Estudios, analistas y el ciudadano común coinciden en que a los delincuentes no se los combatirá comprando pistolas para tenerlas en casa. Un tema polémico en debate

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24 de marzo de 2019, 4:00 AM
24 de marzo de 2019, 4:00 AM

El exvicepresidente, Víctor Hugo Cárdenas, lanzó una propuesta sin ningún rodeo: “Seamos sinceros: Abramos el debate del derecho de las mujeres al porte de armas en defensa propia para garantizar su seguridad física, de sus hijos y las de sus familias”.

La propuesta la hizo el mismo Día Internacional de la Mujer, en su cuenta de Twitter y remató con otra sentencia sin vueltas: “Las buenas intenciones ayudan, pero no son suficientes. Pensemos en soluciones radicales frente a tanto abuso”. Después, el también candidato a presidente de Bolivia amplió su propuesta en el sentido de que a medida que se avanza en el debate, “el porte de armas también debería beneficiar a los hombres, y luego podemos pensar en menores, aunque depende de la responsabilidad”.

Tras la propuesta de Cárdenas, surgen varias preguntas, entre ellas, ¿en qué medida beneficiará o perjudicará a los bolivianos?, y, ¿qué pasó en los países donde se abrieron los requisitos para portar armas?, ¿tuvo un efecto positivo o negativo en la sociedad? El portal digital En Definido, toma como ejemplo a Estados Unidos, que tiene una legislación abierta en este tema, donde se calcula que existen alrededor de 300 millones de armas de fuego entre civiles, lo que hace que haya casi un arma de fuego por cada ser habitante.

La explicación que dan expertos en este tema, es que el crimen en Estados Unidos –aunque sea menor que en otros lados- es muchísimo más violento y letal. ¿Por qué? Muchos se adhieren a la teoría de las armas: la presencia de armas de fuego puede volver una situación tensa, en una experiencia letal en un solo pestañeo, explica En Definido.

En el mismo portal, Rand, una corporación que se dedica a buscar información científica sobre los efectos de las leyes de control de armas, ha hecho un trabajo sobre los países que favorecen políticas más permisivas y también restrictivas sobre el control de armas.

El resultado de ese estudio arroja los siguientes datos: en los estados en que existen leyes restrictivas de acceso de los niños a las armas, hay menos lesiones autoinflingidas o involuntarias en menores y jóvenes, ya sea en casos de muerte o lesión; las leyes de verificación de antecedentes respecto a quienes llevan armas de fuego, reducen las tasas de suicidios y homicidios mediante estos artefactos.

Por otra parte, las leyes sobre derecho a portar armas en defensa propia ya sea en la casa, en la oficina o en el auto, dependiendo de la permisividad del estado, pueden aumentar las tasas de homicidios. El estudio de Rand también revela que el crimen violento se ve reducido por leyes que prohíben la compra o posesión de armas de fuego a personas con historial siquiátrico.

En Bolivia, el 18 de septiembre de 2013, el presidente Evo Morales promulgó la Ley 400, de Control de Armas, Municiones y Explosivos.

Entre los requisitos para portar armas de uso civil en Bolivia están el presentar una carta de solicitud, una fotocopia de cédula de identidad, ser mayor de 21 años, documento que acredite el derecho propietario, certificado de antecedentes, para extranjeros certificado de la Interpol,entre otros. Para el capitán Cristian Sánchez, director del Instituto de Investigaciones Técnico-Científicas de la Universidad Policial (Litcup) de Santa Cruz, masificar la tenencia o porte de armas de fuego es una propuesta que desconoce la realidad criminológica del país y constituye una irresponsabilidad mayor por las siguientes razones: “Es sabido que las armas de fuego constituyen una variable que incide en los niveles de criminalidad que se dan Bolivia o en cualquier país de la región. Esto en razón de que, casi siempre, su uso está vinculado a la comisión de delitos de connotación social o graves; a partir de la ejecución de Ley 400 y su reglamentación en 2015, la Policía ha hecho esfuerzos mayúsculos para que el Estado tenga un control efectivo para reducir su incidencia e influencia en la comisión de delitos y de ese modo aumentar los niveles de seguridad pública”.

