EL DEBER hizo el recorrido por el que Claudia, la mamá del menor con cáncer, intentó traficar con droga y conseguir dinero para curar a su hijo con cáncer. En la cárcel hay muchas bolivianas

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28 de octubre de 2018, 6:00 AM
28 de octubre de 2018, 6:00 AM

Claudia s. hasta antes de octubre de 2017, solo era un nombre más de las listas de bolivianas que caen a diario intentado introducir droga hacia argentina, país que ahora es visto -en el contexto del mundo narco- como un creciente mercado de consumo interno de estupefacientes y un espacio ideal para las bandas criminales de traficantes que desde allí sacan miles de kilos de cocaína o marihuana para llegar a Europa o Asia.

 

Pero luego de la detención de claudia y desde que los ojos de los profesionales de las defensorías públicas federales se interiorizaron sobre su historia, se metieron en la carne de sus razones, sus sufrimientos, su amor maternal por el pequeño ‘Chumita’ y se dieron cuenta de que en realidad ella no era delincuente, sino una víctima más de los grandes traficantes. así convirtieron este caso en una situación diferente, que intenta mover un sistema de administración de justicia y que lucha por convertirse en un ejemplo de prisma que permita ver desde una perspectiva diferente la realidad de los ‘burreros’ o transportadores del narcotráfico entre Bolivia y Argentina.

 

El Deber recorrió desde la terminal Bimodal el camino que siguió Claudia el día que decidió llevar poco más de un kilo de alcaloide y cuyo viaje se quebró en Salta, ciudad argentina que se ha convertido en uno de los puntos de cruce más importantes para los narcos.

 

Salir desde nuestra terminal, además de contar con el pago de la tasa de uso de andén y estar listo a viajar por más de siete horas, no demanda mayores trámites. Una vez se llega a la frontera, las cosas no cambian significativamente, ya que ni en la terminal del municipio chaqueño, ni en ningún otro punto hasta la puerta de ingreso a Argentina, hay algún puesto de control antinarcóticos que evite que personas como Claudia intenten pasar a una tierra extraña a la suya, movidas por necesidades que las hacen convertirse en instrumentos del narco.

 

Una vez se está en la frontera, caminar por el puente que divide ambos países sin que nadie pregunte o mire nada de lo que se lleva, es una cuestión de trámite. Los agentes de migración, en dos pequeñas casetas, revisan los documentos de quienes pasarán a otro país, sellan los papeles, miran algunas pocas veces a la cara de los potenciales transportadores y pasan, dejándoles la posta a las autoridades argentinas que están a su costado derecho.

 

Allí las cosas comienzan a cambiar, ya que los bolsos son revisados, los agentes policiales argentinos miran todo lo que pueden mirar, sospechan de todos y luego de algunas preguntas, unas veces indagatorias, le dan la bienvenida a la tierra que ahora dirige Mauricio Macri.

 

La diferencia clara que se observa en el control de este cruce, es lo que jueces, policías y administradores de justicia en argentina le reclaman a sus pares de Bolivia, ya que insisten en que si el control fuera igual o parecido al que ellos realizan, se podría evitar que más mujeres como claudia ingresen con droga jugando la ruleta rusa para intentar ganar, en el mejor de los casos, cientos de dólares americanos.

 

Tal vez Claudia pasó estos primeros controles sin demasiado problema, pero una vez estuvo montada en el bus que la llevaría hacia su destino final, en uno de los por lo menos cinco controles que hacen parar a los buses de transporte internacional y exigen que sus pasajeros bajen, muestren sus valijas y vuelven a responder preguntas policiales, en uno de esos puntos ‘cayó’ y se inició una historia diferente, configurando su caso, su vivencia, como únicos.

 

Cuando Claudia fue detenida y le retuvieron sus pocas pertenencias, mataron su esperanza de intentar conseguir dinero para seguir en la batalla contra el cáncer de fernando, el pequeño ‘chumita’. esta cruceña fue presentada ante la justicia que ordenó su procesamiento y su detención preventiva en el Complejo Penitenciario Federal III.

 

El lugar de su encierro por casi un año está distante a poco más de 45 kilómetros de salta. la edificación carcelaria, que fue inaugurada en julio de 2011 y está pensada como un centro modelo de argentina, está un tanto alejada del Centro de General Güemes, una pequeña ciudad que a principios de año vio el inicio de la caída de su principal centro de generación de empleo, el ingenio azucarero san isidro, el más antiguo de argentina, y que ahora solo es el recuerdo de la gente que vive en esta ciudad.

