La mayoría de los asistentes son estudiantes de Derecho que acuden a buscar libros para su formación, pero también hay otros internos que buscan en la lectura una terapia. Se siguen recibiendo donaciones

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15 de abril de 2019, 5:00 AM
15 de abril de 2019, 5:00 AM

“Cuando llego a las 8:00 para abrir la Biblioteca, ya hay gente esperando para entrar”, comenta Gonzalo Rodas, uno de los internos formado como bibliotecario por la Facultad de Derecho de la Universidad Gabriel René Moreno y que administra el recinto que ya cuenta con 5.000 volúmenes en la infraestructura de dos pisos, en el corazón del PC-4, régimen abierto de Palmasola.

En promedio, cada día, entre 100 y 150 internos ingresan a ‘Libertad’ (así fue bautizada la biblioteca), para estudiar, informarse, recrearse y reformarse a través de la lectura, señala Gonzalo, quien ve con satisfacción que el número de visitas se incrementó desde enero, cuando entró en funcionamiento y en promedio asistían alrededor de 80 personas por día.

Los que más asisten, dice Henry Rojas, primer delegado del PC-4, son los estudiantes de la carrera de Derecho que funciona en el penal. Recordó también que entre los que cursan primaria, secundaria, carreras técnicas y universitarias dentro del penal, superan los 1.000 internos.

Debido a la alta demanda, Sarita Mansilla, presidenta de la Cámara del Libro, que junto con EL DEBER impulsaron la creación de la biblioteca Libertad, se tuvo que ampliar los turnos de atención, que son de lunes a sábado de 8:00 a 12:00, de 14:00 a 18:00 y de 20:00 a 22:00.

Un sueño hecho realidad

En julio de 2018, EL DEBER habló con estudiantes de la carrera de Derecho de la universidad NUR que estudian en el PC-4 de Palmasola. En aquella ocasión, el estudiante Josué Carrasco hizo notar que, como privados de libertad, a ellos el estudio les resultaba de mayor esfuerzo que alguien que estaba libre, pues solo contaban con unos pocos libros a disposición y no tenían acceso a Internet y a otras herramientas para facilitar el aprendizaje.

“Las instituciones y empresas públicas y privadas podrían apoyarnos más”, observó. Miguel Parada, otro interno universitario, pintó la situación con un ejemplo: “hay gente encerrada y no puede salir porque no sabe firmar, leer o no entiende lo que le dicen sobre leyes”.

Ahora, tanto para ellos como para cualquier interno, la biblioteca Libertad significa el gran apoyo que necesitaban y esperan que la iniciativa siga creciendo.

Se piensa en una videoteca

Con el sueño de la biblioteca hecho realidad, los impulsores de la iniciativa y los internos siguen soñando y ahora se piensa en una videoteca, señala Mansilla. La idea es recolectar videos apropiados, así como gestionar la donación de equipos para la reproducción de videos, pues ya se cuenta con equipo de sonido.

Mientras tanto, aunque con calor por falta de ventiladores y aires acondicionados (otro de los pendientes), los internos ya disfrutan de Libertad. “Actualmente estoy leyendo un libro titulado Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”, comenta Reynaldo Flores, quien describe la biblioteca como un lugar muy “decente y elegante”, mientras piensa en que una cafetera y un refrigerador serían de gran ayuda a los lectores en Libertad.