El lugar es considerado la ‘zona’ roja, por ser el punto de más alta peligrosidad de los que están ‘tomados’ por personas en situación de calle. Cada uno respondió 94 preguntas que les hicieron voluntarios universitarios, que fueron los encuestadores

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20 de octubre de 2018, 4:00 AM
20 de octubre de 2018, 4:00 AM

¿Dónde sueles dormir?”, pregunta la encuestadora, una universitaria de 18 años, a Luis (nombre ficticio), quien se encoge de hombros y dice: “Donde me cae la noche”. “¿Qué problemas de salud tienes generalmente?”, es otra pregunta; Luis (25), que trabaja de carretillero en el mercado Abasto, habla de repentinos sangrados por la nariz y comenta: “Cuando dejo de tomar (‘alcohol’) y el vicio, me duele aquí (se toca el pecho)”.

Esta escena se vivió ayer, a las 6:30, en la denominada ‘favela’, ubicada en el cordón ecológico del río Piraí, a la altura del cuarto anillo y avenida Busch, considerado uno de los puntos más peligrosos ‘tomados’ por personas que, en su mayoría, están inmersas en las drogas.

Duberty Soleto, director de Políticas Sociales de la Gobernación, señaló que hasta ayer se tenía a unas 600 personas registradas. Asevera, los datos concretos servirán para ‘sentarse’ con el Ministerio de Gobierno, “que tiene que abordar este tema como lo indica la Ley 1008” y para que el hospital municipal de la avenida Virgen de Luján funcione para desintoxicar a los drogodependientes antes de llevarlos a centros de rehabilitación.

Miguel Mercado, comandante de la Policía de la zona 4 de Noviembre, indicó que se movilizó a un contingente policial para dar garantías a los encuestadores.

Entre los censados hay un adolescente de 15 años que cuenta que estuvo en un centro, pero que recayó; otro dice tener tuberculosis; y uno de 33 años (aunque aparenta 10 más) da respuestas cortas y tajantes para que las 94 preguntas terminen rápido.

Mary (nombre ficticio), de 31 años, se está durmiendo en sentada y su encuestador debe despertarla con unos toquecitos en el hombro para que siga respondiendo. Despierta, tose, se vuelca y escupe. Sigue respondiendo. Atribuye a la violencia que sufría de parte de su hermano el haber dejado su hogar. Sí, quiere dejar la calle.

Soleto señala que la mayoría dice tener problemas en la familia, sufrir maltratos sicológicos y físicos, pero que también hay indigencia, extrema pobreza, que hace que algunos salgan a trabajar en la calle, se junten con drogodependientes y terminen adquiriendo adicciones.

En septiembre de 2017, Richard C., una persona rehabilitada que pasó más de 10 años en la calle, indicó que en la ‘favela’ hay unas 20 ‘chozas’ que sirven de viviendas y también se ‘alquilan’ a quien quiere consumir drogas.

Luis, robusto, sin dientes frontales y con los labios partidos, es el último en terminar de responder las 94 preguntas. Reconoce que consume ‘de todo’ tipo de drogas, comenta que tiene un hijo, “de unos ocho años”, que cuando consigue algo de plata visita a su madre y que no entiende para qué tantas preguntas, si a él no le interesa dejar la calle.

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