Internos piden a las autoridades atender el problema, surtir de medicamentos la posta, de coca y de alimentos. Los del PC-6 viven hacinados en dos habitaciones

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20 de marzo de 2018, 8:22 AM
20 de marzo de 2018, 8:22 AM

A cinco días de la intervención policial en la cárcel de Palmasola, cuyo objetivo fue neutralizar a grupos de poder que imponían la ley del garrote en el PC-4 o régimen abierto, la vida se torna difícil para la mayoría de los internos por la carencia de alimentos y de medicamentos que no ingresan como cuando todo era normal. 

La restricción ha impedido también la entrada de alcohol, de hoja de coca y, sobre todo, de drogas, lo cual ha excitado el síndrome de abstinencia de miles de drogodependientes que por las noches ponen en vilo a los demás internos buscando la forma de obtener una dosis, reveló el familiar de un recluso.

“Esto parece un pueblito medieval, con murallas y torres. Se ha convertido en un campo de refugiados, donde la gente busca cómo hacer fuego para cocinar el poco alimento que queda, porque no hay cocinas, no hay gas. Por las noches este lugar se convierte en un infierno porque la multitud de drogodependientes se desespera por conseguir droga y sale a saquear para conseguir algo. Antes no tenían problemas para obtener sus raciones porque se proveían de los centros de distribución oficiales que funcionaban dentro del penal”, manifestó el pariente de uno de los detenidos.

La fuente informativa agregó que urge surtir de medicamentos a la posta sanitaria, donde decenas de personas que resultaron con fracturas y con heridas en las piernas y en los brazos de perdigones de goma disparados por los policías buscan aliviar sus dolores y no hay con qué. 
“Yo creo que las autoridades deben colaborar con los reclusos que actualmente intentan poner orden en el PC-4 con el interés de vivir en paz”, señaló la visita de un reo, quien reveló que ante la ausencia de autoridad el interno Alberto ‘Tico’ Lozada, exdirigente de la Federación Boliviana de Fútbol, ha tomado la batuta en el afán de organizar la vida de sus compañeros, asignar tareas de limpieza de los baños y otros menesteres.
El comandante de la Policía, Alfonso Siles, hace unos días dio fe del papel de Lozada, pues su mediación ha sido importante para que algunos reos entregaran a la fuerza del orden, de forma voluntaria, tres armas, paquetes de droga, celulares y dinero ingresado de manera ilegal.

Anhelan tranquilidad

Zvonko Matkovic Ribera y Alcides Mendoza, procesados por el caso terrorismo que salieron ayer para asistir a su juicio oral, hablaron del asunto con EL DEBER.

“Se está conviviendo pacíficamente, los mismos reclusos se están cuidando, no se quiere volver a lo de antes cuando un preso apaleaba a otro preso. En cuanto a la alimentación, el rancho no está llegando normal, solo sirven una cucharada por plato. No hay dónde cocinar, no han dejado garrafas de gas; estamos deshaciendo sillas de madera para hacer leña”, manifestó Mendoza.

Zvonko, que ayer recuperó su libertad, calificó la experiencia como ‘una situación muy dura’. “No hay cómo describir estos sucesos. Que te tengan ocho años en la cárcel contra toda norma y puedas terminar muerto. Hubo personas muertas y otras que han sufrido abusos, amenazas, extorsiones de todo tipo. La verdad que el sistema judicial tiene que cambiar; no estoy hablando del sistema carcelario, que tiene infinidad de problemas, es de este sistema judicial que tiene al 80% de las personas en las cárceles sin sentencia”, lamentó.

Los del PC-6, hacinados

Los 35 internos que después del motín del 5 de marzo fueron alojados temporalmente en el coliseo del PC-2 (femenino) ahora viven en dos oficinas de la dirección regional de Régimen Penitenciario, indicó una mujer.

El traslado a estos ambientes fue posible gracias a las gestiones del representante de la Defensoría del Pueblo, Jorge Paz. “Valoro muchísimo la acción del señor Paz, pero la verdad es que el lugar es muy incómodo. Además, de lunes a viernes esos ambientes funcionan como oficinas.

Ellos no quieren retornar al PC-6, peor al PC-4, temen por sus vidas. Yo no he podido entrar hasta hoy a ver a mi esposo; el fin de semana estuve seis horas parada fuera y no pude entrar, pues, a las 7:00, cuando llegué, me tocó de 600, porque la gente se queda a dormir allá. Hay que pagar para ingresar algo con los móviles (personas autorizadas para entrar con carretillas cargadas de cosas). Una mujer me dijo que pagó Bs 100 para meter una bolsa mediana”, reveló una visita.

El comandante Siles ratificó que las visitas solo se permitirán los jueves, sábados y domingos, y que dentro del penal se ha habilitado un lugar en el que los padres tienen la posibilidad de ver a sus niños y a sus esposas.

Ayer, decenas de mujeres con sus hijos pugnaban por entrar a la cárcel con la intención de dejar alimentos y presentes para sus seres queridos por el Día del Padre, pero esto no fue posible.

DURA REALIDAD

UN DÍA FATÍDICO
El 14 de marzo, la Policía ejecutó una requisa en la cárcel, con un saldo de siete reclusos muertos y más de 20 heridos, luego de que el 5 de marzo se registrara un motín en el que se fugaron dos reclusos.

DAÑOS EN TEMPLO CATÓLICO
El arzobispo de Santa Cruz, Sergio Gualberti, denunció la profanación de la capilla de la cárcel, en la que el papa Francisco oró por los privados de libertad en el interior de la cárcel.