Pocos son los que escapan a los encantos de ese universo donde confluyen seres humanos. Ahí ocurre de todo, un bisturí que puede dar vida o matarla

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7 de julio de 2019, 4:00 AM
7 de julio de 2019, 4:00 AM

En la cama, en el comedor, en el trabajo, en un restaurante, en la universidad, en el baño. Desde bien temprano y hasta altas horas de la noche. Mientras caminas, mientras comes, mientras manejas o haces negocios, incluso, después de hacer el amor: Se trata de las redes sociales que se han metido en todas partes y todo el mundo se ha metido en ellas. Es el último grito de una moda que crece como bola de nieve que baja a tropel sin que haya poder humano que la detenga. En esa caída libre suma adeptos, seguidores y va modificando la forma de vivir, de divertirnos, de pensar, de comunicarnos, de informarnos, de amasar poder o de ser vulnerables, de buscar trabajo, de perderlo, de tramitar una visa, de meternos en problemas o de encontrar soluciones.

El origen de las redes sociales data de 1995, cuando Randy Conrads creó el sitio web Classmates.com. El objetivo era que la gente recupere el contacto con antiguos compañeros de estudios.

En 2002, salió a la luz Friendster que tenía el fin de ayudar a encontrar amigos de amigos.

En 2004, Mark Zuckerberg lanzó Facebook para apoyar a las redes de una universidad y después amplió su oferta a todo el amplio espacio de internet.

Pero el Facebook no es la única la red social en este mundo. Como tampoco lo son solo WhatsApp, Instagram o Twitter. Las redes sociales viven en constante movimiento. Algunas perduran, otras modifican sus objetivos. Hay otras que mueren incluso antes de que el público se entere que nacieron. La competencia es feroz. En el ciberespacio pelean con uñas y dientes más de 150 redes, entre las que también aparecen las oscuras, aquellas que atraen el interés de quienes tienen insanos intereses, camuflándose en una piel de lobo que cuesta identificar.

En general, todas tienen un objetivo común: relacionar a personas o empresas, a amigos y familiares, a gente que se busca o quiere ser encontrada. Algunas de estas redes tienen más éxito en un continente que en otro. Incluso, en países de un mismo continente. Por ejemplo, mientras en algunas regiones del planeta Hyves es desconocida, en los Países Bajos tiene un éxito enorme. Lo mismo pasa con Qzone y PengYouWan que en China son las mimadas de los internautas.

Yeny Ribera es boliviana y vive en Barcelona. Las redes sociales le han dado la posibilidad de consolidar su liderazgo en Espartanas por la libertad de Bolivia, una institución sin fines de lucro que creó para socorrer a inmigrantes. A través de cuatro redes imparte tareas a por lo menos 30 mujeres con las que trabaja y atiende los mensajes que le envían personas necesitadas. Yeny duerme con el celular muy cerca de su oreja y desde las 6:00, una vez despierta, no deja de usarlo. Lo hace mientras pasea a Layon: una mano apretando la correa del perro y la otra en el celular, mientras viaja en el tren, mientras ve alguna película con su esposo Tany durante las horas de ocio.

Paulina L. utiliza las redes para estar en contacto con sus amigos, para mantenerse al día con las noticias, para no sentirse sola, para matarse de risa viendo memes, para compartir fotos de sus viajes al campo durante los fines de semana.

René H. lo hace para compartir su opinión sobre política y eso, dice, le hizo ganar varios enemigos. “En estos tiempos se odia mucho. Varias veces he sido insultado por dar a conocer mi ideología política. Las redes sociales aguantan todo”, lamenta.

Noticias falsas

Justo en el área política es donde las noticias falsan inyectan su mayor veneno.

Eliana Quiroga, especialista en redes sociales, puntualiza que una fake news (notica falsa) es una noticia hecha intencionalmente con un contenido emocional muy alto para crear confusión, para dañar el debate público.

Rubens Barbery, presidente de la Cepad, es un convencido que más información no significa mejor información. Las redes sociales aumentaron considerablemente el acceso a la información y dieron voz a todo al que tenga acceso a un celular. ¿Es eso bueno? Creo que cada uno tendrá su propia respuesta, afirma.

“Para mí, lo importante es el uso que se hace de la información disponible. En lo personal me ha facilitado mucho el trabajo que impulso en Cepad al permitir llegar a públicos que sin ellas no sería posible siquiera imaginar. Es un medio que multiplica miradas y puede abrir la mente al mundo, aunque también mal utilizada puede ser un instrumento que sirva para difamar y trivializar la información.

El intelectual Carlos Hugo Molina está seguro que las redes sociales dispararon el conocimiento. Como la imprenta de Guttenberg en su momento, la conectividad nos ha devuelto la palabra. Nunca en la historia del mundo, leemos y escribimos como en este momento. No podría pensar una sociedad sin ellas, que no pierdan su humanidad.