 

“Esta es la cárcel, antes por estos espacios había basurales y plantaciones de caña de azúcar, pero ahora no hay eso”, cuenta humberto ramírez, mientras gira el volante de su vehículo para ingresar al camino que seguramente siguió claudia hasta la puerta principal del reclusorio. el conductor además agrega que este espacio también es conocido como el zapallar, por los cultivos cercanos que hay de este alimento.

 

El Deber llegó hasta el centro, donde el viento sopla intensamente y la imponente infraestructura carcelaria, dividida en dos bloques (uno para varones y otro para mujeres), parece estar inhabitada por el silencio que desde la puerta de ingreso se ‘escucha’. este silencio por momentos es cortado por los golpes de la puerta metálica del primer cerco perimetral del sitio, las botas de los agentes penitenciarios que salen o ingresan para cubrir sus turnos o los silbidos de algunas aves de copete negro, que sobrevuelan el lugar.

 

Pese a las gestiones hechas por este diario no se pudo ingresar al penal, ya que los uniformados indicaron que para hacerlo se debía gestionar un permiso especial desde Buenos Aires. lo único que se limitaron a indicar es que sí, que allí estaba la celda que utilizó Claudia hasta antes de recibir el permiso especial para reencontrarse con su hijo en Montero (Santa Cruz), pero que nada más ellos podían contar o explicar.

 

“La cárcel de Güemes tiene la mayor cantidad de mujeres privadas de libertad por temas de narcotráfico que hay en Argentina”, dispara desde su oficina en Salta, Ana Clarisa galán, la defensora pública ante el Tribunal Oral Federal de  Salta.

 

La autoridad judicial, que conoce a detalle la historia de Claudia y revela que luego de haber recibido el permiso especial del juez federal Eduardo Esteban Hansen, “ella podía volver a su país en un vuelo aéreo, pero las gestiones se demoraron y prefirió irse en bus, como cuando vino al país, para ganar algunas horas con su hijo”, recuerda galán y lamenta el desenlace fatal que terminó refrendando todos los argumentos que se expusieron en favor de la mamá de ‘Chumita’.

 

Si bien los datos no son oficiales, galán indica que hay alrededor de medio centenar de mujeres presas en la cárcel de Güemes y que más de la mitad son bolivianas. “Si bien no son estadísticas exactas, los datos que manejamos es que siete de cada diez detenidos con droga son migrantes de otros países intentando ingresar droga a Argentina y de esas siete personas, al menos cinco son bolivianas (la mayoría mujeres)”, explicó la autoridad defensorial y puntualizó que en todos los casos las detenidas presentan los mismos indicadores: vulnerabilidad económica, no han superado el grado de educación primario, son de hogares monoparentales y tienen hijos pequeños.

 

El jueves la comisión boliviana ingresó al reclusorio donde estaba claudia para ver a los presos que están en estas instalaciones y ver, si alguna de las historias que se mantienen en silencio, se parece a la de Claudia o si hay necesidades que desde el estado se puedan ayudarlos. Vilma Blas, directora nacional de Defensa Pública, afirmó que se están buscando todos los mecanismos necesarios para ejecutar acciones de apoyo a través de los 11 consulados que tiene el país en argentina.

 

“El eslogan de la lucha efectiva contra el narcotráfico no está dando resultados”, asegura Nicolás Escandar, miembro de la Defensoría Pública Federal, que señala que hay al menos unas cinco causas diarias de bolivianos involucrados en transporte de sustancias controladas, que caen en manos de los juzgados que luego ellos deben defender.

 

“Mi mayor expectativa y lo más justo es que se dicte el sobreseimiento. porque si lo que vivió claudia no es considerado como un estado de necesidad, entonces considero que se debe eliminar de las leyes esta situación. porque si la valoración sobre la salud de su hijo y las situaciones de necesidad respecto a la falta de gratuidad de la salud en Bolivia no son suficientes para demostrar las motivaciones que la obligaron a tomar esa decisión, entonces el estado de necesidad que está establecido en las leyes no existe”, asevera gesticulando con las manos y en voz alta Andrés Reynoso, el responsable de la defensa judicial de claudia e inmediatamente lanza la pregunta al aire, desde su oficina en Jujuy, “¿alguien me puede decir qué otro caso es más grave que este?”.