Riesgos y desafíos. Ser adicto al trabajo se puede confundir con la apariencia de responsabilidad, dedicación y sacrificio de la vida personal. Sin embargo, al igual que el alcohol o las sustancias psicoactivas, el trabajo se puede convertir en una adicción

1 de octubre de 2023, 10:00 AM
1 de octubre de 2023, 10:00 AM

No se había dado cuenta de su adicción hasta que una sicóloga amiga le dijo: “El trabajo es tu zona de confort”. En ese momento comprendió que, si bien se sentía estresada y se quejaba por el volumen habitual de trabajo que tenía, el ámbito laboral era donde se desenvolvía con más soltura y comodidad.

En realidad, la familia y el hogar eran un espacio que la agobiaban mucho más que tener que resolver muchos problemas cotidianos en el lugar donde trabajaba.

Como el alcohol o una sustancia psicoactiva, el trabajo también se puede volver una adicción, incluso sin que la persona se dé cuenta. Esta situación puede tener afectaciones tanto en la salud de las personas como en su productividad.

“Como cualquier adicción, el trabajo puede generar dependencia, pero es difícil diagnosticarlo porque estamos en una sociedad que premia estas actitudes, pero puede ser igual de dañino que el alcoholismo”, señala Denise Caltum, directora de la firma P3Program, la plataforma de bienestar y salud mental.

Para Regina Athie, directora de Cuéntame, las personas pueden enfrentarse a este problema cuando vinculan al trabajo todo su valor como seres humanos.

“Solamente nos sentimos bien cuando nos va bien en el plano laboral. Todas nuestras emociones se basan en cómo nos está yendo laboralmente y no hay una separación entre la vida personal y laboral”, explica.

De acuerdo con el Termómetro Laboral de OCC Mundial, solo en México el 55% de los trabajadores se asume como workaholic. De ese universo, el 14% asegura que se aisló en el trabajo durante la pandemia, en buena medida como respuesta al incremento en las cargas y extensión de las jornadas laborales.

Otros estudios coinciden en que cerca del 8% de la fuerza laboral global es adicta al trabajo.

Un estudio noruego de prevalencia de workaholism no encontró diferencias entre hombres y mujeres, clases sociales, solteros o casados, trabajadores contratados y autónomos. La única singularidad que reportaron fue entre los profesionales veteranos y los más jóvenes: estos últimos tenían una conducta de riesgo que los acercaba peligrosamente a la adicción al trabajo.

“Ser workaholic se puede confundir con la apariencia de responsabilidad, de dedicación y del sacrificio de la vida personal. Pero la adicción al trabajo puede provocar trastornos del sueño, contracturas musculares, cansancio, estrés, hipertensión, problemas de peso, entre otros. Pero aparte de esto, puedes perder amistades”, expone Denise Caltum.

Por su parte, Regina Athie subraya que las personas que se obsesionan con el trabajo son más propensas a desarrollar burnout, con todos los problemas físicos que implica. “Esto puede generarnos problemas cardiovasculares o diabetes. Adicionalmente, podemos desarrollar ansiedad o depresión; sin darnos cuenta, tenemos síntomas de ansiedad cuando no trabajamos y esto se convierte en un patrón, también se puede experimentar un sentido de culpa al dejar el trabajo”.

Además, coinciden en que la adicción al trabajo puede cobrar una alta factura a la salud de las personas, pero también en sus relaciones personales y familiares.

Sin embargo, el desafío de este problema es que las personas pueden anclarse al trabajo sin percatarse. “Lo complejo de los workaholic, es que como utilizamos el trabajo para escapar de otras emociones, tendemos a no darnos cuenta de que estamos cayendo en hábitos de un workaholic”, señala la directora de P3Program.

En otras palabras, “puedes pasar por un momento difícil, y enfocarte en el trabajo como vía de escape como cualquier otra adicción. Pero cuando el trabajo se convierte en tu vida, y como socialmente es celebrado, puedes ir por ese camino y sin darte cuenta que puede afectarte mucho y ser la entrada a otras adicciones”, complementa Ivonne Borden, directora de la firma Agregando Valor.