Varias entrevistas que EL DEBER realizó en las calles, en los micros, en plazuelas coinciden en los motivos que lleva a las personas a utilizar las redes sociales: para encontrar productos para comprar, para distraerse, para reuniones virtuales, para buscar trabajo.

Sobre este último punto habla Oscar M., un egresado de Administración que se está valiendo de las redes sociales para causar buena imagen a sus futuros jefes. Se ha registrado en la red social Linkedin, que pone en contacto a millones de empresas y empleados.

Marlene T. le ha dado otro uso. Se ha registrado a una red social que une a parejas y ella ha conocido así al amor de su vida, con quien ha contraído ya matrimonio. La historia de Samuel es totalmente opuesta. Fue por una red social que lastimó su matrimonio. Su esposa le descubrió que tenía una relación sentimental a través del ciberespacio.

Para el escritor Claudio Ferrufino-Couqueugniot, premio Casa de las Américas de Novela, quien vive en Colorado, EEUU, es complicado pensar en otra vida, sin redes sociales. Pensar en el tiempo sin correo electrónico, sin teléfonos inteligentes. “Cartas entre tu amor y tú, semanas en medio. Por supuesto que cambiaron mi vida, en el buen sentido”, dice, a modo de graficar el impacto de este fenómeno.

“Hay gente que piensa que este inmediatismo es nocivo, malo, ignorante. En cierta medida tienen razón, pero eso siempre existió antes de las redes; la gente ya era estúpida. Está en tu libre albedrío leer lo que desees leer y censurar lo mismo. No se puede ir contra la historia. Aquellos que se queden detrás de los cambios sufrirán el encono del tiempo y los escollos. Para un literato, las redes es lo mejor que podía pasar. ¿Cómo hubiera imaginado yo que un día un millón doscientas mil personas se interesarían en lo que publico? Si acaso un autor vende mil ejemplares de su obra, es un éxito. En mis blogs, por ejemplo, las crónicas de Roberto Navia exceden las 30.000 lecturas. No me vengan con que las redes sociales son un mal. Se hacen mal las cosas, es diferente”.

El creativo en audiovisuales, Federico Morón (el gato negro), siempre quiso ser un ermitaño. Hoy con las redes sociales considera que es el ermitaño menos exitoso del mundo. “Pero el nivel de aprendizaje, de afilamiento del proceso creativo, de difusión y de incidencia en políticas públicas nunca hubiera sido posible sin estas grandes herramientas. Ahora, usar las redes para hablar de política, de corrupción, trae consigo muchos enemigos y amedrentamiento, pero al mismo tiempo mucho músculo ciudadano y blindaje ante nuestros giles de turno”.

El poder

Lo que convierten las redes sociales en un escenario de poder, entre otras cosas, es la cantidad de usuarios que tiene cada una de ellas.

Según el estudio Digital 2019 Global Digital Overview de enero de este año, Facebook contó con cerca de 2.271 millones de usuarios activos en un mes, Instagram con más de 1.000 millones, Twitter con más 326 millones de usuarios activos en un mes. LinkedIn cuenta con 303 millones de usuarios activos en un mes y más de 500 millones y WhatsApp más de 1.500 millones.

Los usos de las redes sociales tienen tanta repercusión en la vida diaria que la embajada de Estados Unidos en Bolivia confirmó que los bolivianos que soliciten visa, también deben brindar información sobre sus cuentas en redes sociales. Los nuevos requisitos que se exigen a quienes pretenden ingresar al país del norte son parte de una iniciativa del Gobierno de Donald Trump para fortalecer la seguridad interna.

Esta nueva instrucción se les exige a todos los ciudadanos del mundo. El formulario de solicitud electrónica de visas tiene predeterminadas alrededor de 19 redes sociales, entre las que se encuentran Facebook, Instagram, Twitter, Pinterest y Linkedin, las más usadas en Bolivia. Además, se ha habilitado una casilla para que los solicitantes informen voluntariamente su presencia en redes que no estén listadas. Se estima que el cambio afectará a alrededor de 15 millones de personas, según un reporte de CNN.

El lado oscuro de la luna

Una encuesta efectuada a principios de año por la Sociedad Real de Salud Pública (RSPH, por sus siglas en inglés) reveló que las redes sociales pueden afectar de forma negativa en la salud mental de los jóvenes. La conclusión fue que empeoraban su salud mental en cuatro aspectos: la calidad del sueño, la imagen corporal, el ciberacoso y el sentimiento de estar perdiéndose algo.

