En Santa Cruz tres niños nacieron en 2017 con la malformación y este año 11 embarazadas dieron positivo para zika. Los especialistas del nosocomio público enseñan a los padres cómo ayudar a sus hijos afectados

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5 de mayo de 2018, 18:23 PM
5 de mayo de 2018, 18:23 PM

El virus del zika entró al país hace tres años y sus efectos ya se hacen sentir en familias, cuyos niños llegaron al mundo con microcefalia y otras malformaciones a consecuencia de esta enfermedad. El número de casos si bien no es alarmante, por el momento -en Santa Cruz de la Sierra nacieron tres bebés con el síndrome de la cabeza pequeña en 2017- preocupa porque el mal deja secuelas permanentes y porque la infección está latente por la presencia endémica en nuestro medio del mosquito que lo trasmite.
Además de los casos de microcefalia registrados en el municipio cruceño se han dado otros. Por ejemplo, uno en la provincia Guarayos y otro en la ciudad fronteriza de Yacuiba (Tarija). 
Al menos cuatro de estos pacientes están siendo atendidos por consulta externa desde hace unas tres semanas en el hospital Japonés, donde están dando forma a un equipo multidisciplinario de médicos especialistas para responder adecuadamente a la demanda de este tipo de tratamiento que por primera vez se dará en un nosocomio público.
La microcefalia ocasiona discapacidad permanente y, a la luz de las estadísticas, las autoridades sanitarias presumen que el número de niños afectados puede aumentar, por lo que en 2016 el Servicio Departamental de Salud (Sedes) envió una comunicación al hospital Japonés designándolo como un centro de referencia para todos los casos de niños con microcefalia asociada al zika.
El año pasado, en Santa Cruz, se registraron 165 casos de zika en general y hubo 13 casos de microcefalias asociados al zika. En la presente gestión 237 personas han padecido el mal, de las cuales hay  11 mujeres embarazadas con positivo por zika, lo cual lleva a suponer que algunos de esos bebés nacerán con el defecto de cerebros pequeños.


Atención integral
La pediatra Tita Fernández, quien trabaja en el área de terapia intensiva en el hospital Japonés, explicó que a partir de la comunicación del Sedes viene trabajando para consolidar un comité multidisciplinario para el manejo de los niños con diferentes discapacidades, en los que están incluidos los infantes con microcefalia, con síndrome de down, con parálisis cerebral, con hidrocefalia y otros.
 “En el equipo intervienen pediatras, fisioterapeutas, sicólogos, estimuladores, fonoaudiólogos, otorrinos, oftalmólogos, ortopedistas, trabajadoras sociales, por nombrar algunos. Ya somos cinco en el comité. Hace tres semanas nos asignaron a una fonoaudióloga, la primera profesional que está trabajando en el ámbito público en el departamento. Es más, el equipo multidisciplinario será el primero en trabajar en el nivel público; hasta hace poco solo había ese servicio privado”, dijo Fernández, que también tiene maestrías en sicomotricidad y en estimulación temprana.
Los niños con microcefalia requieren de terapias para revertir en alguna manera sus discapacidades, así como es también importante la destreza de los padres para atenderlos en casa, pues presentan dificultades para tomar leche y otros alimentos, además sufren trastornos de aprendizaje, del lenguaje, problemas afectivos, sensitivos y sicológicos. Por su condición clínica, se les debe hacer seguimiento hasta los seis años.
De esas falencias da fe una pareja que llegó de Yacuiba a Santa Cruz en busca de atención médica para su niña mayor de un año. Estos padres no pueden superar el impacto de cargar con la pequeña afectada, pero en el Japonés los reanimaron indicándoles que un tratamiento adecuado puede paliar el mal. “Estos padres llegaron de Yacuiba la anterior semana; estaban muy afectados; han peregrinado con ella por todas partes en  busca de ayuda”, dijo la doctora Tita Fernández. “Solo somos la noticia de Yacuiba, porque el de mi hija es el  primer caso de microcefalia en Bolivia (a causa del zika), pero allá no nos ofrecen nada”, explicó el hombre a la pediatra.


Protocolo único
Carlos Lafuente, médico infectólogo a cargo del Departamento de Epidemiología del hospital Japonés, indicó que su despacho maneja un protocolo de atención único en Santa Cruz para detectar las enfermedades emergentes, como el zika y la chikunguña. La reemergente es el dengue, que hace 30 años tuvo su aparición.
Esas tres enfermedades pueden presentar síntomas en común y es difícil hacer la diferencia a un principio, porque todas se manifiestan con fiebre, alteraciones en la piel, dolor de cabeza y otras señales.
Lafuente indicó que los tres males tienen la misma fuente:  un  virus trasmitido por mosquitos Aedes. No hay vacunas ni medicinas que curen estas enfermedades, solo se dan medicamentos para aliviar la fiebre y otros malestares. 
El protocolo tiene cinco escenarios. El primero consiste en examinar a todas las mujeres fértiles que tengan un cuadro sintomático del zika y se les recomienda no embarazarse durante por lo menos un año.
El escenario dos: a aquella mujer embarazada que desarrolla un cuadro clínico compatible con zika se la invita a someterse a un seguimiento mensual de su gravidez con ecografías para ver si hay o no alteraciones en el feto; el tercer escenario contempla al esposo o pareja de la mujer, que si ha contraído el virus, se le recomienda tener relaciones sexuales con su mujer con protección porque puede trasmitir el virus a través del esperma.
El cuarto escenario es la mujer embarazada con feto con microcefalia. Se le hace un control riguroso hasta el nacimiento; y el quinto escenario, cuando nace un niño con microcefalia, se capacita a la madre y al padre del recién nacido para garantizar una crianza adecuada. Todo el servicio es gratuito por medio del seguro que brinda la Ley 475.
Roberto Torres,  director de Epidemiología del Sedes, informó que el Hospital de Niños Mario Ortiz atiende de igual manera a niños con malformaciones a consecuencias del zika y los profesionales designados allí también hacen seguimiento a los chicos y a sus progenitores.

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