Las vendedoras de comida están insatisfechas por los puestos, pues consideran que son pequeños. A partir de esta semana, la Alcaldía prometió instalar más extractores laterales y de techo para evitar la intoxicación de las personas

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14 de mayo de 2018, 8:00 AM
14 de mayo de 2018, 8:00 AM

Una tamborita llamaba ayer al mediodía a los clientes a visitar las nuevas instalaciones del mercado de Cotoca, con 329 puestos, el cual tardó 19 meses en ser construido con aportes económicos de la gubernamental Unidad de Proyectos Especiales (UPRE), cuyo monto fue de Bs 7.319.427, y la contraparte municipal de Bs 598.680, lo que asciende a Bs 7.918.108. 

Sin embargo, lo que debía ser una fiesta total se transformó en un rosario de quejas de parte de los beneficiarios del mercado, tanto de las mujeres que preparan comida, situadas en la planta baja del edificio, como de los vendedores de artículos de bazar, que fueron acomodados en el segundo piso. El motivo fue la densa humareda que se apoderó del interior, producto de las cocinas y de los calentadores a carbón usados para preparar arepas, sonso, majao, locro y demás platos de la culinaria local.

Quejas
Beatriz Valencia hace arepas y sonso para vender los domingos en el mercado, pero ayer se mostró decepcionada porque los puestos de comida del ala derecha de la planta baja son más pequeños de lo que les prometieron, y porque los mesones para los comensales tampoco pueden acomodar más de seis clientes.

“Desde niña estoy en el oficio, cuando le ayudaba a mi mamá, estaba ilusionada con el nuevo mercado, pero apenas pude acomodar mi cocina con las grandes ollas de majao de pato y de pollo, junto al tiesto para las arepas y la parrilla para el sonso. Hoy haremos la queja ante el alcalde Wilfredo Áñez”, indicó Valencia.

Su colega Tamara Pena, que vende desayuno, culpó de la falencia a los directivos del gremio, que no fiscalizó la obra. “Debido al humo casi no se puede ver en el salón, que es grande. La Alcaldía debe solucionar esta falla”.

Sin embargo, donde están más enojados es en el lado izquierdo del galpón, pues el mesón para los clientes está apoyado a la barda divisoria de los puestos. “No podemos acomodar ni a cuatro clientes, y aun así es incómodo; nuestros dirigentes no coordinaron con la Alcaldía, que mandó construir estos puestos”, indicó Ruth Justiniano, la cual prepara arepas desde los ocho años.

La molestia es peor entre los vendedores de ropa, calzados y abarrotes, que fueron acomodados en la planta alta, que totalizan 112 puestos, pues los pasillos apenas se ven iluminados debido a la densa humareda.

“El humo se impregna en las prendas de los puestos, las suelas de las chinelas y de los zapatos se van a desprender por esta causa, y los únicos perdedores seremos los comerciantes”, manifestó Roxana Puíta, vendedora de chinelas.

Promesa
El alcalde del santuario, Wilfredo Áñez, pidió calma a los gremiales, aduciendo que ayer fue el primer día de su ocupación, donde se pudo determinar las falencias que promete subsanar a lo largo de la semana.  

“Estos son los primeros días en los que estaremos puliendo el edificio, pero prometo que instalaremos más extractores laterales para que el humo salga y no se concentre en el salón de comidas; y cerraremos con jardineras los accesos a la planta alta”, dijo.

En cuanto a la inauguración, esta se dará cuando el presidente Evo Morales tenga espacio en su agenda de actividades.