Un contrato de fideicomiso esconde la identidad de los dueños del avión que llegó a Bolivia y fue incautado a favor del Estado. También se eliminaron los registros públicos de vuelo. Las autoridades bolivianas se contradicen

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14 de julio de 2018, 7:17 AM
14 de julio de 2018, 7:17 AM

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En 2014 un avión con bandera de Estados Unidos apareció en un aeropuerto de Irán y causó asombro: las relaciones entre ambos países no estaban en su mejor momento. El dueño del avión, según el periódico The New York Times, era el Banco de Utah. Más tarde se supo que el misterioso avión era, en realidad, de una empresa minera que tenía vínculos con el gobierno de Ghana y viajaba con una misión oficial de ese país.

Cuatro años después una historia parecida ocurre más cerca: un jet registrado a nombre del mismo banco llega al aeropuerto cruceño de Viru Viru pero esta vez no se sabe quiénes son los dueños. Al menos no por ahora.

Al lujoso jet que apareció en un aeropuerto de Bolivia y tras ser declarado ilegal fue decomisado a favor del Estado, lo envuelve el misterio adrede: los verdaderos dueños no revelan su identidad y las rutas de vuelo de los últimos años fueron borradas de los portales de registro público de tráfico aéreo. Sin embargo, se conoce cuántos dueños tuvo antes, algunos lugares en los que voló y las empresas que mediaron para su llegada a Bolivia.

El avión en el aeropuerto El Trompillo de Viru Viru

¿Qué hay detrás del Banco de Utah?

La nave, un Gulfstream GIII con matrícula N557JK, está registrada a nombre de Banco Fideicomisario de Utah desde el año 2008, según figura en la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés). Pero esa entidad no es la propietaria del avión, lo tiene (junto a otros 1.600) en calidad de fideicomiso, es decir que los verdaderos dueños le entregaron el avión para que lo administre y registre a su nombre.

EL DEBER se contactó con un empleado del Banco de Utah que no quiso dar detalles del jet aparecido en Bolivia y se remitió a la información publicada en página web que dice esta práctica es habitual entre extranjeros y sociedades limitadas que solicitan su servicio porque pueden “no calificar para el registro de la FAA por su cuenta”. En ese caso, el banco se ocupa de “adquirir un registro válido para su aeronave”.

“El Banco de Utah permite a los extranjeros ricos obtener legalmente registros estadounidenses para sus aviones a tiempo que protege sus identidades de la vista pública. El banco hace esto a través de cuentas de fideicomiso, en su propio nombre, que toman el lugar de los propietarios en los registros de los aviones”, señala una publicación del diario New York Times.

Sin embargo, el contrato no le da al banco el control operacional de ninguna de las aeronaves. En el caso de la que llegó a Bolivia, la compañía que lo opera es Global Exec Aviation, según se lee en la solicitud de ingreso al país. 

En abril del año pasado, Global Exec Aviation contrató los servicios de la empresa Pike Aviation para que tramite el ingreso y salida del avión. Según documentos de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC), la aeronave llegó el 7 de abril de 2017, procedente de la isla mexicana de Cozumel, y debía partir a otra ciudad de México dos días más tarde. Nunca lo hizo.

“Después de que el vuelo ingresa a Bolivia, si sale o no sale no es competencia nuestra y no tenemos idea de por qué el avión no salió. Solo le sacamos el permiso y es el único vínculo que tenemos con ese vuelo”, dijo a EL DEBER un empleado de Pike Aviation que no quiso identificarse.

Escucha el audio aquí:

 

 

Se sabe, entonces, que entre el dueño del avión y su llegada a Bolivia pasaron, al menos, cuatro instituciones: la que figura como dueña (el Banco de Utah), la que lo opera (Global Exec Aviation), la que hizo el trámite de solicitud de ingreso al país (Pike Aviation) y la DGAC, que autorizó su arribo. 
 

 

Sin rastro de los vuelos

Existe una serie de páginas web que registran las rutas de los vuelos y que pueden ubicar a las aeronaves mediante radares. EL DEBER, tras una exhaustiva búsqueda en internet, no logró identificar los lugares en los que estuvo entre el 21 de agosto de 2016 y el 7 de abril de 2017, cuando llegó a Santa Cruz, su último destino.

Según dice en la página Flight Aware, no figuran los registros de vuelo “por solicitud del dueño u operador”. En el portal Plane Finder, se publican algunas fechas en las que la nave viajó (ninguna en 2017) pero se eliminaron los lugares de partida y destino.

Lo que se puede saber, según las fotografías publicadas en portales de aficionados, es que entre 2008 y 2016 el avión se movió, al menos, entre Canadá, Estados Unidos, Holanda, Costa Rica y la isla San Martín.

