La entidad tiene los mecanismos para ayudarlas a tener un oficio digno, percibir un salario adecuado y que los empleadores respeten sus derechos, conforme a la ley 

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22 de enero de 2018, 7:25 AM
22 de enero de 2018, 7:25 AM

Si una trabajadora del hogar de la capital cruceña necesita capacitación, orientación, apoyo jurídico o no tiene dónde pasar la noche, ya no está sola, pues tiene a su servicio a Ñañope, una fundación sin fines de lucro que abrió sus puertas en Santa Cruz para apoyar a estas mujeres en momentos difíciles, que las asiste para tener un trabajo digno, percibir salario justo y conseguir su formación escolar y universitaria.

Ñañope (Trenzando, en guaraní) tiene sus oficinas en la avenida 26 de Febrero Nº 817, casi esquina de la av. Landívar, al lado de la clínica dental Montero. Su casa matriz radica en Sucre (Chuquisaca), donde funciona desde marzo de 2008 con el nombre de Sinp’arispa (Trenzando, en quechua), a la cabeza de María Moser, presidenta del directorio, y Elizabeth Montero Rosado, directora del centro en la capital del país.

María Vanessa Sánchez, que el martes 16 de enero se hizo cargo de las oficinas en Santa Cruz, en reemplazo de Miriam Hinojosa, manifestó que el reto en la capital oriental es mejorar la calidad de vida de las mujeres, sobre todo de las migrantes que llegan de zonas empobrecidas del país a trabajar en los hogares cruceños.

Se busca que los empleadores respeten sus derechos, de acuerdo con la Ley 2450 y la Ley General del Trabajo; se les ofrece acogida temporal en ambientes adecuados cuando llegan del campo o cuando las despiden de su trabajo, y se potencian sus habilidades para prepararlas y calificarlas en las funciones que realizan, con talleres de formación en computación, tejidos, bisutería, limpieza, planchado de ropa, cuidado de niños, repostería y cursos de cocina. Además, disfrutan de actividades recreativas, a decir de María Vanessa Sánchez.

Servicio gratuito
Ñañope funciona en Santa Cruz desde el 17 de marzo de 2017. La asistencia que presta de forma gratuita solo ha llegado a una veintena de trabajadoras del hogar; el resto, la mayoría migrantes de Potosí y Chuquisaca, desconoce la existencia de esta fundación. No hay datos sobre el número de mujeres trabajando en este sector, pero Sánchez dijo que arriban a la urbe cruceña casi a diario con el sueño de prosperar para ayudar a su familia.

Pero no a todas les va bien. Hay casos en los que las echan sin pagarles sus salarios o les pagan menos de lo que les corresponde. Es el caso de Celestina (19) a la que un día, el año pasado, retiraron con empujones de por medio por haberse reincorporado un poco tarde al trabajo.

“Cuando tenga plata te voy a llamar para pagarte”, le dijo “la patrona” y Celestina, natural de Potosí, quedó en la calle y pidió ayuda a su hermana, Inés, que también es trabajadora del hogar. Ambas se toparon un día con Miriam Hinojosa, la anterior responsable de Ñañope, que acudió al Ministerio de Trabajo, donde un inspector calculó que por beneficios y la liquidación le correspondía Bs 12.000 a la muchacha.

Los empleadores fueron citados a conciliar y finalmente terminaron pagando solo Bs 5.580. Celestina ya está trabajando en otra casa; anhela entrar al año a la universidad a estudiar Enfermería. “Somos siete hermanos: seis mujeres y un varón. Seis hemos salido de nuestro pueblo a buscar mejores días, solo quedaron mi madre y mi hermana menor”, contó la joven.

Experiencias positivas
En Sucre hay historias de trabajadoras del hogar dignas de contar. Por ejemplo, la de Gabriela Ana Nina (22), que a sus 12 años empezó a trabajar en casas de familia y al mismo tiempo fue avanzando en sus estudios hasta que salió bachiller y, con el apoyo de Sinp’arispa, continuó en la universidad, donde se graduó en la carrera de Turismo; ahora se ha convertido en voluntaria de la fundación para apoyar a otras chicas.

Julia Soliz (22) que llegó de Villa Serrano a la capital a trabajar con una familia, que le dio facilidades para estudiar; en una primera fase se formó como confeccionista y en estos días empezará a estudiar Gastronomía en la universidad, con el respaldo de Sinp’arispa, que se ha integrado a una red de apoyo integral a las mujeres para prevenir los abusos y la trata de personas.