Carmen Villagómez es un referente de las luchas en el Oncológico. "Aprendí a sonreír con el corazón destrozado", relata en primera persona

13 de septiembre de 2022, 20:45 PM
13 de septiembre de 2022, 20:45 PM

Angelina tocó la campana de la victoria, literalmente. A sus 11 años ya sabe de luchas, con lo que ello implica: derrotas y triunfos. Vestida de rosa, como si celebrara su cumpleaños, la pequeña consumó el protocolo para todos los que son declarados vencedores del cáncer. Con alegría infinita tocó la campana dorada colgada en el patio trasero del hospital Oncológico, ante la mirada complacida de Carmen Villagómez, la copiloto de su carrera por la vida.

"Yo sentí alegría porque vencí el cáncer, fueron muchos años de tratamiento y lucha, y por fin lo logramos, fue bonito tocar la campana por mi victoria", describe con aplomo Angelina, con una carita risueña. Sus ojos grandes acompañan su alegría, mientras posa dentro de un marco que tiene escrito: "Sí se puede. Vencí el cáncer. Soy un ganador".  


La oncóloga Estela Coleoni, la enfermera Lorena, la victoriosa Angelina Rosel, su mamá Carmen y la sicóloga Yenni Vargas

La primera vez que EL DEBER conoció a Angelina fue en 2017 (ya había empezado un año atrás su tratamiento), y desde entonces, el rostro de su madre fue asiduo en manifestaciones y luchas de los padres y madres del Oncológico, que pedían siempre por aquello a lo que ya tenían derecho: la salud. Carmen rogó, interpeló y emplazó una y mil veces por ítems, por pago de salarios a los médicos del hospital, por apertura de servicios, por condiciones dignas para los pacientes con cáncer. Su lucha fue por su hija, pero también por sus compañeras de espera en los pasillos, mujeres que como ella, aguardaban todos los días por un milagro.

En su trajín y peregrinaje bloqueó calles, se crucificó, exhibió pancartas y gritó con todas sus fuerzas a los ministros Ariana Campero, Rodolfo Rocabado, Gabriela Montaño, Aníbal Cruz, Eidy Roca, Jeyson Auza y los secretarios de Salud Óscar Urenda (lo recuerda con cariño), Joaquín Monasterio y Fernando Pacheco. Ninguno se salvó de sus interpelaciones. 

Con el doctor Urenda (+) confiesa que llegó a hacer las paces durante la pandemia a pesar de que muchas veces estuvieron en bandos confrontados. "Me puse mal y me envió una ambulancia hasta mi casa (atrás de la refinería de Palmasola). No había espacio en los hospitales y me ayudó. Me dijo, esperemos que no sea grave, saldrás de esta, eres muy fuerte".

Carentes de muchas cosas, pero con ganas de sobra, ambas le hicieron frente a la adversidad y al tumor maligno en su cabeza (sarcoma epitelioide, que se propagó desde la nariz, llegó a la faringe y se prendió de su pequeño cráneo).

Y estos días disfrutan su triunfo. Con ansia esperaron el último estudio que les certifique que el largo camino de 6 años había terminado. Contra todo pronóstico celebran ser la excepción en la estadística, en contra de la lógica, de las predicciones, de la pobreza y la falta de todo en la lucha contra el cáncer, sonríen y dicen: ¡Sí se pudo!

A continuación las 6 palabras que resumen el camino de la victoria, para todos aquellos que creen que el cáncer es invencible. Las palabras son de la mamá, Carmen Villagómez, y salen de un corazón honesto, que no ofrece una versión romántica de la lucha, sino solamente la pura verdad.

- Miedo. "Sentí un miedo muy grande, el tumor era bastante agresivo. Tuve miedo a perder a mi hija, de hecho, todos los padres pasamos por esta etapa de miedo a no poder cubrir los medicamentos, por su alto costo".

- Coraje. "Con el pasar de los días entendí que no podía solo llorar y culparme,  tenía que hacerle frente y decidí hacer el tratamiento. No sabía cómo lo lograría,   pero lo haría sin saber qué pasaría en el camino, y enfrentaría todos los obstáculos. Si tenía que mover cielo, mar, y tierra, lo haría por mi pequeña".

- Confianza. "Luego de hablar con su doctora, Estela Coleoni, pese al diagnóstico y las pocas posibilidades de vida, sentí una gran confianza en ella y su equipo. No busqué otra opinión e iniciamos el tratamiento pese a muchos comentarios negativos que me llegaban desde muchos lados. Recuerdo que me dijieron que era joven y podría tener otra hija, que le estaba echando más agua al río por los gastos, pero me dije: voy a salir con mi hija caminando de este hospital. Solo respondí eso y dejé a la persona ahí parada. Algo dentro de mí me volvió sorda a tantos comentarios negativos".

-Fe. "Sentí que como madre tomé la mejor decisión. Soy muy devota del Divino Niño Jesús y a la Mamita le dije: Virgencita, tú ya pasaste por el dolor de perder un hijo, no permitás que yo pase por ese dolor,  ayudame, abre caminos para lograr salir de esta pesadilla, sé que tú puedes hacerlo, habla con tu hijo, no me la quites, quiero a mi hija conmigo, a mi lado, no me la arrebates. Hice la promesa  de que si me la levantaba de esa cama, lucharía por las necesidades de los niños con cáncer".

-Perseverancia. "Estuvimos 6 años y 4 meses en tratamiento, habían subidas y bajadas, pero seguía firme en la lucha, el objetivo lo tenía claro:  era tener a mi hija sana, no importaba hora o día, si tenía que llevarla al hospital lo hacía, si era fin de semana, feriado, mi cumpleaños, o fiesta de fin de año, tenía que cumplir lo que la doctora indicaba. Madrugaba para preparar el almuerzo para llevar en mi mochila para que Angelina coma, porque no debía ingerir nada preparado en la calle. Cumplíamos todo al pie de la letra".

-Resiliencia. "Llegué a adaptarme a la enfermedad y al cambio de vida que tuvimos. Descubrí que era más fuerte de lo que pensaba, comencé a ayudar a los padres en lo que podía, hice muchas campañas para mi hija y si recaudaba más de lo que necesitaba, compraba medicamentos para otros niños o ayudaba con un granito de arena en algún estudio, porque si tenía la bendición en mi hija que nunca le faltó lo que pedían los médicos, ¿por qué no compartirlo con otros niños que también necesitaban? Transformé momentos negativos en positivos. ¿Cómo lo hice? no lo sé, siempre tenía una sonrisa en el rostro frente a mis hijas. Aprendí a sonreír con el corazón destrozado. Llegué a retar a autoridades por las necesidades de los niños y exigir sus derechos con el apoyo de los padres. Lo seguiré haciendo para que más niños logren vencer el cáncer y más madres sientan la alegría que hoy yo siento, al tener a mi hija ya sana"