En Santa Cruz este servicio de la Alcaldía y de la Gobernación ayuda a más de 8.000 infantes. Para muchas madres, estos parvularios son indispensables, pues no tienen con quién dejar a sus hijos para ir a trabajar

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7 de agosto de 2018, 4:00 AM
7 de agosto de 2018, 4:00 AM

El inesperado despido de personal de la Alcaldía Municipal con la excusa de una reestructuración, la semana pasada, puso al descubierto lo indispensable que resultan ser las guarderías infantiles para padres trabajadores dependientes, para madres solteras, para familias de bajos ingresos económicos y para niños en situación vulnerable.

No en vano, las familias afectadas alzaron la voz, protestaron y montaron vigilias fuera de las guarderías municipales presionando por la permanencia o recontratación de las tías que cuidan a sus hijos en ambientes adecuados y con un pago mensual mínimo.

“Yo no podría trabajar si no llevara a mis hijos a la guardería. Todos los días salgo a las 6:00 de mi casa (en la localidad de Tundy, a 18 km de la ciudad) y viajo hasta inmediaciones de la terminal Bimodal. Al final de cada jornada vuelvo a mi cuarto a las 19:00 o a las 20:00, y a esas horas veo a mis cuatro hijos”, manifestó Dalia Viruez Vela (27), madre soltera que alquila en el barrio Tundy Norte y trabaja de ayudante de cocina.

Dalia no es testigo de la atención que reciben sus pequeños Gregory (1) y Shaila Ailín (2) en la guardería de Tundy, pero sabe que es buena porque los chicos reciben un esmerado cuidado y cuatro raciones de alimentos diarias desde las 7:00 hasta las 17:00.

El miércoles, por ejemplo, visitamos el centro en la tarde y sorprendimos a las tías sirviendo la merienda a los 31 chicos: leche con galletas mixturadas con chocolate. Era la última comida del día, pues en el almuerzo les dieron sopa de fideo con pollo y salpicón de segundo. Más temprano, en el desayuno, saborearon pastel de verduras con huevo, pan y agua de manzanilla.

Beneficio y sacrificio

Angélica María Rojas (61), manipuladora de alimentos en la guardería de Tundy por más de 17 años, dijo que padres de familia de Villa Viana, de Paurito, de Jorori y de zonas alejadas de Tundy llevan y recogen a sus hijos del recinto, con excepción de Gregory y Shaila Ailín, quienes por la ausencia forzosa de su madre, la que trajina con ellos es Liz, la hermanita de nueve años.

Liz y una prima casi de su edad cargan todos los días con Gregory y Shaila hasta la Unidad Educativa Tundy, donde funciona la guardería, que se sitúa a kilómetro y medio de su casa. Dejan a los pequeños a cargo de las tías y ellas se van a pasar clases. Al mediodía vuelven a su domicilio y al caer la tarde retornan al colegio a recoger a los infantes, a los que a veces llevan a pie y en otras ocasiones en trufi.

En la comunidad ayorea Garay, situada fuera del octavo anillo y la avenida Virgen de Luján, la noticia de los despidos causó desconcierto en las tías Gloria Picanerai (educadora ayorea) y Blanca Flores (educadora en castellano), al punto que suspendieron la atención por unos días más por la desinformación, pues desconocían su situación.

Sin embargo, el cuidado de 25 niños ayoreos se reinició el lunes y disipó la preocupación de las madres, cuya mayoría no tiene un trabajo asalariado y el hecho de llevar a sus hijos a la guardería representa una gran ayuda, pues les garantiza una alimentación diaria con alto valor nutritivo, cosa que ellas no pueden lograr por su magra condición económica.

“Las mujeres dejan a los más chicos en la guardería y salen a vender alguna cosita o se quedan en casa a tejer bolsones, manillas y collares para vender, porque no hay trabajo”, explicó José Chiqueno, presidente de la comunidad, que cuenta con 497 habitantes.

Componentes del programa

La labor de las tías, muy elogiada por los vecinos que se benefician con el servicio, es un eslabón del programa que desarrolla el municipio en 31 guarderías diseminadas en todos los distritos municipales, enfocado en protección, nutrición, educación y salud preventiva a niñas y niños menores de 5 años, ejecutado por personal capacitado.

Rossy Valencia, directora de la Defensoría de la Niñez y Adolescencia, señaló que en el área de protección los niños se desenvuelven en un ambiente de seguridad física y afectiva, donde se practiquen relaciones respetuosas y de solidaridad, libres de toda situación de maltrato para sentar las bases de una personalidad estable y armoniosa, haciéndolos sentirse aceptados y valorados a través del diálogo, con lenguaje verbal, gestual y de expresión corporal, garantizando que los infantes se desplacen en un espacio donde exploren y experimenten tareas por sí solos para alentar y desplegar sus iniciativas.

En el campo de la nutrición, el menú de los centros infantiles contempla cinco raciones al día, elaboradas con 22 productos alimenticios secos (harina, trigo, chocolate, arroz, fideo, aceite, frejol, leche, mantequilla, etc.), dotados por el municipio, en tanto que los alimentos frescos, como frutas y verduras, son adquiridos con el aporte de padres, que en los distritos urbanos pagan Bs 150; en el caso de Tundy cancelan Bs 100 mensuales y los de Garay, Bs 2 diarios.

El menú, diseñado por dos nutricionistas del programa, se prepara simultáneamente en todas las guarderías y debe ser rico en nutrientes y en sabor para que sea agradable a los niños.

En cuanto a educación, el currículo de aprendizaje contiene formación personal y afectiva, lenguaje, comunicación, pensamiento lógico y relación con el medio social y cultural. En la educación preescolar se les inculca normas, límites, hábitos, actitudes y valores que los prepara para afrontar las exigencias del primer grado de primaria.

En salud, referido a la prevención y atención de enfermedades prevalentes de la infancia, con campañas trimestrales de inmunización, desparasitación y salud oral ejecutadas en coordinación con centros de salud de la zona.

Transversal de género

Las tías de las guarderías municipales no son educadoras normalistas, sino mujeres capacitadas exclusivamente para el programa, y son oportunidades de trabajo que el municipio les da a ellas, muchas veces vecinas de los barrios donde funcionan las guarderías.

“Eso contribuye al bienestar de la familia, porque eleva la autoestima de las mujeres, pues otra cosa es recibir un sueldo y no esperar solo dinero del esposo. La mujer se revaloriza, tiene otro estatus y los padres reconocen su trabajo porque son de confianza”, dijo una capacitadora.

Las guarderías, municipales y de la Gobernación, benefician en Santa Cruz a más de 8.000 niños.

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