Estar conscientes de una obsesión por el trabajo puede ser aún más difícil en una sociedad que premia estas conductas. Como lo detalla Denise Caltum, “un workaholic suele ser el primero en llegar y el último en irse, y eso socialmente está bien visto. También puede ser esa persona que, si se enferma, no descansa para recuperarse e incluso sigue trabajando enfermo, y como sociedad aplaudimos que la persona sigue laborando”.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han advertido que las largas jornadas y las sobrecargas de trabajo son responsables de 750.000 muertes al año.

Además de las afectaciones en la salud de las personas, la CEO de Cuéntame subraya que la adicción al trabajo también puede representar riesgos para las empresas, especialmente cuando el colaborador está agotado, un ejemplo de ello son los accidentes laborales.

Hay al menos cinco señales para que las personas se den cuenta que están aisladas en el trabajo. La primera es trabajar más de diez horas. La segunda, tener ansiedad fuera de la oficina. Cuando se experimenta ansiedad e incapacidad para dejar de pensar en las tareas pendientes, es probable que se esté cayendo en una adicción.

La tercera, no disfrutar de otras actividades. Un workaholic piensa todo el tiempo en el trabajo, no importa dónde esté. De hecho, los pendientes lo acompañan en los fines de semana y durante las vacaciones, y el trabajo es el tema central de las conversaciones con amigos y familia.

La cuarta, descuidar de la salud. Los adictos a su trabajo adoptan hábitos que afectan su salud con tal de pasar más tiempo en la oficina: comen a deshoras, duermen menos tiempo o trabajan mientras están comiendo.

Y la quinta, el trabajo te define. Para una persona adicta al trabajo su empleo es la clave de la autoestima, es por eso que cuando no se está trabajando tienen sentimientos negativos como pensar que la vida no tiene sentido.

Presión familiar

El trastorno puede desencadenarse en primer lugar cuando una persona tiene que trabajar demasiado. “La gente a menudo tiene que aceptar un empleo que antes pudo haber sido desempeñado por dos o tres personas”, afirma.

La adicción al trabajo puede provocarse en parte cuando una persona se ha visto en el pasado demasiado presionada por sus padres. “Las personas que siendo niños se vieron reforzados por sus logros en lugar de por lo que eran tienen más probabilidades de convertirse en adictos al trabajo”, agrega.

En lo que se refiere a los tipos de empleos en los que la gente tiene más posibilidades de volverse adictos al trabajo, el profesor de Psicología, Wilmar Schaufeli, afirma que se trata de los profesionales de más alto rango más que de aquellos en los niveles más bajos de la jerarquía laboral.

Complementa que los que trabajan por su cuenta también son vulnerables porque se pueden obsesionar con sus empresas.

Shaufeli asegura que los adictos al trabajo a menudo no se dan cuenta de que su conducta es problemática debido a que el llevar a cabo enormes cantidades de trabajo a menudo significa que ganan más dinero y se les promueve.

Se dice que algunos adictos al trabajo no reconocen que algo está mal porque reciben promociones e incrementos salariales.

En lo que se refiere a tratar la adicción al trabajo, la doctora Herbert afirma que los tratamientos deben ser hechos a la medida de cada paciente, para llegar al fondo de lo que está causando el trastorno.

El cerebro del adicto

¿Qué pasa en el cerebro de un workaholic? Lo explica el profesor Nestor Braidot, experto en neurociencias aplicadas a la gestión de organizaciones: “Cuando se activa el sistema de recompensas del cerebro, por ejemplo, en el caso de profesionales y empresarios que van recogiendo un éxito tras otro, actúa en forma similar (aunque no idéntica) a las drogas comunes. Si se trata de una persona que “vive en la empresa” para complacer a sus superiores, a la larga puede padecer el síndrome de burnout, que está asociado a un cerebro prácticamente sin energía, exhausto”, explica.

Para Braidot, detrás de la adicción al trabajo puede haber una gran variedad de causas. “Hay pasión en los emprendedores y en los políticos exitosos, hay infelicidad en los que usan el trabajo como vía de escape para evitar otras emociones, en otros hay perfeccionismo patológico. También pueden existir condicionantes psicológicos: uno de mis clientes, hijo del dueño de una corporación de golosinas, se convirtió en workaholic para ganarse el respeto de un padre autoritario”, cuenta.