Neida Clara Tamayo Torrico, es la presidenta de la Red de Recolectores Santa Cruz. Lleva cinco años en la dirigencia

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12 de junio de 2019, 4:00 AM
12 de junio de 2019, 4:00 AM

¿Las mujeres son mayoría en la red?

El 80% son mujeres y el 20%, varones. Hay mujeres jóvenes, de la tercera edad, madres solteras que han encontrado una forma de vivir con la recolección de residuos. Yo estoy desde 2006, ya son 13 años los que trabajo como recolectora.

¿Que la motivó a emprender en este trabajo?

La necesidad. Como cualquier ser humano he tenido mis altibajos, el dinero no alcanzaba, soy madre soltera, crie a mis hijas sola, quedé sin mamá, sin papá y no tuve ayuda de nadie. Es duro recordar, pero saqué adelante a mi familia.

Tengo dos hijas, ahora de 23 y 25 años y, también una nietita. Mi vida no ha sido fácil, me cerraron muchas puertas y cuando creí tocar fondo encontré en la basura el medio para subsistir.

Vendía gelatina en el mercado y recuperaba los huesos. Así aprendí a hacer reciclaje con la parte orgánica y vendía en el Parque Industrial. Ahí me enteré que don Ivo Kuljis compraba periódicos y cartones, emprendí también con esos desechos y me fue mejor.

¿Esta es una buena alternativa de trabajo para las mujeres?

Recolectar basura es una alternativa de vida. Me daba vergüenza en un principio, escarbar los residuos para escoger lo que se puede vender, la gente me miraba y tal vez pensaba que era una delincuente, sufrí insultos y malos tratos.

Por eso, siempre andaba limpiecita y con zapatos; así salía con mi carretilla a recolectar botellas, papeles y cartones. Emprendía mi labor de madrugada, para que mis vecinos no me vean y se den cuenta que estaba pasando necesidades.

He tropezado con gente mala, y otros que me han dicho lindas palabras: ¡qué bien que está recolectando! ¡venga, tengo en mi casa!

¿Cómo llegó a ser presidenta?

Es un reto muy grande, que no me atrevía a enfrentar. Uno tiene que estar lidiando con el carácter de los compañeros, no todos son educados, pueden ser agresivos por problemas de autoestima y siempre están a la defensiva, justamente por el trato que nos dan en las calles.

Como parte de la asociación Esperanza, un día nos dicen: “hay que ir, hay que estar, hay que asumir responsabilidad de liderazgo, se las va a capacitar”. Estudié, aprendí a dirigir, gané las elecciones con el voto del 100% y eso me animó.

¿Qué fue lo primero que hizo?

Comencé a ver con otros ojos esta labor, no con ambición, sino con el deseo de ayudar a los demás, logré desempeñarme y me ha sido útil hablar un poquito de inglés, entiendo portugués y hablo quechua, este idioma me ha servido para comunicarme con los que llegan del interior, les digo que no tengan vergüenza, que este es un trabajo digno para hombres y mujeres y a la vez cuidamos el medioambiente, eso a mí nunca me lo dijeron antes.

¿Cómo dirige a sus pares?

Veo la parte humana, cuántas personas como yo, tienen problemas sicológicos de dolor y abandono, pero con ganas de superarse.

El otro tema es la pobreza, hay que hablarles, que no vean el asunto del reciclaje como algo malo y feo, porque al estar escarbando se sienten como la basura que están alzando; ellos tienen que ver este oficio como algo sustentable, y con este trabajo podemos salir para adelante y convertirnos en empresarios.

¿Cuáles han sido sus logros?

Quería conseguir que aprueben la Ley del Recolector, pero no nos han escuchado las autoridades, pedimos ser reconocidos y que nos paguen un sueldo, este es un trabajo, y alguien tiene que hacerse cargo.

Fui a La Paz, entré a la cámara de senadores y diputados, al ministerio del Medio Ambiente y Agua, y nadie me escuchó, pero seguiré.Por otra parte, está la ley 755 (Gestión Integral de Residuos) y me he propuesto lograr que nos incluyan y reconozcan. Estamos en la lucha.

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