión pública. También exigió más compromiso político.   

Las perspectivas
El ministro de Economía, Mario Guillén, tiene la esperanza de finalizar el año con el 78% de inversión pública. Algo que se trabaja contra el reloj en cada ministerio y por pedido del jefe de Estado. “Si nos comparamos con el año pasado, la diferencia es del 1,8%  en la ejecución y prevemos llegar a un nivel del 78%,  que será un poquito menor que el año pasado”, dice. 
Guillén identifica que la baja ejecución se debe a proyectos no ejecutados por Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) y por la Empresa Nacional de Electricidad (ENDE). El ministro apunta el caso taladros chinos, que impidió obras en el sector petrolero; así como la paralización de la planta de propileno y la hidroeléctrica Rositas. 
El miércoles, los ministros salían de la tradicional reunión de gabinete y tenían clara la estrategia para salvar la gestión, aunque culpan a factores burocráticos por la baja ejecución presupuestaria en sus carteras. 

Por ejemplo, el ministro de Energías, Rafael Alarcón, agilizará la entrega de obras para contrarrestar la baja inversión. “La ejecución presupuestaria no depende de voluntades, sino de la ejecución de obras, y estamos pidiendo a los diferentes contratistas que tenemos en el sector para que aceleren las obras, pasa por ahí”, enfatiza. 

La autoridad detalla que en su área, por ejemplo, el proyecto hidroeléctrico San José, en Cochabamba, perjudicó en la ejecución pública, ya que hubo observaciones y se aplicaron multas a la obra. “En el sector energético tenemos inscritos más de 100 obras en todo el país”, remarca Alarcón.

La misma estrategia asumirá el ministro de Desarrollo Productivo, Eugenio Rojas, quien en su sector anuncia la entrega de obras para revertir el bajo porcentaje de ejecución presupuestaria, que hasta octubre de esta gestión no alcanzó ni el 40% en ninguna cartera de Estado.
“La clave es la ejecución de obras y se está agilizando con los contratistas este tema. Tenemos muchas obras en carpeta que tuvieron problemas en su ejecución”, argumenta Rojas. 

El ministro, que fue designado operador político del MAS en el departamento de La Paz, no ve problemas en el trabajo de gestión pública con la labor política y detalla que existen niveles de coordinación para ejecutar ambas tareas instruidas por Morales. 

“Son dos cosas diferentes. La gestión, la inversión pública, la trabajamos todos los días, pero reconocemos que tenemos tareas políticas que cumplir, lo dijo el presidente (Morales), este es un gabinete político”, afirma Rojas. 

El MAS termina el año con dos factores de debate: la intención de repostular a Evo Morales por cuarta vez consecutiva y el bajo nivel de avances en gestión, lo que molestó al mandatario. “No estoy conforme con lo que hemos avanzado este año, es nuestra obligación acelerar”, fue el pedido del jefe de Estado a sus ministros.         

Gestión y política
El viceministro de Autonomías, Hugo Siles, divide en dos el trabajo de gestión y el rol político de los ministros. Destaca los logros del Gobierno y dice que la ejecución pública logró que Bolivia tenga niveles óptimos en temáticas económicas. “La gestión pública ha reproducido niveles de cualificación que nos coloca como un país reconocido por organismos internacionales”, analiza. 

Mientras que el trabajo político, según Siles, es un rol paralelo que se coordina con sectores sociales, producto de la “esencia” del partido oficialista. 

Mientras, el ministro de la Presidencia, René Martínez, destaca el trabajo político del gabinete y no pierde esperanzas en salvar la gestión pública. También divide estos aspectos y reconoce que el factor de pedido de reelección doblegará la labor de autoridades. 

“Somos soldados de este proceso y luchamos por él, porque es dirigido por Evo Morales, que es un líder capaz de unir al país. Miremos los resultados de esta última década, eso se logró gracias a la estabilidad política y económica, algo que solo logró Evo Morales”, remarca Martínez. 

En los sectores sociales afines al oficialismo, la credibilidad de los ministros de Morales está en descenso. Salvan a tres y los catalogan de tener más contacto político. Ellos son Carlos Romero, de Gobierno; Reymi Ferreira, de Defensa, y Héctor Arce, de Justicia.

