Cerca del mediodía, cuando los bomberos combatían las llamas, el viento cambió de dirección y puso en apuros a un grupo de bomberos. Los rescataron sus colegas

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27 de agosto de 2019, 4:00 AM
27 de agosto de 2019, 4:00 AM

Un incendio de magnitud derrotó a los bomberos ayer en el corazón del Parque Otuquis, que arde sin control desde hace dos meses. Alrededor de 70 brigadistas atacaron las llamas en el km 87 de la ruta a Puerto Suárez y Puerto Busch, pero algunos tuvieron que salir apresuradamente por sus propios medios y unos 40 fueron rescatados en vehículos, pues el fuego amenazaba con rodearlos.

Sucedió al mediodía en una jornada dura para los bomberos voluntarios, militares del Distrito Naval de Puerto Suárez y de la Fuerza Aérea Boliviana, además de decenas de guardaparques y gente particular, que en dicha zona lucharon contra el fuego cuando el viento soplaba del lado sur, pero la brisa cambió repentinamente del lado norte y las llamas se abalanzaron contra los brigadistas.

Uno de los asistentes, mediante binoculares, advirtió de que sus compañeros hacían señas de auxilio, por lo que se improvisó un grupo de rescate que entró en seis vehículos por un mar de cenizas y los puso a buen recaudo.

Los heroicos bomberos extenuados, impregnados de hollín y cabizbajos, se tumbaron a un lado de la carretera para recibir la asistencia de sus compañeros y de paramédicos del hospital San Juan de Dios de Puerto Suárez, que aliviaron las penas y el dolor de cabeza con colirios y paracetamol, además de agua.

El calor golpeaba con unos 40 grados y las llamas descontroladas crecieron en una espesura con tal fuerza que saltaron el camino y prendieron enseguida la vegetación en la otra banda ante a mirada impotente de los presentes.

De pronto, a las 14:00, se opacó el sol y dio paso a un espeso ambiente, mezcla de humo y de nubes, y…cayó un bendito aguacero precedido de un ciclónico viento que, de manera insospechada, hizo caer granizo. La refrescante lluvia apagó el voraz incendio, pero, lamentablemente, no es el único.

Kilómetros antes se pudo evidenciar a los lejos decenas de columnas de humo y más cerca llamas devorando pastizales y arbustos que en tiempos normales permanecen en el agua, pues forman parte del Pantanal boliviano, que ahora se ve como un inmenso manto de cenizas.

Es fácil suponer que en semejante extensión han muerto no cientos, sino miles de animales silvestres y también domésticos, cuyo impacto ecoambiental se conocerá después.

En los barbechos humeantes quedan las osamentas, por ejemplo, de una serpiente constrictora, de por lo menos tres metros. Nos dijeron que se trataba de una sicurí (para los cruceños), una anaconda pequeña que no pudo escapar de las llamas. Más adelante yacía el cuerpo esquelético de una vaca y, a metros de ella, su ternerito recién nacido que pereció carbonizado.

La fauna está huyendo a zonas más seguras, pero muchos animales se desorientan y caen en el fuego; otros mueren pisados por vehículos que transitan por el lugar. “Otuquis está ardiendo desde enero, pero con mayor intensidad desde hace dos meses, y seguirá ardiendo hasta octubre. Nosotros conocemos el ciclo.

En el lado sur ya se han quemado 20.000 hectáreas del parque”, explicó Víctor Hugo Magallanes, de la fundación WWF. “50.000 hectáreas se han quemado en el lado sur”, corrige Suri Cabrera, técnico de monitoreo y gestión ambiental de Otuquis, indicando que ese dato es de los últimos 10 días. Asimismo, detalló que en el lado de Charagua, el parque perdió otras 40.000 ha. “Por imágenes satelitales he

mos visto que el fuego llegó desde Paraguay”, dijo Suri Cabrera.

Crean su propio comando

Lo ocurrido este lunes obligó a los jefes de estos grupos de ayuda a replantear la estrategia contra los incendios. Consideran que el Gabinete de Emergencia Ambiental está muy lejano y, por lo tanto, fuera de la realidad que se vive en la zona de Puerto Busch.

Álvaro Castillo, jefe de los Bomberos Voluntarios que llegaron de Santa Cruz, y Luis Delgadillo, presidente de la Cámara de Industria y Comercio de Puerto Suárez y titular del Comité Interinstitucional de Frontera, crearon el Comando de Incidentes de Puerto Suárez para organizar los grupos de trabajo y canalizar la asistencia y alimentación a los más de 200 operarios que están combatiendo el fuego desde hace algunos días.

Delgadillo quedó al frente del Comando, secundado por Castillo; el teniente Daniel Sánchez es el jefe de Seguridad, Alberto Morales, jefe de Operaciones; y Diego Barbery, jefe de Apoyo Médico. La intervención del Supertanker fue puesta en tela de juicio por estos hombres precisamente por la falta de coordinación. El avión rojiblanco hizo una descarga a las 11:00 en Otuquis (muchos dicen que hizo dos), pero no tuvo mayor impacto, a decir de Castillo.

“Las descargas que ejecutaron fueron poco efectivas porque no pudimos llegar a liquidar el resto del fuego, pues estábamos a dos kilómetros de donde lanzó el agua”, señaló el bombero. Agregó que en el Pantanal se vive otra realidad. “Es una perdida catastrófica, se han quemado miles de hectáreas, hoy nos hemos equivocado en la logística. Tanta pérdida es imperdonable.

Tenemos que evitar que siga esto. Acá no precisamos barbijos, sino tanques de 1.000 litros de agua, motobombas de alta presión, mangueras de 1 o 1,5 pulgadas; vehículos 4x4, terixs y cuadratracks para penetrar en el terreno.

Se requieren bomberos de primera línea y personal de logística que vengan con vehículos a hidratarnos”, clamó Castillo. Delgadillo manifestó que era prioritario formar un comando local, porque la topografía y el acceso son diferentes.

“En Roboré se queman volúmenes de vegetación, acá se queman kilómetros porque es un área extensiva”, indicó. La buena noticia es que al caer la noche llegó la lluvia, acompañada de un viento fuerte, por lo que se espera que llueva bastante.

Con una hora de lluvia fuerte, el fuego puede ser extinguido. Ojalá que llueva torrencialmente”, dijo casi como una plegaria Ricardo Morales Coronel, capitán de Navío, comandante del Quinto Distrito Naval con asiento en Puerto Suárez, quien agregó que hoy se evaluará el clima antes de emprender otra incursión en Otuquis.