Cerca de mil comerciantes se enfrentaron a una centena de guardias y policías para evitar que derrumben los puestos ambulantes de la Grigotá y calles adyacentes. Flores culpó a Cahuana y a Labardens de la refriega

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7 de mayo de 2018, 6:27 AM
7 de mayo de 2018, 6:27 AM

La antigua La Ramada se convirtió en un campo de guerra que enfrentó a cerca de mil comerciantes contra una centena de gendarmes y de policías. El intento de retoma de las calles de la populosa zona comenzó cerca de la medianoche, cuando la guardia municipal en pleno, acompañada de no más de 50 policías equipados, se abrió paso desde la antigua terminal, actual oficina de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, rumbo a la rotonda de Andrés Ibáñez. La resistencia comenzó con cohetes, palos, piedras, pero a medida que los efectivos avanzaron terminaron siendo repelidos por petardos y gases lacrimógenos

Hasta la 1:30 de este lunes se evidenció que había señales de avance por parte de las fuerzas del orden; sin embargo, a partir de esa hora se comenzó a batallar por cada metro de la avenida Grigotá y calles adyacentes, como la Chimoré, en donde los gremiales resistieron lanzando decenas de ráfagas de cohetes y haciendo explotar cada tanto explosivos caseros, que se especula se trata de molotov.

imágenes del conflicto en La Ramada

Los comerciantes que hicieron la resistencia pertenecen a la Federación de Gremiales Unidos, liderados por Jaime Flores, que se niegan a trasladarse al nuevo centro ubicado en la avenida Moscú, casi séptimo anillo, los cuales argumentan que no se les brinda, las condiciones adecuadas de servicios básicos ni de tinglados.

El concejal Rómer Pórcel ratificó ayer que este lunes se dejarían expeditas las calles de la zona céntrica; sin embargo, hasta el cierre de esta edición dicha faena estaba lejos de concretarse. Los vendedores elaboraron una estrategia que comenzó con poner a  mujeres adelante para pedir de rodillas que se desactivara el operativo. 

Tras encontrar una respuesta negativa, se replegaron ante el avance de los guardias, armados con escudos y la policía motorizada. Tras el avance de unas cuadras, los venteros prendieron fuego en la calle con madera, cartón y todo lo que encontraron a mano.

Optaron por enfrentarse de manera directa y fueron ganando terreno, hasta que alrededor de las 3:00 lograron hacerlos retroceder detrás de la antigua terminal, zona del cine Metro, también lograron tomar la Cañoto, a la altura de la calle Lemoine. 

Según estimaciones, los comerciantes eran entre 500 y 1.000, para dar un ejemplo, y este aspecto terminó siendo determinante porque los efectivos de la Policía, que en principio no pasaban de 50, no abastecían para el apoyo en el momento más álgido de la situación. Los gremialistas fueron avanzando de a poco, a tal punto de obligarlos a retroceder hasta la avenida Irala en poco tiempo.

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En ese momento, los gremialistas abordaron una camioneta de la Alcaldía que estaba estacionada al lado de la antigua terminal, obligando a los efectivos a actuar lanzando gases lacrimógenos que afectó a ambos bandos. El cielo cruceño alumbraba casi como en Navidad por los petardos. La turba logró el cometido de no dejar avanzar a nadie por la Grigotá, pero la Policía ya había decidido actuar porque los gendarmes eran rebasados. Como era de esperar, los más afectados con los gases fueron las mujeres que tuvieron que ser auxiliadas por sus grupos.

Pasada la 2:00 el foco se centró en el primer anillo y Cañoto, ya que el objetivo era ganar la rotonda para de ahí realizar la ofensiva. Por orden municipal, los gendarmes tenían previsto ingresar con máquinas hasta el corazón de La Ramada, pero no iba a ser fácil por la inesperada resistencia con la que se encontraron. Ante la situación, la Policía ya se había reforzado con otros 150 efectivos, aunque con su accionar tampoco fue suficiente para lograr el cometido a esa hora. Pasada las 3:00 hubo un pequeño respiro, aunque fue solo para reorganizarse porque a las 3:30 los enfrentamientos siguieron.

Los comerciantes también utilizaron explosivos y gases lacrimógenos, ganándoles territorio a las autoridades y quedándose en la rotonda. Pese a ello la Policía ya había detenido a una decena de comerciantes. El número de detenidos no fue confirmado. Tampoco se pudo tener acceso a Jaime Flores, cuyos afiliados llegan a los 2.800 y se han opuesto a irse al nuevo mercado, argumentando un mal censo que les ha impedido tener puestos acorde a sus requerimientos en el nuevo mercado. Angélica Sosa anticipó que como sea los comerciantes deben salir de la Grigotá.

Esta situación tenía incluso dividido a los líderes de los comerciantes porque el grupo que lidera Jesús Cahuana amenazó con retornar a La Ramada, justificando que las ventas no eran buenas en el nuevo mercado porque la gente prefiere acudir a la antigua Ramada, donde sigue encontrando comerciantes y productos a disposición. La Alcaldía tiene decidido no dar el brazo a torcer y anticipó antes, a través de la misma Angélica Sosa, que si era necesario se iba a acudir hasta al ejército para desalojar una zona congestionada y  de difícil acceso para el transporte urbano.

Entraron con máquinas
La orden era cumplir con el desalojo y para ello había listas máquinas para derrumbar los puestos. Avanzaron por la Cañoto, pero los comerciantes ‘atacaron’ por la calle Lemoine y Chané para impedir que continuaran avanzando. De acuerdo a los primeros reportes que salieron en la madrugada, al menos cinco gremialistas tenían heridas de consideración y similar número también había entre los gendarmes.

“Negamos que hubiéramos estado con bombas caseras; sí utilizamos petardos que son los que sobraron de las marchas”, dijo esta madrugada Jaime Flores. El dirigente acusó a Labardenz y a Cahuana de haber orquestado la violencia, originando que la situación se haya salido de control.