Policías y militares entregan el pin a los traficantes para que al momento de llegar a la tranca de control lo repliquen a los efectivos y puedan pasar sin problemas. Los sobornos ascienden hasta $us 2.000.

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16 de septiembre de 2018, 4:00 AM
16 de septiembre de 2018, 4:00 AM

Una fila de camiones Volvo F12 espera en Visviri, comunidad chilena. En solo tres minutos pasarán al territorio boliviano. Los choferes aguardan que el sol se oculte para entrar con mercadería ilegal a Charaña, una población paceña en pleno límite tripartito con Chile y Perú.

Los contrabandistas saben que nadie les impedirá el paso porque tienen en sus manos un número pin -que llega a costar hasta 2.000 dólares por camión que algunos efectivos policiales y militares les ‘vendieron’ para pasar los puestos de control, el primero en el viejo oleoducto en plena frontera.

La mercancía llega a Charaña y se descarga en galpones acondicionados. Los camiones que llegaron a la zona tienen la patente chilena y ahora los motorizados bolivianos llevarán la carga hasta la ciudad de El Alto. El Viceministerio de Lucha Contra el Contrabando, enterado de este nivel de corrupción en el seno de la Policía Nacional, ya tomó control en la zona y bloqueó los pasos ilegales en esa área. Marcia Quispaya (nombre ficticio por seguridad) vive en Charaña.

Ella mandó el 6 de junio de esta gestión una denuncia al Viceministerio de Lucha Contra el Contrabando pidiendo que llegue a la zona para interrumpir el paso de mercancía. La pobladora, en diálogo con este medio, relata que los camiones que llegan desde Chile pasan al lado boliviano desde las 21:00 todos los días. Por noche, dice, logran traspasar cerca de 20 motorizados, hasta las 6:00 del día siguiente.

“Los efectivos policiales están dando la autorización para el ingreso de camiones ilícitos provenientes del lado de Chile con contrabando. Tienen un pin, que es la autorización para el ingreso a la población de Chara- ña. Este pin cuesta desde 1.800 dólares por camión acoplado y por camión alzapata cobran 800 dólares al ingreso a Viacha (La Paz)”, delata Quispaya. EL DEBER accedió a un audio que dura 15 minutos y 17 segundos y en el que tres contrabandistas hablan con un policía de bajo rango.

El efectivo brinda el pin a los delincuentes y explica los lugares por donde deben pasar sus camiones. Los traficantes tienen ciertos reparos por la desconfianza, pero al final de la conversación aceptan el trato. El efectivo reta a los traficantes a llegar al puesto de control y comprobar el número pin. Incluso les pide su localización para mandar una patrulla.

La conversación

Contrabandista: Qué pasa hermano, un decir, si el fin de semana salgo y me agarran los lobos (militares) y yo tengo pin contigo. A mí solito, solo a mí. - Policía: Escúchame, a ver escúchame. Te digo lo siguiente.

Tú me dices mañana martes quiero jugar (pasar el control con pin). En la noche vas a jugar por el tripartito (Charaña), vas a bordear el tripartito y vas a salir a este lado. Sales a las nueve de la noche. Yo voy a mandar a mi patrulla y te das la vuelta. Sales y te llamo dentro de 40 minutos, porque en 40 minutos ya avanzas. Listo y la patrulla va. - Contrabandista: Entonces no tendrían por qué agarrarme por ningún motivo los lobos. - Policía: Pero te estoy diciendo, la patrulla irá hasta Chirucavi (comunidad en Charaña).

Y te digo que si detrás de ti sale un colador y no me dices quién es y no se reporta, los voy a agarrar a los dos. ¿Chapas?, porque acá se avivan los choferes y los loros, ya que al decirle al loro o a los chelos ellos dirán a otros, son unos cabrones, son unos cochinos, y eso pasó los primeros días. Tú los conoces. Es parte del diálogo que mantienen el efectivo y los contrabandistas.

En el audio el uniformado habla también de militares que otorgan el pin. En este caso el código es 4668, la cifra que debe replicar el traficante en los puestos de control para llegar a El Alto sin problemas. El viceministro de Lucha Contra el Contrabando, Gonzalo Rodríguez, explica que el sector de Charaña es una región difícil de controlar por diversos aspectos, entre ellos las condiciones climatológicas y geográficas.