Te mostramos algunas fotos del avión en esos lugares:

El 14 de diciembre de 2008 estuvo en California (Estados Unidos)
El 28 de diciembre de 2013 fue visto en el aeropuerto Princesa Juliana de la isla San Martín

 

El 20 de agosto de 2011 lo vieron en Rotterdam (Holanda)
En Costa Rica el 4 de junio de 2010

 

El 27 de junio de 2015 en Toronto (Canadá)

La fotografía más reciente que se encontró del avión en el extranjero, lo ubica en el aeropuerto McCarran de Las Vegas (Estados Unidos):

El 21 de agosto de 2016 en Las Vegas

 

La empresa Global Exec Aviation que opera el avión tiene la libertad de alquilarlo, para vuelos exclusivos, a varios clientes. Por tanto, el hecho de que este avión haya volado por los lugares mencionados previamente, puede no ser relevante para entender por qué llegó a Bolivia. 

 

Dueños anteriores

Según un historial de registros, el avión que nos ocupa habría tenido nueve dueños antes de ser registrado a nombre del banco.

Quien lo compró nuevo, en 1982, fue Shah Karim al-Hussayni, el actual imán de los musulmanes chiitas ismaelíes nizaríes y quien ostenta el título dinástico y religioso de Aga Khan. 

Tras su venta en 1989, el avión pasó a manos de varias empresas hasta ser registrado en 2008 a nombre del Banco de Utah, al que pertenece hasta ahora sin revelar el nombre de sus dueños reales.

En 2013 y 2014, inspecciones al registro de aviones determinaron que “la FAA no tiene la información necesaria de las numerosas aeronaves pertenecientes a fideicomisos de ciudadanos que no pertenecen a Estados Unidos”.

Según los documentos del Departamento de Transporte de Estados Unidos, a los que accedió EL DEBER, se encontraron aeronaves que estaban registradas bajo “cuestionables y posiblemente ilegales circunstancias y la FAA no tiene la suficiente información para supervisar su seguridad”.

El diario The New York Times publicó en 2014 que si bien la FAA afirma que conoce quiénes son los dueños de los aviones anotados a nombre del Banco de Utah, y otras empresas que ofrecen servicios similares, “la estructura del fideicomiso puede habilitar una cadena que aleje los detalles de la vista pública” recurriendo a “un operador que alquila el avión a otra compañía, a otra y otra”.

 

El avión se quema en las manos

Mientras no se sabe quiénes son los dueños del avión ni quienes llegaron en él a Bolivia, las contradicciones generan más dudas en el país.

Cuando se supo que la Aduana iba a decomisar el avión para transferirlo al Ministerio de la Presidencia (y que luego éste lo remitiera a la DGAC aduciendo que no tiene la capacidad de mantenerlo), el Gobierno dijo que no tenía conocimiento sobre la aeronave y que supuestamente había ingresado de forma ilegal. 

Mira este video (imágenes de Cadena A y PAT):

 

 

Sin embargo, el diputado Tomas Monasterio mostró documentos que revelan que la DGAC autorizó su ingreso y facturas emitidas en diciembre por Asaana por el costo de pernocte en el aeropuerto. Más tarde, la DGAC confirmó la legalidad de su llegada, dijo que no decoló porque tuvo un desperfecto y que se quedó en el país por razones de mantenimiento. 

Según los documentos que mostró el diputado Monasterio, la tripulación del avión la integraban Ramiro Castillo y José Luis Cervantes.

Días después, el ministro de Obras Públicas Milton Claros dijo que la nave tenía una multa de 46.000 bolivianos y que si la pagaban, los dueños podrían llevarse el avión. Tras esa declaración, la presidenta de la Aduana, Marlene Ardaya, negó esa posibilidad: dijo que tras vencer 30 días de plazo para regularizar su permanencia en el país, se considera contrabando. “Ya lo hemos ratificado, no se va a devolver. La posición de la administración aduanera es clara: es un avión de contrabando”, afirmó tajante.

Monasterio también mostró dos cartas. Una fue enviada por Luis Burbano Donoso, representante de la empresa que lo opera (Global Exec Aviation) a la administración de la Aduana en Viru Viru para saber si la nave “tenía algo pendiente” (pago o trámite).

El otro documento es la respuesta que emite la Aduana, en la dice que “no tiene obligación pendiente”. La respuesta lleva la firma del funcionario Jesús Salvador Vargas Cruz.

 

El domingo EL DEBER publicará otras revelaciones sobre este caso, puedes leerlas en el suplemento Séptimo Día.

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Fotos: Archivo El Deber, Airport Data, Jet photos, Abpic, Frank Herrera, Daniel Jef,  Mark Thomas.

Audios y videos: Archivo de El Deber, Cadena A, PAT.