La sociedad cruceña sufre de un estado crónico de desvalorización. Se necesitan padres coherentes que ofrezcan seguridad y contención a los hijos, dicen expertas en sicoterapia

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20 de diciembre de 2018, 4:00 AM
20 de diciembre de 2018, 4:00 AM

El movimiento femenino Ni una menos, una de las plataformas de defensa de la mujer, exigirá hoy a las autoridades declarar en estado de alerta al departamento de Santa Cruz por los últimos hechos de violencia: dos feminicidios, un presunto infanticidio y la violación de una jovencita, de 18 años, por parte de cinco de sus amigos después de una noche de juerga con alcohol y drogas.

“Estamos con niveles terribles de violencia, por lo cual la Ley 348 faculta a las autoridades declarar alerta, lo que supone que los municipios y la Gobernación deben incluir en sus POA 2019 presupuesto para priorizar la atención del tema. Mañana (por hoy) por la noche, en el atrio de la catedral, haremos una vigilia y un pronunciamiento exigiendo que se declare a Santa Cruz en estado de alerta por la violencia”, manifestó Eva Morales, representante del movimiento Ni una menos.

El ultraje sexual a la joven adquirió connotación por el comportamiento frío de los acusados y porque algunos de los adultos defendieron la conducta de sus hijos, incluyendo el consumo de droga, como si fuera normal.

El proceder de los padres, no solo en este caso sino de forma general, es producto de la desvalorización, afirma Susanne Hansen, máster en sicoterapia positiva, quien señala cuatro estados críticos de los adolescentes: la insatisfacción, la frustración, el sinsentido y el vacío espiritual.

Presión por lograr el éxito

A decir de Hansen, el uso de la tecnología genera impaciencia, porque todo lo que se necesita, ya sea información o comida, es el fruto del estilo de vida rápido, lo cual hace que los jóvenes no experimenten la satisfacción de lograr un objetivo por medio de un proceso.

“Van saltando de placer en placer, pero en realidad, en vez de llenar, genera un mayor vacío. Eso, acompañado de una fuerte presión para cumplir ciertos estándares de éxito, hace que haya un estado crónico de desvalorización, no solo en los adolescentes, sino en los adultos, como esa sensación permanente de que no se es suficientemente bello, exitoso, adinerado o delgada. Eso lleva a que los adolescentes bajen los brazos, se resignen y sean más propensos a caer en las drogas y el alcohol”, dijo Hansen.

Como solución, plantea ayudar a los jóvenes a que puedan experimentar la satisfacción de lograr algo cuando uno se lo propone. Asimismo, hacen falta adultos coherentes, maduros, conscientes de que pueden ofrecer contención, seguridad y una vida con sentido para los adolescentes.

La sicóloga Malena Jiménez indicó que educar a los hijos nunca ha sido tarea fácil, más aún con los avances tecnológicos de hoy. “Tenemos hijos y padres conectados e informados, pero no conectados y comunicados entre sí. Hay errores comunes cuando se quiere corregir: el castigo físico, que solo genera resentimiento y abre una brecha entre padres e hijos; hay que generar un vínculo afectivo, comunicación, límites claros y positivos”, señaló.

Para Tania María Buzzolaro, sicóloga especialista en terapia sistémica, los límites deben ser para negar lo que significa un riesgo para los hijos.

“La sociedad se está deteriorando de a poco. Se da por la falta de valores en la familia. Yo he ido a fiestas, pero uno debe aprender a controlar sus emociones, la mayoría de los jóvenes se descontrola y suceden estas cosas”, opinó Renán Rosales Lijerón (18).

“Puede haber padres que estén encima de sus hijos, pero estos igual prueban drogas o se meten en problemas por experimentar, como lo he visto”, reflexionó Yara Pérez (15).

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