Homenaje. En el Día del Maestro boliviano esta es la historia de una joven apasionada por ese oficio. Algunas reflexiones y estadísticas

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6 de junio de 2018, 4:00 AM
6 de junio de 2018, 4:00 AM

A Iris le encanta enseñar. Ese oficio la encontró animada, con mucha voluntad y en los albores de la juventud. Es docente de la materia de Carpintería en la Universidad Católica Boliviana San Pablo, desde hace tres semestres.

El escritor estadounidense Henry Brooks Adams dijo: “Un profesor trabaja para la eternidad, nadie puede decir dónde acaba su influencia”. Nada más verdadero, pues en cierto modo los maestros son parte esencial en la construcción de la vida del ser humano, ellos, al igual que los padres, son transmisores de conocimiento, ejemplos y soporte en la formación de ciudadanos para el mundo.

“El que ejerce esta noble y sacrificada labor tiene la gran responsabilidad de un artesano, el mismo que moldea la conducta y el saber de los que serán los profesionales del futuro y los transformadores de la sociedad. Por eso, Henry Books le otorga una intervención de proporciones incalculables ya sea para lo bueno o lo malo que el maestro deposite en el corazón de sus estudiantes, ya que de una u otra manera lo marcará de por vida”, argumenta la coach y orientadora familiar Valeria Nazer de Parada. 

Muchos maestros que ven en sus alumnos vidas preciosas saben detectar las necesidades emocionales que tienen y no escatiman los consejos, el cariño y hasta la entrega de un tiempo extra para motivar a ese ser, que en ocasiones necesita urgente de atención.

Esas necesidades son las que detecta Iris Rojas Pérez en los estudiantes de la materia electiva de carpintería de la carrera de Arquitectura en la Universidad Católica San Pablo. 

Vocación
La maestra Rojas estudió en el colegio Domingo Savio hasta el bachillerato y prosiguió estudios superiores en la Uagrm, donde se graduó como licenciada en Diseño Integral. Hace tres años creó Inventi Design Studio, con una colega, y se dedicó al diseño de ambientes, artes gráficos y publicitarios, escaparatismo y espacios comerciales.  

Pero la vida le tenía una sorpresa que colmó sus expectativas, le dio un giro a su oficio y amplió sus horizontes. La docencia llamó a su puerta. 
“La UCB se aproximó a mí para ver si podía apoyar con la materia electiva de Carpintería. No lo dudé y me lancé a transmitir conocimientos. Enseño a mis alumnos a apreciar el valor de la madera y del trabajo técnico. Porque ocurre que los profesionales no apreciamos el trabajo de los artesanos y obreros, como los carpinteros o los albañiles, y la labor de ellos es tan importante como la de cualquier ingeniero, arquitecto, licenciado o doctor”, afirma la catedrática. 

En ello hace hincapié Nazer, porque el buen maestro reconoce la individualidad de sus alumnos y los anima a ser autónomos, creativos y los apoya en la construcción de su autoestima, los desafía a creer en sí mismo y a soñar en grande. Crea espacios independientemente del contenido de la materia, para sembrar valores y principios de vida, sirviendo de apoyo esencial para los padres, que son los responsables primarios en este gran reto. 

Temple
La maestra de Carpintería de la UCB parece una mujer frágil, pero es solo externamente, porque cuando se expresa deja salir la fuerza y el coraje de una emprendedora que enfrenta retos y los vence. Cada jornada se repite que no hay nada imposible. 

Esa frase se ha convertido en su lema: No existe el 'no se puede', todo se puede en esta vida, todo lo que uno se imagina se puede hacer.

“El tema de valores es primordial en la educación, siento que los jóvenes han perdido valores, como el respeto, el trabajo, la paciencia, y reconocimiento a la faena de los técnicos, no hay oficio mejor que la carpintería para enseñar todo ello, hay que ser paciente y obstinado para lograr lo que uno se propone”.  

Así, remarca su posición: “Si uno cree que no se puede, hay que compartir con los colegas y trabajadores e involucrarse con el tema y buscarle una salida”. 

Carpintería

La materia tiene gran acogida y éxito entre los estudiantes y futuros arquitectos.

Tal vez sea que la docente ha sabido transmitir orden, disciplina, trabajo en equipo y su pasión por la madera, lo que ha hecho atractiva la materia. Es como una práctica profesional, es algo que los acerca al personal con el que trabajarán a futuro, los estudiantes aprenden a manejar un  martillo, un formón, una sierra y, más allá, una sierra eléctrica, un taladro y la máquina CNC. Esto es algo que pueden hacer todos sin distinción de sexo.

“Tengo muchas alumnas, porque son mayoría en la carrera. Hay un 60% de mujeres en clases y este no es un trabajo pesado donde hay que manejar grandes troncos, se trabaja con pedazos de madera para elaborar mobiliario y eso es apasionante”, cuenta Iris. 

Está feliz y espera que sus alumnos se contagien de ese amor y pasión por lo que hacen, porque ella afirma que la enseñanza es transmisión de valores. Eso los va a llevar a ser puntuales, responsables y a enseñar con el ejemplo.  

“Me encanta este oficio, nunca pensé hacerlo tan temprano, porque siempre me gusta estudiar, aprender e investigar para transmitir mis conocimientos. Sé que los docentes son los menos valorizados y se les asigna un salario pobre, eso se ve desde los profesores de colegios.
Pero igual me gusta enseñar y eso me tiene sin cuidado, igual quiero seguir haciendo esto toda la vida”, concluye emocionada la profe.

Oficio de valientes

Nazer refrenda las palabras de Rojas: “En nuestro país, el maestro requiere de una dosis extra del sentido de generosidad, ya que es uno de los oficios peor remunerados que demanda de un gran esfuerzo intelectual y físico, donde muchos dan más de las horas de trabajo tradicionales para usar la inventiva y creatividad para crear sus propios materiales, por ejemplo: ante la falta de recursos que deberían abundar para la enseñanza.   

Entre los propósitos principales que llevan a cabo es el de ser facilitadores, ya que por medio de su vocación, paciencia  y experiencia emplean estrategias para desarrollar competencias y habilidades en las diversas áreas del saber. Es por ello que el buen maestro nunca deja de aprender e innovar técnicas que le permitan despertar y mantener el interés del alumno por el aprendizaje. 

El maestro es capaz de promover el coraje en los alumnos para expresar sus ideas, los guía sabiamente para hacer sus descubrimientos y despertar el pensamiento crítico y analítico. Ellos son constructores de la eternidad en la vida de sus alumnos.

Un maestro no solo es esa persona que eligió una profesión digna y que requiere toneladas de amor y tolerancia, sino que además es la persona que recibe de las manos de Dios esa habilidad especial para hacer brillar esos diamantes sin pulir que tienen en el aula”.