Está considerado como uno de los cinco mejores estrategas políticos del mundo. Es conocido como el Creador de presidentes. Ha dirigido 475 campañas en África, América y Europa; ganó 13 presidenciales

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1 de septiembre de 2019, 4:00 AM
1 de septiembre de 2019, 4:00 AM

Usted es conocido como el Creador de presidentes, ¿cuántos candidatos ha convertido en mandatarios?

En mis años de trabajo he logrado que 13 candidatos alcancen la presidencia. Eso en África, América y Europa.

¿Se acuerdo de algunos?

Desde Lindiwie Sisulo y Ciryl Ramaphosa, en Sudáfrica; Felipe Calderón y Vicente Fox, en México; Otto Pérez Molina, en Guatemala; Michelle Martely y Jovenal Moise, en Haití; Juan Manuel Santos, en Colombia, y Mariano Rajoy, en España. Son algunos de los nombres que recuerdo. Además de los presidentes, también hemos trabajando en campaña a gobernadores, alcaldes, diputados y senadores en los tres continentes. Estimo que en mi vida he participado en 475 campañas.

¿Cuál es su método para crear tantos presidentes?

Soy una persona que trabaja las 24 horas del día y, además, creo mucho en lo que hago.

El mote de Creador de presidentes surgió en los medios de comunicación. Soy un tipo de 47 años, que figura entre los cinco mejores consultores en los rankings mundiales de asesoría política. La verdad es que siento vergüenza por ese mote, más allá de que también estoy muy honrado. Solo puedo decir que trabajo mucho, que en mi trayectoria he tenido bastantes derrotas y algunas victorias.

¿Usted aprende más de las victorias o de las derrotas?

La verdad que aprendo mucho más de las derrotas que de las victorias. El ganar es muy venenoso porque te hace sentir cómodo. Es un veneno que te levanta el ego, el orgullo y la vanidad, mientras que con la derrota sucede lo contrario: la soledad, el silencio y el entender en qué te equivocaste y también comprender que por más que estés en el suelo, de rodillas solo ante Dios. Hay que volverse a levantar y analizar por qué perdiste; puede ser que al final del día, de un fracaso saques una victoria.

¿Usted escoge a los candidatos o ellos lo buscan a usted?

Durante los primeros años de mi vida trabajé en lo que puede. Recogí frutas, estudié periodismo en la universidad y trabajaba para terceros, pero fui creciendo poco a poco; en estos momentos de mi vida tengo la oportunidad de elegir a mis clientes y también de que ellos me elijan. Actualmente tengo más libertad para decir no a un político.

¿Se ha arrepentido de haber asesorado a un político que llegó a la presidencia?

En Guatemala trabajé la campaña de Otto Pérez Molina, que actualmente está en la cárcel junto con su vicepresidenta. Conocí al candidato, también lo conocí en su faceta de presidente y sigo pensando que es una buena persona, pero cometió errores de gobierno.

No censuró cosas que debió censurar en su momento y permitió que sucedieran algunos hechos que lo llevaron a la cárcel, y eso me duele. También me duelen otros candidatos que terminaron mal, así como siento la satisfacción por otros que llegaron al gobierno con pocas expectativas y los he visto crecer en sus puestos y haber terminado bien su gestión. Gobernar es difícil y tremendamente complejo; pero gobernar bien es mucho más difícil de lo que se puede imaginar.

¿Qué piensa de los presidentes que parecen que están en campaña permanente?

Soy especialista en campañas electorales y, evidentemente, he tenido la oportunidad de trabajar con candidatos que han ganado la presidencia y puedo decir que no es lo mismo la comunicación de una campaña electoral y después mantenerla en el gobierno.

Desde el gobierno tienen la responsabilidad de dirigir un país, pero muchos presidentes llegan al poder y creen que siguen en campaña electoral y eso se convierte en una desgracia para nuestros pueblos. Es una desgracia creer que estás en campaña, es una desgracia vender la ideología como la salvación de nuestros pueblos, considero que la ideología es el pan para hoy y el hambre para mañana; creo que vivimos y asistimos a la muerte de las ideologías. Considero que nuestros pueblos merecen respeto, merecen el ejercicio de nuestros gobiernos y merecen la verdad. Eso también forma parte del ejercicio de la política, no la mentira, el ultraje, el cambio y la campaña electoral permanente, porque también es malo gobernar sometido a las encuestas.

¿Es cierta la teoría de que un buen tipo no puede ser un buen político?

Este es un tema que me he cuestionado muchas veces. Una persona debe ser frontal en los principios morales que lo llevan al gobierno. Platón y Sócrates decían, principalmente Platón, que los bajos instintos son difíciles de gobernar y todos tenemos bajos instintos. Cuando muchos políticos llegan al gobierno sin haber dominado antes sus bajos instintos, con seguridad gobernará con bajos instintos. Si alguien fue un autócrata antes de ser presidente, también lo será siendo gobernante.