El mercado negro en torno a algunas redes es otro de los problemas que atentan contra la sociedad. Silk Road fue un mercado negro en línea desde un sitio de internet operado como uno de los servicios ocultos de la red Tor conocido en términos informáticos como Internet profunda, según el portal Wikipedia, que también recuerda que el 2 de octubre de 2013, fue cerrado por el FBI y su fundador, conocido por su alias «Dread Pirate Roberts», fue identificado como Ross Ulbricht.

El 6 de noviembre de 2013 las revistas Forbes y Vice indicaron que el sitio había vuelto a estar en línea. En febrero de 2015, Ross Ulbricht fue sentenciado a un mínimo de 30 años de prisión por siete cargos delictivos por un tribunal de Manhattan. Finalmente, en junio de 2015 fue sentenciado a cadena perpetua por una corte Federal de Manhattan, después de haber sido hallado culpable de siete cargos.

A propósito de la red Tor, sobre ella se dice que ahí las personas pueden publicar todo lo que quieran sin censura y que se trata de un navegador que permite explorar la red profunda, el lado oculto de internet.

Cuando uno entra al sitio de TorBook, a modo de presentación se lee: “Hoy tuve un sueño… Toda la población del planeta migraba sus datos personales a un territorio libre y sin censura, sin vigilancia, sin hacer negocio con sus datos personales. Se borraban de Facebook y Twitter. Abandonaban Google, daban la espalda a todas las herramientas privativas y monitorizadoras que trafican con sus datos. Se liberaban. Hoy desperté, y encontré TorBook, una red social al estilo de Facebook, pero a diferencia del caralibro esta no registra información sobre los usuarios que utilizan el servicio, así como tampoco hay censura sobre los contenidos que los usuarios deciden compartir. A excepción de la pornografía infantil que está prohibida, of course”.

Pero para los analistas, el anonimato concede la libertad a los criminales de hacer lo que deseen, libres de reglas, bajo el riesgo de que entorno a ese mundo oscuro se desarrollen delitos como la pedofilia, la venta de drogas, la trata y el tráfico de personas.

Justo el jueves pasado, en el programa de radio que el boliviano Alexander Gandarilla tiene en su emisora en internet: Estudio 54, con sede en Barcelona, entrevistó a una mujer, de nombre María, quien contó su testimonio de que pudo darse cuenta a tiempo de que a su hija de 10 años un hombre la estaba seduciendo a través de una red social: “Hablaba con mi hija a través de dos redes. Por una de ellas le entró directo al tema, ofreciéndole sexo, y por la otra, intentaba hacerse su amigo”.

María se movió rápido y denunció el hecho ante las autoridades, logrando que se lo detenga en una plazuela. Ahora está a la espera de que el proceso avance.

“No estoy en contra de que menores de edad tengan redes sociales. Pero es importante que se tenga control sobre ellas. Gracias a Dios por tener control no le ha pasado nada a mi hija”, dijo, sin ocultar su preocupación por lo que pudo haberle pasado a su hija si es que ella no tomaba cartas en el asunto.

En Bolivia el delito de trata y tráfico de personas también está alimentado por las redes sociales. El 2018 se registraron 431 denuncias de personas víctimas de trata de personas, pornografía y proxenetismo. El departamento en el que más denuncias se registraron fue en La Paz, seguido por Santa Cruz y Cochabamba.

En Bolivia existe la Asociación de Familiares Víctimas de la Trata y Tráfico de Personas (Asafavittp). En la Asociación, se ocupan, entre otras cosas, de enviar las fotografías de sus seres queridos a través de las redes sociales, ese instrumento que también es utilizado por los criminales.

Mariano Cabrera, especialista en marketing digital, enfatiza que las redes sociales pueden ser positivas o vengativas, dependiendo cómo se las utilice: “Las herramientas digitales son como un cuchillo que puede ser utilizado para matar o para cortar un alimento que ayude a consumirlo”.

La importancia de internet es tal que la pasada semana la Iglesia anglicana de Inglaterra ha dado a conocer nueve “mandamientos” para el uso adecuado de las redes sociales.

En una nota del diario El País de España está registrada la frase del arzobispo de Canterbury, Justin Welby, que dio a través de una entrevista en directo en Facebook: “Cuando la gente pone algo en los medios sociales, se olvida habitualmente de dos cosas: lo están haciendo público y están hablando de otras personas. ¿Escribirías eso mismo acerca de alguien que te importara y cuya humanidad respetas?”, ha explicado el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, en una entrevista en directo en Facebook a la vez que se hacían públicas las directrices.

De los nueve mandamientos de la Iglesia anglicana, el primero de los que resalta es el que hace referencia a la importancia de que “la seguridad de los niños, de los jóvenes y de los adultos vulnerables debe ser protegida”.