La carga llega desde Iquique hasta la localidad chilena de Cariquima, a 28 km de Pisiga. De ahí pasan al lado boliviano y hacen el traspaso de mercadería.

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21 de octubre de 2018, 4:00 AM
21 de octubre de 2018, 4:00 AM

Son 28 kilómetros los que separan Pisiga, en Bolivia, y Cariquima, en Chile. En esa zona existen ocho rutas ilegales de ingreso al país. Es en la población chilena donde se reúnen los camiones del contrabando que traen mercadería desde Iquique. El Gobierno identifica estas vías y procede a desactivarlas, pero los traficantes se dan modos para rehabilitarlas.

El viceministro de lucha contra el Contrabando, Gonzalo Rodríguez, explica que Cariquima es la última localidad chilena donde los traficantes se aprovisionan para pasar la mercadería ilegal a Bolivia. “Según el diagnóstico, al analizar el problema desde la parte boliviana vemos que a diario al menos 40 camiones vacíos llegan a Pisiga y se van a los garajes que hay en esa región, ahí perdemos el control. En Cariquima, en la parte chilena, este es el último lugar donde la gente que se dedica a lo ilegal se aprovisiona para trasladar el contrabando hacia Bolivia por uno de los ocho puntos identificados de ingreso”, detalla Rodríguez. EL DEBER accedió a un informe de inteligencia en el que se revela las vías y las formas que utilizan los contrabandistas para ingresar mercadería desde Chile a Bolivia.

El documento se enfoca en la frontera Colchane-Pisiga y no aborda la situación de Charaña y Visviri en el norte y Llica y Ollague, en el sur. “Ya en Pisiga, los conductores y el personal de los camiones, en su mayoría de alto tonelaje, realizan un descargo ‘hormiga’ de la mercadería, por lo general este trabajo es toda la noche. La carga de casi tres camiones de alto tonelaje llena un Volvo. Ahora, la pregunta es, ¿por dónde ingresan estos vehículos a territorio nacional? Son ocho vías ilegales en alrededores de Pisiga”, remarca el informe.

Legal al lado chileno
El viceministro Rodríguez destaca que los caminos que llegan desde Chile hasta la frontera con Bolivia son anchos y están bien mantenidos porque los contrabandistas pagan impuestos en su país. “En el lado chileno prácticamente este movimiento de carga es legal. En el lado boliviano existen miles de rutas porque las condiciones geográficas permiten las bifurcaciones, entonces los contrabandistas aprovechan esta situación”, explica la autoridad.

“Si hacemos la lucha contra el contrabando adentro (en Bolivia) será imposible controlar, nunca vamos a detener, por ello desde nuestro punto de vista se debe parar este flagelo con una buena estrategia y cobertura de seguridad en la frontera antes de que esos productos ingresen. Entonces tenemos que generar estrategias operativas adecuadas a las realidades de los trechos porque Potosí, Oruro y parte del departamento de La Paz son frontera con Chile y las realidades no son iguales. Lo concreto es que una parte del contrabando nace en un pueblo bastante grande de Chile y desde ahí la incursión y penetración a Bolivia es de manera ilegal”, agrega Rodríguez.

Los equipos que utilizan los contrabandistas son más modernos que los que utilizan los efectivos. El informe de inteligencia destaca que las mafias emplean teléfonos satelitales y drones para verificar si hay controles en el recorrido que emplean. Además, los traficantes tienen armamento para combatir en caso de ser interceptados.

“En una incursión cerca de Pisiga, los efectivos escucharon un zumbido y vieron al cielo. Encontraron un dron y verificaron que estaban siendo vigilados. Luego, el dron desapareció rápidamente hacia el sur”, dice parte del documento. Los drones vigilan todas las operaciones que realizan las fuerzas militares. El viceministro Rodríguez explica que no solo fue un caso, ya que en varios operativos observaron los aparatos funcionando mientras ingresaban a una zona. “Es necesario contar con equipos de punta para enfrentar a estas mafias. Estamos en pleno diseño de estrategias, aunque ya se aplicaron en el norte, en Charaña, por ejemplo, con mucho éxito. Los camiones esperaban en Visviri (lado chileno) para poder pasar a Bolivia y no lograron. Lo mismo pasará en Pisiga y luego actuaremos en el sur”, remarca Rodríguez.

Son mafias familiares

Operan en Sabaya y también en lado chileno. Estos clanes tienen inmuebles y vehículos en ambos países. Son familias enteras que trabajan en la frontera y pocas veces acceden ir a Oruro. Tienen sus nexos en la capital orureña y trabajan con policías y también con militares.

Las mafias del contrabando no están en la capital orureña, se quedaron en pleno límite fronterizo con Chile y operan desde ese lugar, donde tienen varios bienes inmuebles y vehículos en la jurisdicción de ambos países. Estos grupos son familias enteras que trabajan en el área limítrofe. El negocio se inicia en el puerto de Iquique o en Arica.

Varios ciudadanos bolivianos acuden a las terminales marítimas para retirar la mercadería de forma legal. En las zonas francas hay conductores de camiones que se ofrecen a llevar los productos y casi siempre optan por tomar las rutas ilegales. La mayoría de la carga llega a Sabaya y es ahí donde se replantea la estrategia para evadir los controles fronterizos. Las mafias familiares empiezan a actuar en esta zona. “Estos clanes operan en la frontera y tienen sus bienes en Sabaya, Pisiga, Turco o Huachacalla, en el lado boliviano. Además, cuentan con casas en territorio chileno. En las poblaciones de Colchane, Escapina, Cariquima, Mauque, Ancuaque o Isluga”, dice parte de un informe de inteligencia. Según datos del Gobierno, el 70% de la mercadería ilegal proviene de Chile. El Ministerio de Economía resaltó que con el contrabando se genera una pérdida estimada en $us 1.000 millones al Estado por evasión de impuestos, principalmente en los rubros de alimentos, bebidas, textiles y electrodomésticos.