A los nueve años perdió a sus padres en la matanza por la pugna de poder en Palmasola, el 23 de agosto de 2013. Fue drogodependiente y deambuló entre los hogares y los canales. Ahora, con el apoyo de voluntarios, busca reescribir su vida

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2 de septiembre de 2018, 9:00 AM
2 de septiembre de 2018, 9:00 AM

El jueves cumplió 15 años y pese a que la vida no siempre le sonrió, él ahora tiene un nuevo horizonte y busca convertirse en un chef de prestigio, un hombre que pueda brillar con su talento en las mejores cocinas del mundo.

Joselo, nombre que usaremos para relatar la historia de este adolescente, no tuvo una niñez como la de cualquier otro infante. Él vivió junto a sus padres en medio de reclusos, en el área de máxima seguridad de Palmasola, Chonchocorito.

De acuerdo con las personas que lo ayudan a cumplir sus sueños, Joselo no habla mucho sobre aquel pasado, probablemente porque el recuerdo es algo difuso por la edad en la que lo vivió o tal vez porque su mente trata de anular lo que cuando tenía nueve años pasó.

Antes de cumplir esa edad, en una de las batidas para retirar a los niños del Palmasola, donde en aquellos los ajustes de cuentas con muerte, las violaciones y las pugnas de poder eran una moneda corriente, Joselo fue retirado de lo que era su patio de juegos.

UN CANAL DONDE VIVEN NIÑOS, UN LUGAR QUE JOSELO CONOCIÓ A SUS NUEVE AÑOS

Una tía se hizo cargo de él, mientras sus padres aún purgaban su condena. Sin embargo, la mañana del 23 de agosto de 2013 la historia de Joselo quedaría marcada para siempre, ya que aquel día Chonchocorito ardió como el epílogo de una pugna de poder entre reos, que derivó en la muerte de 35 personas y cerca de un centenar de quemados y heridos.

En aquel infierno en que se convirtió el penal por algunos minutos, lo papás de Joselo murieron, dejando a este adolescente y su hermano huérfanos.

Su familia comenzó a cuidar de él, pero un amigo del barrio en el que estaba viviendo, tomó la decisión de criarlo y su familia se lo entregó. Sin embargo, las autoridades de la niñez se enteraron de esta adopción subterránea y se lo quitaron a estos esposos, por lo que desde allí Joselo comenzó una nueva historia.

Fue llevado a un hogar, del cual se escapó y encontró en las calles, los canales de drenaje y la droga, la mejor medicina para curar las heridas de su corta edad.

Estuvo entre hogares, los canales y cualquier rincón callejero que le permitiera pasar la noche, por casi cuatro años. Fue parte del ‘clan de los 31 niños’ que deambulan por la zona del cambódromo, grupo del que han salido adolescentes como él para reescribir sus historias.

Calentando Corazones, el grupo de voluntarios que camina por estos espacios en busca de rescatar sueños, vidas e ilusiones, encontró a Joselo en un hogar y se enteró de que quiere ser chef.

Gracias a las manos amigas que colaboran con los voluntarios, se consiguió inscribirlo a un centro de cocina internacional, acción que le ha cambiado la vida a Joselo, ya que encontró una razón para luchar y convertirse en ejemplo más, de que se pueden reescribir las historias de vida.

‘TOÑI’ LUCHA CONTRA UN PROBLEMA MUSCULAR Y LAS NIÑAS DEL ‘CLAN DE LOS 31’ SUFREN LOS MALES VENÉREOS

‘Toñi’, el muchacho que salió de los canales y que ahora está cumpliendo su sueño de jugar al fútbol, está luchando contra una lesión muscular que no le permite entrenar con normalidad en la escuela que la abrió las puertas para entrenar y jugar.

Gladys Echenique, una de las líderes de Calentando Corazones, nos contó que los médicos le han recomendado a Toñi reposo hasta recuperarse completamente. La noticia no le cayó bien al adolescente de 13 años, por lo que los voluntarios que lo apoyan están al pendiente de su estado de ánimo.

Por otra parte, EL DEBER conoció que a las niñas que son parte de los menores que deambulan por el cambódromo, las enfermedades venéreas les han golpeado y han provocado preocupación en las personas que las ayudan, ya que la temprana iniciación sexual en ellas las pone en una zona más vulnerable.