Según Jerjes Justiniano, existe un plan dirigido a desprestigiar a Evo. En su criterio, el presidente debe desistir de ir a la reelección y fortalecer el instrumento social 

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18 de febrero de 2018, 4:00 AM
18 de febrero de 2018, 4:00 AM

Recibí una cordial invitación de EL DEBER para escribir sobre el referéndum del 21 de febrero. Declaro que no soy escritor ni afecto a serlo. Pergeñaré, sin embargo,  algunas frases que producto de mi convicción me atrevo a sostener.

No voy a ingresar al corifeo de los que alzan la voz repitiendo frases. No puedo coincidir con los dictadores ni paramilitares de ayer que aplaudieron y cooperaron con los golpistas y que hoy son furibundos defensores de la democracia. No puedo ni debo coadyuvar a los planes del imperio que trata de desestabilizar la democracia boliviana. Por el contrario. Trataré desde mi modesta posición de defender el proceso que vive Bolivia.

El imperio logró desestabilizar y derrocar a la presidenta de Brasil, doña Dilma Rousseff, utilizando a sus aliados internos, especialmente a corruptos parlamentarios que en su mayoría estaban siendo juzgados en los tribunales judiciales por probada corrupción, porque el imperio no podía permitir que Brasil liderando el BRIC (Brasil, Rusia, India y China) grupo de países emergentes,  pudieran concretar la puesta en marcha del Banco Solidario, con el doble de capital que el Banco Mundial y, con destino a lograr desarrollo en aquellos países atrasados, especialmente los de América Latina. Estados Unidos pretende, y lo ha manifestado de manera clara y brutal el presidente Donald Trump, cerrar el paso a la poderosa y emergente influencia de China y Rusia. En Brasil, el propósito de EEUU es desestabilizar la democracia para retornar a gobiernos  que cierren el paso a proyectos integracionistas como el BRIC, Mercosur, la OTCA o la integración continental liderada por Brasil. Por ello, creen que Lula no debe volver al gobierno brasileño. Como recordarán, Lula fue gran impulsor de la integración continental y de la apertura a los mercados de Asia. Lo están procesando sin pruebas. Lo van a condenar por política.

Son los mismos intereses. El imperio trata de desestabilizar a Bolivia. No es golpe militar contra Evo. No, no es eso. La estrategia continental del imperio y sus aliados, entre ellos el Gobierno de Chile, es apoderarse del litio. Una reserva estratégica de inmenso valor actual y a futuro. El desarrollo de la tecnología y su masificación tendrán que ver con el desarrollo del litio. Ayer fue la plata y el estaño, la goma y nuestro gas, hoy será el litio. Estados Unidos no puede permitir que un gobierno abiertamente declarado antiimperialista controle la mayor reserva del mundo de un mineral de alto valor estratégico. Hay que derrotar a Evo en elecciones para garantizar la entrega “democrática” de nuestros recursos naturales, como lo hicieron en el pasado los gobiernos neoliberales.

 

Las acciones

La estrategia no es tumbarlo, es desprestigiarlo al máximo, descalificarlo. Los que apuestan por su reelección le están haciendo el juego al imperio. Si ayer utilizaron la gran prensa nacional, ligada a la internacional y alimentada por CNN de Estados Unidos, para acusar solapadamente de corrupción a doña Dilma hasta lograr su destitución, hoy esos ‘operadores’ difunden la consigna de que Evo es dictador antidemocrático. No pudo funcionar hasta hoy la supuesta vinculación del Estado con el narcotráfico. Vale la pena recordar dos titulares de la revista Veja que sin ninguna prueba ni siquiera indiciaria, publicó en la tapa de su mayor edición, la falsa acusación de narco-estado. Hoy, se puede leer en los grandes medios de comunicación, en las redes sociales y el internet que Evo, con su reelección, violaría la CPE y se alinearía con los dictadores.

No podemos ceder a nuestros enemigos arma tan poderosa. La democracia es un patrimonio del pueblo. El Gobierno de Evo surgió de la democracia. La actual revolución social, cultural y económica es producto de la democracia. Evo es hijo político de la democracia. Hizo bloqueos y paros en democracia. Ganó el Gobierno, el poder aún no, en democracia.

Cuando mis amigos del desaparecido ELN, en la década del 60, me propusieron incorporarme, me negué rotundamente con la afirmación de que soy un convencido de la democracia. Creí siempre en la democracia. Cuando la mayoría del pueblo boliviano votaba por los partidos de derecha, jamás despotriqué contra la democracia. Cuando los partidos  con no más del 17% de los votos, asumieron el control del Estado producto de la “democracia pactada”, la denunciamos como la vileza de negociar votos por pegas, pero nunca pensé en dejar de creer en la democracia. Nunca militaría contra la democracia. Fui parte de la fundación del Partido Socialista de Bolivia porque creímos en la democracia, y participamos en ella las veces que pudimos. Sostengo, desde la izquierda donde milito, coincidiendo con muchos amigos y compañeros que apoyan este proceso, que aún es tiempo de salvar a Bolivia de la desestabilización programada por el imperio.

Evo debe anunciar a Bolivia y al mundo que es un militante de la democracia y respetuoso del voto popular, por lo que, deberá anunciar que no postulará su nombre a un nuevo e inconstitucional periodo electoral para ejercer la Presidencia del Estado. De esa manera defendemos la imagen de Evo, quien debe retornar a las bases como líder que es, sin mácula de ninguna clase. Debe dirigir y reestructurar su partido. Debe transformarse en el apoyo incondicional del nuevo Gobierno, que estoy seguro, con el 35% del voto duro del MAS, ganará las elecciones de 2019. Evo volverá a ganarse el respeto internacional y recuperará en Bolivia el apoyo incondicional de su pueblo.    

Evo tiene que reorganizar el mayor instrumento social que en democracia ha tenido el pueblo boliviano para resguardar los recursos naturales y volver al poder a paso de parada. Aún es tiempo. Una posición verdaderamente anti imperialista no es la vocinglera sin acción. Debemos cerrar, con acciones, el paso al imperialismo. O somos demócratas o nos preparamos para ser parte de un ejército popular que defenderá con las armas las ideas y principios sociales. Aún creo en la democracia.