Hasta antes de la ley, dice el capitán Sánchez, según los registros de la policía cruceña, se tenía que un 60% de las muertes violentas producidas en el departamento estaban vinculadas al uso de armas de fuego como agente vulnerante. “Luego de la puesta en funcionamiento de la norma, desde ese año al presente tiempo, tenemos que existe una tendencia a la baja en las muertes violentas en general, y más específicamente, una baja en el uso de armas de fuego en las muertes investigadas por la policía”, puntualiza.

Por otro lado, afirma, es a partir de 2015 que existe un aumento sostenido de la incautación y secuestro de armas de fuego ilegales por parte de la policía cruceña. “Estos son datos cardinales para medir y evaluar el impacto positivo de las restricciones establecidas por la ley a la tenencia y porte de armas de fuego por particulares”, fundamenta.

El capitán Sánchez explica que un arma de fuego, por sí misma, constituye un peligro intrínseco y extrínseco. Intrínseco para la misma persona en razón que si no tiene el conocimiento y la habilidad debida puede infringirse accidentalmente un daño o la muerte, o causarla a terceros. “Extrínseca en el sentido que un particular que, por ejemplo, circule o porte un arma de fuego en la calle o en espacio público provoca una sensación de zozobra y peligro directo en las personas.

De ahí que, sabiamente, el Estado solamente autoriza a la Policía el porte de armas de fuego en la vía pública, porque precisamente representa la autoridad de Estado, garantía de orden público y reacción oportuna ante situaciones que atenten contra los bienes y la integridad de las personas”. Considera que la política restrictiva que tiene el país en cuanto a las armas de fuego es la más adecuada a nuestra realidad y cultura ciudadana y que promover o plantear la posibilidad de ser más laxos o masificar el acceso a armas de fuego por parte de la población civil, mucho tienen que ver con lo que, considera, es el populismo penal, en el sentido que a veces se plantean propuestas que artificialmente parecen atractivas y vistosas, pero que carecen del sustrato empírico necesario para su ejecución, además que están lejos de solucionar problemas.

“Más bien suelen agudizarlos. Los planteamientos en temas de seguridad merecen una aproximación científica que aborde los problemas a mediano y largo plazo, siempre teniendo presente una visión social de la seguridad pública y de la delincuencia”. Para el experto en armas, Samuel Montaño, la propuesta de Víctor Hugo Cárdenas es descabellada y cree que abrir la posibilidad de popularizar el uso de armas generará más problemas en el país. Monta- ño afirma que la delincuencia no se combate con pistolas, sino, con una mejor educación y considera que tener un arma en casa es una bomba de tiempo.

El presidente de la Cámara de Diputados, Víctor Borda, también fue directo en opinar sobre este tema: “Nos parece una propuesta ilógica e irracional, todo lo que plantea el señor Cárdenas, propuestas alejadas de la realidad, incoherentes, retraer parece la ley del talión, ojo por ojo, diente por diente, cuando ya hemos superado por la modernidad estos conceptos tribales, sería interesante viabilizar las propuestas del presidente Evo Morales, la educación”.

EL DEBER salió a las calles para que sea el ciudadano que también opine sobre un tema que lo involucra. De 10 personas a las que preguntó: ¿está de acuerdo en que exista libertad irrestricta en Bolivia para que la gente tenga un arma de fuego en casa?, ocho dijeron que No y solo dos, que están de acuerdo. Los que respondieron con una afirmación fueron conductores de taxis.

“Nosotros estamos cada día en riesgo de los delincuentes, especialmente en las noches”, dijo Sebastián, que conduce un taxi desde hace 15 años. “Nunca me asaltaron, pero tengo colegas a los que sí”, dice. Los otros testimonios, coinciden en que comprar un arma no alejará a los delincuentes. “Pensar que puedo tener una pistola en la mano me pongo a temblar”, dice Rosa Condori, madre de tres niños y temerosa de salir por las noches por miedo a no encontrar micro para retornar a casa.

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