Hugo Chávez fue un ejemplo de eso y Nicolás Maduro es un sinvergüenza dictador. Existen otros ejemplos, como el de Daniel Ortega, en Nicaragua, los hermanos Castro (en Cuba), qué pasa con (Álvaro) Uribe que intentó modificar la Constitución colombiana en su segundo mandato para reelegirse; qué sucede con Evo Morales aquí en Bolivia, que pasa con Rafael Correa en Ecuador.

Tenemos muchos ejemplos en el mundo y no es cuestión de izquierdas o de derechas; no es un tema ideológico, sino que forma parte de la persona. Creo que uno tiene que llegar con moral y contarle al ciudadano cuál es su moral porque así el pueblo sabrá a quién elegir.

Pero, además, creo que los buenos tipos prefieren estar en la actividad privada antes que en la política porque la política es muy compleja, aparte de sucia, cochina y revuelta. Decía Einstein que la oscuridad es la ausencia de luz y hay mucha gente de luz que está en política, pero no se ven, así como también hay mucha oscuridad que está en la política y hace mucho mal.

Entonces, ¿los chicos malos se apropiaron de la política?

Eso es un buen punto y parte de lo que estoy diciendo, aunque creo que el mundo está muy dividido y existe un conflicto grande entre la política del bien y la política del mal y esas disputas la estamos sintiendo en nuestros países. Está sucediendo en la región americana, está comenzando en Europa que es un continente muy viejo, pasa en África, pero las razones tienen que ver con la supervivencia. En Asia también sucede, pero tiene más que ver con su lucha con Estados Unidos por la supremacía en la tecnología y por el control del mundo que viene.

La democracia, a escala mundial, ¿está en crisis?

Sin duda alguna. Es una democracia que ya quedó exhausta; hay que darle la bendición y enterrarla para instaurar la nueva democracia que se está gestando. Sostengo que el mundo en que vivimos hoy es una especie de interreino.

Esto significa que las normas del mundo pasado, que nos trajeron hasta aquí, ya no sirven para comprenderlo, y las reglas del nuevo mundo todavía no las hemos creado.

Estamos en una situación compleja, llena de incertidumbres porque la nueva democracia todavía no llega y la vieja democracia todavía no se va. El lenguaje que utilizamos ya no sirve, pero tampoco sirve nuestra interpretación sobre el entorno político, social, económico y religioso, es decir todo ha quedado obsoleto.

Se está gestando una nueva democracia que se denomina democracia digital directa que, en mi criterio, pasa por el fin de la intermediación de los políticos tradicionales, por la extinción de la política tradicional que ceda el paso al ciudadano mucho más sensible a la cosa pública, no a la política, sino a lo público y eso solo lo permitirá la tecnología. La política no pudo revolucionar la internet ni las redes, ni la tecnología, pero sí creo que la tecnología está revolucionando la política.

¿Puede mencionar un ejemplo?

En muy poco tiempo en España podré instalar en mi celular una App (aplicación) con un registro biométrico de mi cara, que permitirá votar desde cualquier parte del mundo.

Además, desde mi celular podré discutir sobre la asignación del presupuesto a cualquier ministerio español, que actualmente es una potestad del Parlamento y con esto se elimina la monarquía parlamentaria. Esto evitará la intermediación y significa que la política tradicional tendrá que reinventarse para tener otro tipo de funciones.

¿La sociedad está en crisis?

La sociedad está buscando nuevas vías de expresión. Si analizamos las últimas encuestas de Latinobarómetro encontraremos que mucha gente en América Latina está cansada de lo que se ha denominado la socialdemocracia, la izquierda y la derecha porque no ha resuelto los problemas de los ciudadanos y la gente casi está pidiendo movimientos más extremos, es decir, liderazgos más fuertes que lleguen a resolver los problemas de los ciudadanos porque están desconectados y de nuestras sociedades y de la realidad. Es un problema de los políticos que no están codificando bien a los ciudadanos.

¿Hasta cuándo se mantendrá el actual sistema político?

El sistema político está absolutamente retrasado con respecto a las nuevas generaciones. Están en otra realidad. Los jóvenes tienen una mentalidad descomunalmente positiva, pero no están siendo escuchados y son menospreciados. Todos los presidentes que tenemos y tendremos en los próximos 20 años son de transición.

Los jóvenes que ahora tienen entre 10 y 15 años, en dos décadas serán los que gobiernen nuestros países. Esta nueva generación tiene mucho más desarrollado el cuarto cerebro, que es una especie de superconciencia, y permite que los muchachos comprendan que la Amazonia, que se está quemando, los afecta directamente en su vida. Tienen mucho más conciencia que cualquiera de nuestra generación porque piensan más en el bien común que en el bien individual y eso va a cambiar la manera de pensar y también la forma de ver el mundo.