La ejecutiva de las bartolinas,   Juanita Ancieta, cuestiona el nivel de gestión pública al que llegaron los ministros en esta etapa de la gestión y avalan la llamada de atención que Morales propinó a las 21 autoridades. “Son pocos los que bajan a las bases, pero de eso se encarga el presidente Evo. Llama la atención el bajo nivel de ejecución, se nos explicó y esperamos que ese tema se pueda agilizar”, señala la dirigente.

El vicepresidente de los cocaleros de Chapare, Luis Veizaga, refuerza la posición de Ancieta. El dirigente cree que ‘algunos’ ministros son perjudicados por sus mandos medios y terminan afectando la gestión. “El presidente Evo tiene su gente de confianza y por eso él elige a sus ministros. Los respalda a todos, pero también les llama la atención; eso es normal”, sostiene.     

La decisión de Evo

Evo Morales dio un giro el 22 de enero de este año al hacer cambios en su gabinete. Sacó a dos piezas importantes en sus 11 años de mandado: David Choquehuanca y Juan Ramón Quintana. Además, removió otras carteras, como Culturas y Turismo, Planificación del Desarrollo, Desarrollo Productivo, Medio Ambiente y Agua, Justicia y Comunicación. En ese entonces se quedó Luis Arce como cercano, que ahora renunció por afecciones de salud y en su lugar está Guillen. 

El analista Franklín Pareja califica de “débil” al actual gabinete en el aspecto político, y cree que el tema de inversión pública afectó por la desaceleración del crecimiento económico que tiene Bolivia. “Son perfiles con un bajo perfil político. A excepción de Carlos Romero, Reymi Ferreira y Héctor Arce, creo que los demás no tienen carisma político para trabajar con las organizaciones sociales”, opina Pareja.

Y es así. El exdirigente campesino y ahora pieza de la dirigencia del MAS, Rodolfo Machaca, ve poco trabajo político en algunos ministros. “Lo que queremos, por ahora, es que se acelere la gestión. Luego se analizará el trabajo político”, sostiene. 

Y, en ese marco, no se ve a un Quintana recorriendo Beni o un Choquehuanca el altiplano paceño. Ahora se designaron funciones para buscar la reelección de Evo. Romero y Ferreira siguen al frente de la operación política del MAS en Santa Cruz; en La Paz está Rojas, que marginó a César Cocarico.   

Se quedó sin ‘viejos conocidos’
David Choquehuanca y Juan Ramón Quintana se alejaron del gabinete y ahora cumplen labores diplomáticas. Luis Arce también se desmarcó por problemas de salud. Quedan Carlos Romero y Roberto Aguilar. 

Evo Morales intentó mantener la columna vertebral de su gabinete ministerial. Tenía a ‘viejos conocidos’ a su lado, como David Choquehuanca, Juan Ramón Quintana y Luis Arce. Los dos primeros fueron removidos el 22 de enero y, el tercero se alejó en junio de este año, por razones de salud. Así, el jefe de Estado se quedó ahora sin ‘decanos’ en su mesa de colaboradores y tiene a Carlos Romero como una figura clave que pasó por cuatro ministerios: Desarrollo Rural, Autonomías, de la Presidencia y ahora es titular de Gobierno. 

Choquehuanca ahora cumple labores en el exterior. Es secretario general de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), pero también participa de congresos y ampliados campesinos en el altiplano paceño. Él ve a Evo Morales como candidato en 2019, pero no así a Álvaro García Linera. 

Quintana tiene un segundo alejamiento del gabinete. Primero dejó el ministerio de la Presidencia, en 2010, pero dos años después reapareció en esa cartera. Ahora está como embajador de Bolivia en Cuba. 

Otra figura estrecha de Morales es Roberto Aguilar, ministro de Educación. Esta autoridad se hizo cargo de esa cartera desde 2009, a la fecha. El mandatario no lo cambia, a pesar de las afecciones de salud. 

Mientras, Romero se convirtió en una pieza clave en el entorno de Morales. Algún tiempo estuvo alejado del Ejecutivo por postularse como primer senador por el departamento de Santa Cruz. Fue electo en 2014, pero luego decidió renunciar para volver al ministerio de Gobierno.