Un texto que revela las diferencias económicas considerables entre el fútbol masculino y femenino. La danza de dólares varía y la discriminación, latente

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23 de junio de 2019, 4:00 AM
23 de junio de 2019, 4:00 AM

La nueva popularidad del fútbol femenino trae dinero y riesgos

La semana pasada, el periódico The Sun publicó un reportaje sobre lo que llamaron los “HAPS”, los esposos y compañeros de las jugadoras de Inglaterra en la Copa Mundial Femenina en Francia.

El periódico predijo que los HAPS serían tan importantes como las WAGS, las esposas y novias del equipo masculino de Inglaterra, a quienes describieron como una “presencia tranquila y constante” en la Copa Mundial del año pasado en Rusia. Tendrán que serlo.

El descubrimiento de los HAPS por parte de The Sun es solo una señal del creciente interés comercial en el fútbol femenino, que es a la vez sorprendente y perturbador.

Durante mucho tiempo en el mundo del fútbol, las mujeres han estado en la sombra de los relucientes príncipes de las ligas masculinas. A veces parece que estas atletas mal pagadas y menospreciadas pasan tanto tiempo luchando fuera del campo como en él. El equipo estadounidense llegó a Francia tres meses después de demandar a la federación de fútbol de su país por discriminación de género. El equipo australiano se presentó a la vez que su sindicato se quejó a la FIFA de que los 30 millones de dólares en premios que el organismo internacional estaba distribuyendo entre los equipos de la Copa Mundial Femenina era solo 7,5 por ciento de lo que los hombres obtuvieron en su Copa Mundial en Rusia el año pasado. El equipo de Noruega tuvo que competir sin su compatriota estrella, Ada Hegerberg, una de las mejores jugadoras del mundo. Ella piensa que las mujeres no reciben respeto en Noruega y no ha jugado para su equipo nacional desde 2017.

Sin embargo, la Copa Mundial Femenina de este año se está perfilando como un punto de inflexión. Según la BBC, el primer partido de Inglaterra la semana pasada contra Escocia fue el partido de fútbol femenino más visto de todos los tiempos en el Reino Unido, ya que atrajo a un máximo de 6,1 millones de espectadores, rompiendo el récord anterior de 4 millones establecido en 2017.

El partido fue cubierto por periodistas del Daily Telegraph, que acaba de lanzar una sección dedicada a los deportes femeninos como parte de lo que ha descrito como una “inversión sin precedentes” en la cobertura deportiva femenina realizada por un periódico del Reino Unido. Mientras tanto, se ha vertido una ola de dinero corporativo en el fútbol femenino. En marzo, el banco Barclays reveló un acuerdo de 10 millones de libras con la Asociación de Fútbol de Inglaterra que, según la FA, fue la inversión más grande realizada por una marca en el deporte femenino del Reino Unido. Dos semanas más tarde, Boots, la cadena de farmacias, dijo que patrocinaría a los equipos femeninos en sus países de origen e Irlanda durante los próximos tres años. El mes pasado, Mastercard se convirtió en el primer socio oficial principal del Arsenal Women Football Club.

Todo esto tal vez parezca poca cosa comparado con lo que reciben los hombres. Pero para algunas veteranas del fútbol femenino, ha comenzado a plantear preguntas que apenas podían imaginar hace poco. ¿Podría empezar a ser rentable un juego que todavía es básicamente una empresa “startup”? Y si el dinero sigue llegando, ¿cómo se asegurarán los organizadores de que se utilizará para el bien de todo el juego y no solo para las jugadoras y clubes de grandes estrellas?

“Estoy empezando a pensar que tenemos que empezar a pensar en la gobernabilidad”, dice la abogada Jane Purdon, directora ejecutiva del grupo Women in Football (Mujeres en el fútbol) del Reino Unido. “La rapidez del cambio es asombrosa”.

La Sra. Purdon comenzó a trabajar en el fútbol profesional masculino en 2001 y pasó 10 años en la Premier League. Ella dice que el aumento del interés (y la inversión) en el fútbol femenino le recuerda cómo el fútbol masculino pasó de vender derechos por cientos de millones de libras a miles de millones. “Vi como sucedió todo y este momento parece similar”.

Aún queda un largo camino por recorrer antes de que el juego femenino alcance algo parecido a la paridad financiera, pero la perspectiva de un crecimiento continuo plantea una pregunta fascinante: ¿cambiará su carácter? El juego tiene el encanto y la frescura de un movimiento advenedizo, lo cual es bastante diferente al fútbol masculino, compuesto por jugadores que compran islas, conducen Bentleys y evaden impuestos, lo cual le añade entretenimiento al deporte masculino. El patrocinio les ofrece a las empresas una oportunidad para hacer alarde de su creencia en la igualdad. La gran cantidad de dinero, por otro lado, les ofrece a las atletas femeninas la oportunidad de ser tan llamativas y terribles como los hombres.

Estoy a favor de esto. La verdadera igualdad significa que las mujeres tienen el derecho de comportarse tan atrozmente como quieran. Pero ver cómo las jugadoras y sus patrocinadores enfrenten las tentaciones que trae el dinero podría llegar a ser uno de los espectáculos más atractivos del juego.