El menor, de solo 8 años, salió nadando del centro de una laguna que tiene una superficie de 3,44 hectáreas y 2,5 metros de profundidad. Su padre falleció al igual que el hombre que trató de ayudarlo

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25 de junio de 2019, 20:00 PM
25 de junio de 2019, 20:00 PM

El fatal accidente que sufrió el fin de semana una lancha en la laguna artificial del condominio Mar Adentro, cobró las vidas de Javier Salvador Abella, de 35 años, y de Franco Arredondo Arámbula, de 20 años, pero, un niño de apenas ocho logró salvarse de milagro, luego de nadar desde el corazón de la laguna de 3,44 hectáreas, hasta una de sus orillas.

El hecho parece algo increíble, pues dos adultos se ahogaron en el intento de salir del agua y llegar a la arena. Es por eso, que los familiares del menor denominaron el suceso como una “bendición de Dios”.

Eran las 12:55 aproximadamente del domingo, cuando Javier Salvador se subió con su hijo, sin utilizar salvavidas, al bote de seguridad para pasear sobre la playa cristalina.

“El guardia de seguridad le dijo a mi marido y a mi hijo que era prohibido ingresar sin salvavidas, pero hicieron caso omiso, y se subieron a la lancha equivocada, pues usaron la de seguridad que es metálica y no la de plástico”, lamentó Patricia, esposa de Javier.

El hombre y el niño estaban jugando sobre la pequeña embarcación, lo que provocaba que se moviera sobre las aguas, cuando un viento aprovechó su inestabilidad y los volcó. Ya en el agua las cosas se complicaron para Javier ya que no sabía nadar y no llevaba el salvavidas puesto.

En su desesperación el hombre comenzó a pedir auxilio, mientras su hijo, que sí sabía nadar, se mantenía a flote sin saber qué hacer. Los rescatistas no podían acudir rápidamente a la emergencia, porque la lancha de seguridad que debían utilizar era la que estaba volcada en el corazón de la laguna.

Al ver esto Franco Arredondo, que estaba cerca al lugar, decidió dejar su bote de plástico a pedal e intentar rescatar a Javier, quien para él era un desconocido y pese a ello decidió arriesgar su vida por esta persona.

El joven trató de subir a la víctima a su barca, sin embargo, los fuertes vientos la volcaron y no tuvo otra alternativa que buscar sacar a Javier hasta la orilla.

El impedimento era que el hombre que rescataba lo sobrepasaba en peso y en tamaño. “Intentó salvar a mi marido, pero se cansó y cuando se dio cuenta que no podía, lo dejó que se hundiera e intentó salir solo, pero no pudo salir y terminó ahogándose también”, contó la esposa de Javier.

Mientras el rescate fallido ocurría, el niño de 8 años nadaba solo y cuando se cansaba utilizaba las técnicas que aprendió durante sus clases de natación, pues se ponía de espalda para flotar y recobrar fuerzas. Repitiendo esta acción logró llegar a la orilla de la playa y salvar su vida.

“Mi hijo me comentó que cuando nadaba sentía que alguien lo agarraba de la espalda y lo empujaba para salir del agua. Me imagino que ese alguien era Dios y que él lo salvó porque todavía no era hora de llevárselo”, comentó Patricia, con sus ojos brillosos por las lágrimas que se le caían de emoción al saber que su hijo aún vive.

Largo rescate

Después de algunos minutos los bañistas sacaron el cuerpo de Franco y un médico lo reanimó hasta que sus signos vitales volvieron y fue llevado hasta una clínica privada cercana, donde horas después perdió la vida.

El rescate de Javier duró una hora, pues su cuerpo ‘desapareció’ en los 2,5 metros de profundidad de la laguna. El galeno del lugar reanimó a este hombre, que volvió a respirar pero murió minutos después. Su autopsia revelo que tuvo dos paros cardiacos; uno dentro del agua y otro fuera.

La hermana del niño de ocho años, una pequeña de solo dos años, se salvó de morir ya que su mamá evitó que se suba en la lancha donde estaba su padre y su hermano mayor.

Patricia lamentó el retraso de la Policía y de los Bomberos, pues llegaron tres horas y media después del suceso. “Llamé a la Policía para pedir a ayuda a la una de la tarde, pero llegaron a las cuatro y media”, explicó molesta.

Asimismo, dijo que agradeció profundamente a la familia de Franco, por su intento de rescate.

Héroe sin capa

“Su acción al intentar salvar a un desconocido, describe toda su personalidad; así era Franco, un joven amable que estaba presto a colaborar a todos”, describió su amigo, Carlos Zubieta.

Franco Arredondo, de 20 años, llevaba tres años en la universidad y se destacaba en el fútbol, por su habilidad para jugar en el medio de la cancha. Entrenó y jugó partidos de la Asociación Cruceña de Fútbol, con la camiseta de El Semillero.

Bruno Durán recuerda a su amigo como un hincha a muerte de Oriente Petrolero y dice que era el encargado de organizar los campeonatos en su fraternidad. “Siempre era el mejor de los campeonatos, incluso fue a México a probarse en un club de primera división, pero tenía una lesión en la rodilla que truncó su carrera como futbolista”, explicó.

Orlando Ibáñez, dolido por la partida de Franco, comentó que era un amigo honesto, que siempre estaba feliz y que se preocupaba por los demás. “Recuerdo que, en un boliche, le aposte un vaso de cerveza a Franco, pidiéndole que le hable a la chica que le gustaba y él se fue animado, pero conversó con su amiga, pues se confundió debido que estaba pasados de copas”, dijo como anécdota y sus amigos rieron.

Ayer, Javier y Franco fueron velados en el salón Las Misiones y después los enterraron en los cementerios General y Norte.