La autoridad recalca que con la frontera con Chile se logró controlar el ingreso de camiones en el área central, entre Pisiga y Llica, y la zona norte, entre Llica y Charaña. Aún se coordina para tomar el mando del sur. “Hubo una buena cantidad (de contrabando). Mientras nosotros no le pongamos el candado a la frontera, vamos a seguir teniendo la incursión del contrabando”, destaca. La entrega del pin por parte de efectivos policiales y militares está en plena investigación y esa táctica se la hacía antes de que el Viceministerio de Lucha Contra el Contrabando opere en la zona norte de la frontera con Chile.

La presidenta de la Aduana Nacional, Marlene Ardaya, explica que los contrabandistas emplean una jerga y dentro de esos términos está la palabra pin, que es el pago de sobornos a efectivos militares y policiales. Aún así, la autoridad aduanera afirma que es muy difícil confirmar oficialmente esta negociación ilícita debido a que al momento de iniciar la investigación se lo hacía de forma combinada con los efectivos.

“En su tiempo nosotros también escuchábamos (sobre el pin). Se hablaba de policías y funcionarios del Ejército, pero nunca lo pudimos comprobar. Los contrabandistas decían que les dieron el pin y cuando la Aduana hacía los patrullajes lográbamos ‘cazar’ por las denuncias (...) Teníamos denuncias y hacíamos el patrullaje. Cuando deteníamos a los contrabandistas hablaban del pin, que es como un léxico que utilizan. Decían: ‘Yo le di al policía o al militar’”, recalca Ardaya.

El trabajo de Dinafron

La Policía Boliviana no tiene datos al respecto. Se envió solicitudes para consultar sobre el pago de sobornos y no se tuvo respuesta. Lo mismo pasó en el Ministerio de Defensa.

Empero, la Dirección Nacional de Fronteras (Dinafron) realizará una investigación para verificar si existen negociaciones ilegales con contrabandistas. El director de Dinafron, coronel Efraín Urquidi, explica que se necesitan más recursos tecnológicos para combatir los delitos transfronterizos y admite que Charaña es un punto crítico en el contrabando. “Nos faltan instrumentos para hacer nuestro trabajo de mejor manera.

Estamos a la espera de mayor dotación de equipos tecnológicos que también sean actuales para luchar contra delitos transnacionales”, destaca. En el Viceministerio de Lucha Contra el Contrabando también iniciaron la investigación, aunque se recalca que en Charaña ya no existe movimiento de carga ilegal debido a que se bloquearon los pasos ilegales. Ahora, los contrabandistas decidieron partir desde Visviri hacia el lado peruano para luego ingresar a territorio boliviano. Así, se evitan los controles en trancas nacionales. Aún así existen denuncias de cobros e intercambio de pines cerca del municipio de Viacha.

Más relatos

Jacinto Pérez (nombre ficticio por seguridad) vive en Charaña. Tiene temor por hacer pública su denuncia debido a que los contrabandistas, dice, operan con armas de fuego en la zona. Relata que los camiones chilenos llegan hasta su municipio con acoples, lo que significa al menos tres camiones Volvo F12. Por noche -remarca- pueden pasar a Bolivia de 12 a 20 motorizados. El horario de ingreso empieza a las 21:00 y concluye en la madrugada del día siguiente.

“Los que protegen el contrabando son los policías. Les dan (a los contrabandistas) pines para poder pasar las trancas. Hay una sargento que recolecta el dinero de los sobornos. De cada camión chileno con acople cobran 2.000 dólares y a los camiones bolivianos cobran 600 dólares”, relata Pérez.

El poblador tiene los nombres de los contrabandistas y anuncia que hará una denuncia ante el Viceministerio de Lucha Contra el Contrabando. Desde esa instancia se informa de que toda queja se la procesa y se hace de inmediato la investigación. Flora Aguirre (también nombre ficticio) radica en el municipio paceño de Caquiaviri, localidad en medio de Charaña y Viacha.

Ella dice que por las noches los camiones Volvo F12 pasan a rápida velocidad y “todos” saben que es contrabando. “Hay policías y militares que hacían controles, pero ahora no se los ve. Dicen que tienen un pin y por eso no hay controles en esta zona”, remarca Aguirre. La ciudad de El Alto es la primera meta del contrabando. Los traficantes llegan a esa urbe y de ahí planifican las conexiones para continuar lo ilícito. Los siguientes destinos son Cochabamba y Santa Cruz.